Claves del relevo del metropolitano Hilarión de Volokolamsk como «número dos» del patriarcado de Moscú

Determinados «gestos» del presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Externas apuntan a la existencia de posibles desavenencias con el patriarca ruso

Claves del relevo del metropolita Hilarión de Volokolamsk como «número dos» del patriarcado de Moscú

José Ignacio Rivarés

Publicado el - Actualizado

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El relevo este martes, 7 de junio, del metropolitano Hilarión (Alfayev) de Volokolamsk como presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Externas del Patriarcado de Moscú no puede interpretarse sino como fruto de una pérdida de confianza por parte del patriarca Kirill, el hombre que lo convirtió en su «número dos» a la llegada al patriarcado en 2009. Y en esa pérdida de confianza, obviamente, no puede ser ajena la guerra en Ucrania. Desde que se produjera la invasión el pasado mes de febrero, Hilarión, es cierto, no se ha opuesto nunca públicamente al respaldo incondicional al Kremlin mostrado por Kirill, pero tampoco ha compartido ni el entusiasmo ni el tono de cruzada de su mentor. De hecho, no se hizo eco de sus controvertidas declaraciones que vinculaban la guerra a la decrepitud moral de Occidente.

Ofrecemos a continuación algunas consideraciones que pueden ayudar a comprender mejor su salida.

¿Ha sido Hilarión defenestrado? ¿No ha podido solicitar él ser relevado?

El comunicado que anuncia la decisión del Santo Sínodo no lo aclara. Simplemente informa de su nombramiento como metropolitano de Budapest y Hungría, y su sustitución al frente del Departamento de Relaciones Eclesiales Externas por el metropolitano Antonio de Querson. Cabe la posibilidad de que haya sido el propio Hilarión el que haya pedido dejar el exigente cargo, pero parece poco probable. Los indicios apuntan, más bien, a una defenestración o a una salida pactada. No solo deja de ser el «número dos» de la Iglesia ortodoxa rusa, sino también miembro permanente del Santo Sínodo y rector del Instituto de Altos Estudios de los Santos Cirilo y Metodio. El acta de la reunión de ayer, por otra parte, agradece los servicios prestados al metropolitano de Budapest al que se releva, pero no dice una sola palabra de reconocimiento de los largos años de dedicación y esfuerzo de Hilarión. En las fotos del Santo Sínodo de ayer este ya no figura.

¿Cuáles son los «gestos» de Hilarión que han podido motivar su caída en desgracia?

Los observadores han llamado la atención sobre tres intervenciones concretas en las últimas semanas. La primera, unas declaraciones a la televisión rusa en la que afirmaba que no se debía considerar «enemigos» a los líderes ortodoxos de Constantinopla, Grecia, Chipre y Alejandría, los cuatro patriarcados que han reconocido la autocefalia (independencia) de la Iglesia ortodoxa ucraniana. La segunda, su encuentro en Chipre con el patriarca Crisóstomos a pesar de que ambas Iglesias han roto relaciones (ruptura de la comunión eucarística). Y la tercera, su participación al frente de la delegación rusa en la conferencia previa del Consejo Mundial de Iglesias, un foro del que salió una condena de la guerra en Ucrania «por unanimidad», es decir, sin la oposición de su delegación.

¿Qué supone la salida de Hilarión de las esferas de poder de la Iglesia ortodoxa rusa?

En primer lugar, un refuerzo de la línea dura y nacionalista del patriarca Kirill, basada en su alianza con el trono de Putin. Pero también, probablemente, un paso atrás en las relaciones católico-ortodoxas. Hilarión de Volokolamsk llevaba casi quince años al frente del Departamento de Relaciones Externas del Patriarcado y ha sido un interlocutor muy válido para el diálogo. Llegó al cargo de la mano de Kirill en 2009, cuando contaba solo 43 años. Siete después, en febrero de 2016, ya se producía el histórico encuentro del Papa Francisco con el patriarca de Moscú en el aeropuerto de La Habana y la firma de la Declaración Conjunta.

Le reemplaza al frente del «ministerio de Exteriores» de la Iglesia rusa el metropolita Antonio de Querson, un joven valor en alza (solo 37 años) que ha sido alumno de Kirill y que comparte con él —se supone— su misma visión geoestratégica. Antonio era ahora exarca de Europa Occidental, un puesto creado en 2018 tras el anuncio de la concesión del «tomos» de autocefalía a Ucrania por parte del patriarca Bartolomé de Constantinopla.

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¿Ha podido influir en su relevo el anuncio de escisión de la Iglesia rusa en Ucrania?

Puede ser que el patriarca Kirill le responsabilice de la manifiesta deserción de fieles y clérigos en Ucrania, pero lo cierto es que hasta ahora en la Iglesia ortodoxa rusa no se ha producido aún ningún cisma. La jerarquía ruso-ortodoxa ucraniana ha anunciado la ruptura de relaciones con Moscú, a cuyo patriarca algunos de sus obispos y sacerdotes ya habían dejado de conmemorar después de que aquel rehusara condenar la invasión, pero, como subrayan los expertos, en la reforma de sus estatutos aún no figuran las palabras autonomía ni autocefalia.

Lo que sí es un hecho es la anexión, desde el punto de vista jurídico, de las diócesis de la península de Crimea a la Iglesia rusa. El Santo Sínodo la aprobó también ayer.

¿Qué supone el traslado de Hilarión a Budapest?

Personalmente, un evidente retroceso en su carrera. No obstante, Budapest no es un destino totalmente nuevo para él, pues ya se encargó de la administración temporal de esa diócesis en 2003. Además, y aunque se trata de sede relativamente pequeña en la ortodoxia, se trata de una jurisdicción que ahora tiene una especial relevancia. Rusia tiene en la Hungría de Viktor Orban algo más que a un aliado: tiene un caballo de troya en la Unión Europea. De hecho, ha sido Orban el que ha conseguido que en el último paquete de sanciones comunitarias no figurara el nombre del patriarca Kirill. En su día, el primer ministro húngaro ya actuó también por libre y se adelantó a comprar la vacuna contra la covid-19 a Rusia.

En la visita que realizó la semana pasada (1-5 junio) a Budapest, Hilarión agradeció al gobierno húngaro su firme posición de rechazo a las sanciones contra Kirill. Durante su estancia, se entrevistó también con el arzobispo católico de la ciudad, el cardenal Peter Erdo, a quien le une una relación de amistad. De hecho, Erdo le invitó a participar en el 52º Congreso Eucarístico Internacional celebrado allí el pasado mes de septiembre.

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¿Kirill, un pastor que «no se orienta hacia las élites»?

En 2014, con ocasión de los cinco años de la llegada de Kirill al patriarcado, el metropolita Hilarión hizo balance de la gestión de aquel en una entrevista concedida a la televisión rusa de la que luego se hizo eco L´Osservatore Romano. En ella, el fiel colaborador ensalzaba las reformas de su jefe, que permitían —dijo— una mejor «relación personal con fieles, párrocos y obispos». Elogiaba también el carisma personal del patriarca. Con él, llegó a decir, «la Iglesia no se orienta hacia las élites sino hacia el pueblo, no se dirige a masas impersonales, sino que habla a personas concretas». La pregunta que hay que hacerse es si hoy sigue pensando igual.

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