Los obispos de Nigeria, tras el atentado de Owo: «Lleven a los responsables de la matanza ante la justicia»

El presidente del episcopado dice que si el gobierno no actúa con decisión en un asunto tan grave como este, la nación se sumirá en la anarquía

Los obispos de Nigeria, tras el atentado de Owo: «Lleven a los responsables de la matanza ante la justicia»

José Ignacio Rivarés

Publicado el - Actualizado

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La Conferencia de Obispos Católicos de Nigeria (CBCN) ha pedido a las autoridades que hagan lo imposible para llevar ante la justicia a los responsables del atentado cometido el pasado domingo, 5 de junio, en la iglesia de San Francisco de la ciudad de Owo. «Si el gobierno no actúa con decisión en un asunto tan grave, sumiría a la nación en la anarquía», ha advertido monseñor Lucius Ugorji, arzobispo electo de Owerri —toma posesión el próximo 22 de junio— y presidente del episcopado.

«Ningún lugar parece seguro en nuestro país, ni siquiera el recinto sagrado de una iglesia», dice el jerarca, que condena «en los términos más enérgicos el derramamiento de sangre inocente en la casa de Dios». El prelado dice que «los criminales responsables de un acto tan sacrílego y bárbaro demuestran su falta de sentido de lo sagrado y de temor de Dios».

Sin reivindicación

La masacre tuvo lugar el domingo de Pentecostés en Owo, una ciudad de unos 200.000 habitantes en el Estado de Ondo. Cuarenta y ocho horas después, las autoridades todavía no han facilitado el balance definitivo de víctimas. La cifra oficial sigue siendo de 21 muertos, pero los medios de comunicación hablan de entre 50 y 100.

Tampoco está clara la autoría, pues el atentado no ha sido reivindicado. La asociación islámica Muslim Rights Concern, un organismo que trabaja por la coexistencia pacífica de las religiones, considera que el modo de proceder lleva la inequívoca firma de Boko Haram, y pide que se protejan todas las iglesias y mezquitas de la región ante el temor de nuevos ataques.

Otras voces, sin embargo, lo atribuyen a pastores fulani (peul) o incluso «bandidos», nombre con el que las autoridades se refieren genéricamente a los muchos grupos armados que viven de los saqueos y secuestros. Anteriormente en Nigeria ya se han producido asaltos a seminarios y casas sacerdotales para exigir luego un rescate por los capturados.

Entre quienes parecen decantarse por los fulani está el arzobispo Fortunatus Nwachukwu, actual observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra. El diplomático, de 61 años y originario de la diócesis de Umuahia, no muy alejada de la de Owo, ha aludido en el diario Il mattino a «las redadas, los abusos y la violencia de los fulani», etnia a la que pertenecen unos 30 millones de nigerianos y que está presente también en otros países de la zona como Camerún y Mauritania. «No se puede hablar ni de episodio ni de crisis. El término correcto es limpieza étnica. Esto es lo que se está preparando en mi país», advierte.

Sentimiento de abandono

La comunidad cristiana, en cualquier caso, se siente abandonada por unas autoridades (federales y estatales) que se demuestran incapaces de poner freno a la violencia creciente. El arzobispo de Abuja, Ignatius Ayau Kaigama, lo dice sin ambages en declaraciones a la agencia SIR, de la Conferencia Episcopal Italiana: «Los cristianos no nos sentimos seguros».

Kaigama admite que la comunidad cristiana está «horrorizada por el nivel de violencia» al que se está llegando, y recuerda que es responsabilidad del gobierno «protegernos y garantizar la seguridad». Considera, asimismo, que tras los atentados, agresiones y secuestros puede haber una intencionalidad política. «Somos bastante críticos con los problemas sociales, políticos, económicos, pedimos buena moral y además somos visibles y creíbles. (…) Quizás haya interés en destruir la voz de la Iglesia para que no sea tan activa. Pero no nos dejaremos intimidar», señala el también presidente de la Conferencia Episcopal Regional de África Occidental.

Denuncia de los obispos del África Meridional

Entre las numerosas muestras de rechazo y condolencias por el atentado está la de la Conferencia de Obispos Católicos del África Meridional (SACBC, por sus siglas inglesas). El organismo que congrega a los prelados de Sudáfrica, Botswana y Suazilandia ha calificado de «descorazonador» y «contradictorio» el hecho de que la matanza se haya cometido precisamente en Pentecostés. «Que la sangre de los que murieron celebrando la unidad de la humanidad el día de Pentecostés sirva de impulso para la paz y que sus almas descansen en paz».

La SACBC dice que, por desgracia, este tipo de acciones armadas se dan en muchos países africanos. «Lo preocupante —denuncia— es que los medios de comunicación y otras partes interesadas no profundicen en las causas de estos conflictos mortíferos para poder tratarlos como lo que son».

Nigeria, un país que en sí es un continente

Con más de 190 millones de habitantes, Nigeria es el país más poblado de África y uno de los de mayor diversidad étnica, con unos 250 grupos distintos. Las etnias más numerosas son las de los hausa (29%) y los fulani (29%), seguida de los yoruba (21%), igbo (18%) e ijaw (10%). El Estado de Ondo, donde ha tenido lugar el atentado, se halla en el sur y está habitado mayoritariamente por yorubas de religión cristiana. Es uno de los 36 Estados que junto al Territorio de la Capital conforman la Federación. Desde el punto de vista religioso, la mitad de los nigerianos son musulmanes, por un 40% de cristianos y un 10% de practicantes de la religión tradicional. Los musulmanes se localizan sobre todo en los Estados del norte, mientras que los cristianos son mayoría en los del sur. El presidente del país es Muhammadu Buhari, musulmán.

Según la ONG nigeriana Global Rights, Boko Haram y los grupos de «bandidos» asesinaron en 2021 a 6.895 personas. 844 de esas víctimas eran agentes de seguridad, el resto civiles. Otras 3.256 fueron víctimas de un secuestro.

La ONU advirtió el pasado mes de abril de que más de 8,4 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y protección en los Estados de Adamawa, Borno y Yobe, territorios del noreste especialmente sacudidos por la inseguridad a causa de los ataques de Boko Haram y de su escisión, el Estado Islámico en África Occidental.