El Sur de Asia teme el "regreso a casa" de los yihadistas del Estado Islámico
India, Pakistán o Maldivas son países donde existe miedo a que los soldados despierten células terroristas locales poco activas
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
El regreso a casa de miles de combatientes extranjeros del grupo yihadista Estado Islámico (EI) tras su expulsión de Siria e Irak ha disparado las alarmas en el Sur de Asia. Esta zona del mundo espera que este retorno no traiga consigo el despertar de células de grupos extremistas locales que durante años habían tenido poca o ninguna actividad.
Los atentados del Domingo de Resurrección en Sri Lanka atribuidos a una organización islamista poco conocida, a la que no se le conocían antes otros ataques más allá de los daños a un monumento budista, tenía las huellas del EI por todas partes, según fuentes de la Inteligencia esrilanquesa.
Según reveló a Efe una fuente de inteligencia de Colombo, que pidió el anonimato, en el caso de Sri Lanka, Zahran Hashim, que dirigió los atentados del Domingo de Resurrección en tres iglesias y tres hoteles de lujo que mataron a más de 250 personas, tejió vínculos con el EI años antes, cuando intentó ingresar a sus filas, y finalmente regresó a la isla para liderar facciones de los grupos locales National Thowheed Jamath (NTJ) y Jammiyathul Millathu Ibrahim (JMI).
Un califato diseminado que puede despertar células terroristas locales
Esto, ocurrido un mes después del fin del autodenominado "califato" en los últimos bastiones del EI, lleva a temer que los combatientes que dejaron sus países para unirse a la organización yihadista comiencen ahora a regresar sin que nadie pueda detenerlos.
Para Harsh Pant, director del centro investigador Observer Research Foundation (ORF), con base en Nueva Delhi, el primer fallo de seguridad en la región fue la falta de un mecanismo para contener la salida de sus nacionales que decidieron combatir con el EI y "el verdadero reto será decidir cómo enfrentar un eventual regreso".
"Tanto la India como el sureste de Asia tienen una gran población de dacoits (criminales) y el gran reto es saber qué se debe hacer para asegurarte de que estos no marginarán a la sociedad aún más", dijo a Efe.
Según datos del centro estadounidense de inteligencia The Soufan Group, en los últimos años ha habido "no solamente una afluencia de retornados, sino también cierta cantidad de combatientes de otras regiones que parecen haber elegido ir allí -al Sur y el Sureste de Asia- en lugar de regresar a sus propios países, ya sea por petición del EI o no".
Maldivas, el cuarto país de donde más yihadistas han salido rumbo al EI
Un informe de Naciones Unidas de 2015 advertía ya de la amenaza que representaba el flujo de terroristas extranjeros, llamando especial atención sobre Maldivas, que con un desproporcionado número de combatientes era el cuarto país que más personas había aportado hasta entonces a las filas del EI: 200 de una población total de 345.000 habitantes.
De acuerdo con el general Zakariyya Mansoor, del Centro Nacional contra el Terrorismo del Gobierno maldivo, familias del archipiélago, niños nacidos en Siria, viudas y otros nacionales aguardan en campamentos de desplazados los documentos necesarios para regresar a Maldivas.
Este es al mismo tiempo un asunto de derechos humanos para los estados, dice a Efe el profesor Azim Zahir, experto en islamismo y radicalización, que cita casos de niños maldivos en campamentos muriendo por la falta de atención médica.
Hay unos 47 maldivos, estima, pero las autoridades no se han involucrado lo suficiente en estos asuntos.
En este contexto el analista indio Pant subraya los riesgos de "la polinización cruzada que se está produciendo en la India, Bangladesh, Sri Lanka o Maldivas, donde es muy difícil controlar a las personas atraídas por la ideología del Golfo", añadió.
Presencia del EI en Pakistán, Bangladesh y La India
La India y Bangladesh han elevado el nivel de acción con redadas y operaciones policiales contra grupos extremistas y presuntos miembros del EI que retornaron a sus países de origen.
Este mes en Bangladesh, las fuerzas antiterroristas confirmaron a Efe el arresto de un presunto miembro del EI que había regresado al país en febrero tras luchar en Siria.
El sospechoso intentaba contactar con una facción del Jamaatul Mujahidin Bangladesh (JMB), un grupo local culpado del ataque a un café en Dacca en 2016 en el que murieron 22 personas.
La detención se produjo menos de una semana después de la muerte de dos yihadistas que se inmolaron dentro de un refugio durante una redada policial, también en la capital.
Bangladesh ha negado la participación del EI en el atentado de 2016, pese a que el propio grupo reivindicó su autoría, y aún hoy el portavoz de las fuerzas especiales de la Policía Mufti Mahmud Khan insiste a Efe en que "no hay EI en Bangladesh".
"Algunos grupos locales pueden seguir su ideología, pero no siguen la cadena de mando del EI", aseguró Khan, que dice además que las fuerzas de seguridad están "listas para tomar las medidas necesarias" en caso de que regrese alguno de ellos.
Muhammad Amir Rana, analista de seguridad y director del Instituto de Estudios para la Paz, con sede en Islamabad, asegura que la presencia de yihadistas en los región no es nueva y su existencia está de manifiesto en sus vínculos con los atentados terroristas de los últimos años.
"Yo diría que (el EI) nunca desapareció del sur de Asia. Ya estaba allí", afirma.
El bastión de los yihadistas está en la provincia oriental afgana de Nangarhar, una zona que se disputan facciones talibanes y del EI, explica.
En el caso de Pakistán, el EI ha logrado "once grandes ataques terroristas. El año pasado logró cinco y este año, hasta ahora, uno. Claro que tienen presencia en Pakistán", sostiene este experto, que se pregunta "por qué el Gobierno se resiste a aceptar esta realidad"