La Iglesia francesa creará una «comisión de seguimiento» para los casos de abusos que impliquen a obispos

Está concebida para que acudan a ella los prelados que tengan que «tratar el caso de otro obispo» y estará presidida por «una persona cualificada y reconocida»

La Iglesia francesa creará una «comisión de seguimiento» para los casos de abusos que impliquen a obispos

José Ignacio Rivarés

Publicado el - Actualizado

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Mea culpa de los obispos franceses por cómo han abordado el «caso Santier», y sincero propósito de enmienda para que no vuelvan a repetirse errores similares. Mea culpa por la manera «cerrada, entre obispos», por «la ingenuidad» demostrada y por la «falta de consideración hacia el pueblo de Dios». Y propósito de que algo así no vuelva a suceder. Así lo ha manifestado el presidente de la Conferencia Episcopal (CEF), Éric de Moulins-Beaufort, en el discurso final de la Asamblea Plenaria clausurada este 8 de noviembre en Lourdes.

El arzobispo de Reims ha comunicado a la opinión pública que el episcopado ha aprobado dos iniciativas: por un lado, la creación de «una comisión de seguimiento a la que se remitirá cualquier arzobispo u obispo que tenga que tratar el caso de otro obispo por abusos o agresiones sexuales». Dicha comisión estará presidida por «una persona cualificada y reconocida» y sus miembros serán nombrados por la Comisión Permanente. Y por otro lado, el estudio de la implantación de un «celebret nacional», una «tarjeta que se entrega a cada sacerdote para acreditar su calidad y su capacidad para celebrar los sacramentos». La Plenaria ha votado también los estatutos de un Tribunal Penal Interdiocesano que debería quedar constituido a principios de diciembre, «en cuanto reciba el visto bueno del Tribunal de la Signatura Apostólica».

«No hay, ni puede haber, impunidad para los obispos. Por la propia naturaleza de su oficio apostólico, los obispos dependen directamente de la Santa Sede. Los procedimientos que les afectan son más complejos y llevan más tiempo. Nos comprometemos a trabajar con la Santa Sede para aclarar y simplificar estos procedimientos. Hemos decidido crear un Consejo de Seguimiento que nos permita no enfrentarnos a estas situaciones solos y entre nosotros», dice al respecto una declaración aprobada al final del encuentro.

Las citadas medidas, que deberán ser consultadas en una próxima visita a Roma con el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y la Comisión para la Protección de Menores, buscan ante todo aclarar los procedimientos y establecer «criterios más precisos para la publicación de los hechos y las sanciones» tras lo ocurrido con el obispo emérito de Créteil, Michel Santier. En este escabroso caso, las denuncias de varias víctimas que motivaron su destitución por el Papa Francisco en marzo de 2020, eran conocidas únicamente por un reducidísimo grupo de prelados que las ocultaron a los fieles hasta que el pasado mes de octubre trascendieron a la opinión pública, siendo causa de un doble escándalo. «Se argumenta con razón —ha dicho Moulins-Beaufort— que el pueblo de Dios es capaz de soportar, por muy doloroso que sea, el descubrimiento de las faltas de sus pastores, y que es mucho más violento para ellos que se les mantenga en la ignorancia con una mentira».

Ricard, «un pecador arrepentido»

El resto de temas tratados en la Plenaria —reestructuración de la CEF, financiación, etc.— quedaron eclipsados por el inesperado anuncio del cardenal Ricard de que él también tuvo en su etapa de sacerdote un «comportamiento inapropiado» con una menor de 14 años que no explicitó. Moulins-Beaufort ha dicho que esta confesión ha causado «tristeza, incomprensión y disgusto» entre los desconcertados fieles. Con respecto a su «confesión pública», el presidente de los obispos franceses afirma que el arzobispo emérito de Burdeos se ha comportado «como un pecador arrepentido que asume la responsabilidad de sus actos, por muy antiguos que sean», y valora el paso dado como un «acto de gran importancia».

La Iglesia —añade—, «que debería ser pura y simplemente un lugar de paz y de alegría», puede ser también un lugar de dolor, tristeza, humillación y violación de la dignidad humana. «A nuestra generación le ha tocado vivir la cruz en este tiempo. Creemos que Dios mismo está purificando la Iglesia».

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Moulins-Beaufort no descarta que en el futuro no puedan aparecer más casos de abusos o encubrimiento por parte de otros obispos —desveló que hasta ahora ha sido salpicados once prelados, todos ellos desvinculados del ministerio y con sus casos llevados a los tribunales—, pero prefiere poner el foco en los avances que se están dando para asegurar la protección de los menores aplicando las recomendaciones de la comisión CIASSE. «Los grupos de trabajo decididos hace un año entregarán sus conclusiones en marzo de 2023», señala.

Los obispos vuelven a reafirmar su compromiso de hacer de la Iglesia un hogar más seguro. «Más que nunca —dice la declaración publicada a la conclusión del pleno—, las víctimas siguen siendo el centro de nuestra atención. Sus expectativas y demandas son legítimas y realmente escuchadas. Los acogemos como si vinieran del mismo Señor». El presidente de la CEF, no obstante, reconoce: «El camino para sanar los trastornos, la ira y las preocupaciones será largo».

Carta pastoral sobre el final de la vida

Los obispos galos han publicado, asimismo, una carta pastoral sobre el final de la vida. El documento se enmarca en los planes del gobierno de reabrir el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido para modificar la legislación. «Queremos decir a nuestra sociedad —indican— que es posible ayudarnos a no morir, sino a vivir hasta el final. Os pedimos que recéis con urgencia para que nuestro país siga mostrando a las sociedades occidentales que hay otros caminos que la llamada "muerte dulce" y el suicidio asistido».

A finales de septiembre, la Iglesia ya denunció a través de una declaración del Comité Permanente de la CEF la escasa implementación en el territorio nacional de los cuidados paliativos. «En una sociedad que envejece —dice ahora— debemos dedicar recursos a los cuidados paliativos y al apoyo en el hogar, los hombres y las mujeres deben comprometerse a ello, y cada uno de nosotros debe también prepararse para acompañar a alguien hasta el final. Sin juzgar a nadie, sin despreciar ni condenar, los católicos, junto con nuestros hermanos cristianos, pero también con muchos otros, tenemos el deber de iluminar a nuestros conciudadanos sobre las opciones que se están tomando y de orientar nuestra vida, a veces a contracorriente, para dar testimonio de otras formas de vida, más dignas del ser humano, más humildes y más fuertes, formas que quizá tengamos que llevar un poco solos, Dios no lo quiera».