Los salesianos de Sudán exigen a la comunidad internacional que actúe: “No se puede ser espectador”

El rector de la comunidad de miembros de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco en Sudán, relata la situación tras el estallido de violencia que ensangrienta el país

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Redacción Religión

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Los salesianos quieren estar cerca de la gente como icono de esperanza. Como ha ocurrido en otras ocasiones similares, queremos seguir prestando ayuda material y espiritual a todas las personas. Desde luego, no nos vamos a marchar”, con estas palabras se ha expresado el rector de la comunidad de miembros de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco en la ciudad de El Obeid, Sudán, Mathew Job. El sacerdote y sus hermanos no quieren abandonar a la población ahora que la violencia que se ha desatado en el país está haciendo correr literalmente ríos de sangre.

Explica que en su zona “prácticamente todos los días se oyen explosiones de bombas. Desde el comienzo de la guerra, hemos cerrado nuestras escuelas y nos han dicho que permanezcamos en nuestras casas. El Obeid ha sufrido daños e incluso la catedral se ha visto afectada por los bombardeos”.

Respecto a cómo intentan ayudar a las comunidades salesianas de Sudán del Sur indica que “actualmente no pueden ayudar en esta situación, aunque intentan apoyar a los que consiguen escapar acercándose a ellos. Los acontecimientos en nuestro país son muy fluidos y no está prevista ninguna intervención, salvo la ayuda individual”.

En referencia a cómo está reaccionando la Iglesia en Sudán ante esta terrible situación, afirma que “la catástrofe que se ha abatido sobre nuestra nación es independiente del credo o la etnia. Por lo tanto, todos se ven afectados. La principal preocupación de cada persona, incluidos nuestros fieles, es mantenerse a salvo. Muchas instituciones eclesiásticas han sufrido daños. Pero la esperanza de que la guerra termine y vuelva la democracia nunca morirá. Mi mayor preocupación, siguen siendo los jóvenes y los niños, porque un conflicto prolongado puede borrar en ellos la esperanza de un futuro mejor”.

“No hay lugar para el silencio”

Por último expresa que la comunidad internacional “debe hacer todo lo posible para intentar poner fin al conflicto. No se puede ser espectador y compadecerse de las víctimas. No hay lugar para el retraso o el silencio: hay que actuar cuanto antes para aliviar el sufrimiento de los civiles inocentes”.