Dos sacerdotes de México critican la seguridad del país tras ser atracados: "Ni un solo policía"

Los sacerdotes, de la diócesis de Torreón, lamentan la degradación del país: "Se van consumiendo muchos de los pilares que deben sostener nuestra sociedad: la paz y la justicia"

Dos sacerdotes de México critican la seguridad del país tras ser atracados: "Ni un solo policía"

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Indignación en México después de que un grupo de hombres armados asaltaran a dos sacerdotes de la diócesis de Torreón que viajaban por la carretera federal México-Querétaro, la noche del 3 de agosto. Uno de ellos resultó herido de bala.

Una de las víctimas, el Padre Cristian Iván Castañeda, se refirió a la agresión a través de su cuenta de Facebook, en la que mostraba muy crítico con la pasividad de las autoridades a la hora de impedir estos ataques: “Autoridades han pretendido cubrir a punta de abrazos lo que claramente se ha desbordado en una podredumbre que como un ácido corrosivo va consumiendo muchos de los pilares que deben sostener nuestra sociedad: la paz y la justicia”, reclamó.

Castañeda viajaba en su vehículo en el momento del ataque. Junto a él se encontraba el Padre Juan Manuel Estrada Calderóambos, quien también conducía su coche. Ambos se dirigían a Ciudad de México, para llegar a una residencia sacerdotal donde el primero vivirá y estudiará durante los próximos años.

Castañeda relató que tuvo que estacionarse cuando vio que el automóvil de su compañero había quedado inhabilitado al golpear una piedra que se encontraba sobre el pavimento. Cuando se hizo a un lado del camino, notó que a unos cien metros había otros dos vehículos dañados por la misma roca.

En ese momento “un hombre salió de la maleza, gritaba improperios y nos ordenaba tirarnos al suelo mientras sacaba un arma de fuego de su costado, lo vi de frente, detrás de él otro sujeto con un arma también. Disparó dos veces al aire”, narró.

Al escuchar el accionar del arma, el sacerdote consiguió escapar, pero a través del retrovisor del automóvil vio al Padre Estrada sometido en el suelo por uno de los delincuentes. “Logré avanzar con rapidez, dos rocas grandes golpetearon mi parabrisas, las lanzaron otros dos delincuentes que estaban más adelante; querían detenerme a como diera lugar”.

No se frenó hasta unos metros más adelante, donde vio a los otros dos vehículos dañados. Al cabo de unos minutos los alcanzó en el sitio el P. Estrada, a quien lo habían liberado después de despojarlo de sus pertenencias.

Fue al encontrar una gasolinera cuando los sacerdotes se detuvieron y se pusieron a salvo. “A mi costado había fragmentos de bala que habían rozado mi piel. Estábamos temblando. El P. Juan estaba ileso, gracias a Dios, pero despojado de todas sus pertenencias”.

El Padre Cristian afirma que sintió una mezcla de “miedo e impotencia”, ya que, tras alertar a las autoridades a través del número de emergencia 911, no había “ni un sólo policía, ni una sola de esas patrullas blancas que se han dedicado a detener camiones o carros a exceso de velocidad, ¡nadie!”, se lamentaba.

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