El Vaticano pide fraternidad, solidaridad y vacunas para combatir la covid-19: "O salimos mejor o peor"
El Representante Permanente de la Santa Sede ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa intervino en una reunión para debatir la situación de la pandemia
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El Representante Permanente de la Santa Sede ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Monseñor Janusz Urbańczyk, intervino el lunes durante una reunión de la OSCE dedicada a debatir el importante tema de la recuperación tras la covid-19, así como las oportunidades y los retos para la seguridad y la cooperación regional.
Monseñor Janusz Urbańczyk ha destacado la necesidad de elaborar un marco ético más sólido basado en la solidaridad y el cuidado global, así como de garantizar la distribución equitativa de las vacunas como medios importantes para combatir la actual pandemia de la covid-19 y sus efectos.
Los efectos de la pandemia
La pandemia de la covid-19, subraya Monseñor Urbańczyk, "está suponiendo una amenaza multifacética de crisis sanitarias, económicas y sociales simultáneas e interrelacionadas que están afectando gravemente a nuestros modelos de convivencia a nivel local, regional e internacional."
De hecho, no sólo ha agravado gravemente las emergencias ya existentes en materia de alimentación, migración y economía, sino que también "ha proporcionado un terreno fértil para la difusión de un clima de aislamiento y desconfianza que ha fracturado cada vez más nuestras sociedades e incluso las relaciones entre los Estados", señala.
Haciéndose eco de las palabras del Papa Francisco: "no salimos de una crisis igual que antes, o salimos mejor o salimos peor", monseñor subraya que ante la situación actual no hay otra alternativa que "reconocer nuestra vulnerabilidad común y buscar soluciones compartidas para el camino que tenemos por delante."
Covid-19: una oportunidad de transformación
Incluso frente a los desafíos causados por la pandemia, monseñor Urbańczyk señala que ésta ofrece "una oportunidad concreta de transformación" para repensar nuestro modo de vida, así como nuestros sistemas económicos y sociales que amplían la brecha entre ricos y pobres "sobre la base de una injusta distribución de los recursos."
Esto, explica, dependerá de "nuestra capacidad para elaborar un marco ético más sólido basado en la solidaridad global y el cuidado de nuestro planeta. Para ello, nuestro principal objetivo es garantizar el acceso universal a la sanidad, en particular la distribución equitativa de las vacunas." "Aunque la vacuna puede ofrecer protección contra el virus", insiste Urbańczyk, "no curará males sociales de larga data, como la desigualdad, y el virus de la indiferencia."
Construir un modelo económico humano
Para combatir los males sociales, monseñor Urbańczyk subraya la necesidad de remodelar la relación entre los individuos y la economía "hacia un modelo más inclusivo y humano que fomente la subsidiariedad, apoye el desarrollo económico a nivel local e invierta en educación e infraestructuras que beneficien a las comunidades locales."
Señala, además, que cuando la economía está realmente al servicio del desarrollo humano integral, "se revitaliza la confianza en las relaciones a todos los niveles", lo que da lugar a un diálogo más eficaz destinado a reforzar la seguridad y la cooperación dentro de la región de la OSCE y fuera de ella.
Concluyendo su discurso, Monseñor Urbańczyk reitera la convicción de la Santa Sede de que la OSCE se hará más fuerte "cuando todos nosotros actuemos conjuntamente frente a las amenazas globales." También subraya, en palabras del Papa Francisco, que "junto con las vacunas, la fraternidad y la esperanza son, por así decirlo, la medicina que necesitamos en el mundo de hoy."