El cardenal Robert McElroy, nombrado arzobispo de Washington por el Papa Francisco

McElroy, que durante casi una década ha sido obispo de San Diego, siempre ha mostrado una especial sensibilidad por el drama migratorio y la cuestión de la “coherencia eucarística”

Washington

Redacción Religión

Publicado el

2 min lectura

El cardenal Robert McElroy ha sido nombrado por el Papa Francisco nuevo arzobispo de Washington, tras casi una década como obispo de San Diego.

McElroy, de setenta años, es doctor en Teología Moral por la Pontificia Universidad Gregoriana y en ciencias políticas por la Universidad de Stanford. Nació en San Francisco el 5 de febrero de 1954 y creció en el condado de San Mateo. Fue ordenado sacerdote en 1980 y sirvió como obispo auxiliar del arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, desde 2010.

En 2015, el Papa Francisco eligió a Robert McElroy para dirigir la diócesis de San Diego. Fue elevado al Colegio Cardenalicio por el Papa Francisco en el consistorio de agosto de 2022, después de someterse con éxito a una cirugía de bypass coronario el año anterior.

Antes de comenzar el seminario, McElroy estudió historia en la Universidad de Harvard y luego obtuvo una maestría en Historia de Estados Unidos en la Universidad de Stanford.

Un obispo preocupado por el drama migratorio

En el ámbito político, McElroy siempre ha mostrado una especial preocupación por el drama migratorio. Prueba de ello fue en 2021, cuando en una vigilia de oración interreligiosa frente al tribunal federal de Estados Unidos en el centro de San Diego, McElroy denunció el fracaso del Congreso para crear caminos hacia la legalización para algunos de los once millones de inmigrantes indocumentados de Estados Unidos.

“No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras vemos cómo nuestros procesos políticos, por muy rotos que estén, destruyen los sueños y las esperanzas de los refugiados y los inmigrantes que no sólo han venido y vivido aquí, sino que han ayudado a construir nuestra nación y mejorarla”, señaló entonces.

También es una voz que se escucha frecuentemente en el debate sobre la “coherencia eucarística”, en el que a menudo ha criticado lo que considera, en Estados Unidos, la priorización del aborto por encima de otras preocupaciones sociales, como la pena de muerte y la atención a los migrantes y al medio ambiente.