La medalla de san Benito, una devoción que nada tiene que ver con la superstición

San Benito doblegó al demonio muchas veces en vida, creando una devoción que sigue vigente en la medalla que lleva su nombre

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'Eius in obitu nostro praesentia muniamur', es decir, 'Que a la hora de nuestra muerte nos proteja tu presencia'. Es la frase que recorre los bordes de la medalla de san Benito. Dentro, la imagen del santo es flanqueada por otras cuatro palabras: 'Crux Sancti Patris Benedicti' (Cruz Santa del Padre Benito).

En el anverso hay una cruz que centra la imagen con nueve letras, nueve iniciales. Y los bordes, otras catorce iniciales. La frase final es una oración de protección frente al maligno. Así reza traducida del latín.

Que la Santa Cruz sea mi luz,
Que no sea el dragón mi señor.
¡Retrocede Satanás!
Nunca me persuadas con cosas vanas,
Es malo lo que das de probar,
Bebe tu propio veneno.

San Benito, como abad, tenía un báculo como señal de pastor que terminaba en cruz. De ahí vendría la cruz atribuida a él. Un cayado y cruz con el que aparece siempre en la medalla. El santo tuvo devoción en vida, algunos de sus discípulos como san Plácido o san Mauro hacían milagros invocándole. San Benito era ''astro luminoso frente a la crisis de valores e instituciones que se vivía en su tiempo'', así le describió san Gregorio Magno en el segundo libro de Los Diálogos.

Obró milagros, como resucitar muertos, curar enfermedades y tuvo un gran poder frente al demonio, que atacó su comunidad en muchas ocasiones, pero sus bendiciones consiguieron expulsarlo.

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Un Papa benedictino, León IX, fue dañado cuando era joven en su cuello por el demonio en una pesadilla. Rezó y al volver a dormirse, un monje vestido de negro tocó con una cruz sus heridas, quedando sanado. Era san Benito. El joven futuro pontífice se hizo primero benedictino, y como Papa difundió esa imagen de san Benito con la cruz.

En los siglos posteriores, la imagen de san Benito se irá completando con la oración para protegerse frente a espíritus malignos o maleficios de brujas. Finalmente en 1742, será otro Papa con el nombre de san Benito, Benedicto XIV, quien aprobará el uso de la medalla. La versión que tenemos hoy se establecerá en 1880.


La medalla de san Benito, un sacramental 'más'


Como Jesús utilizaba signos para obrar milagros, como la saliva o el barro, los cristianos podemos emplear los sacramentales para bendecir, protegernos de los malos espíritus y tener a Dios presente. Unos gestos y objetos que no manifiestan superstición, sino fe a imitación de los sacramentos. La cruz de san Benito, el escapulario, mantos de la Virgen, el rezo del rosario, portar un crucifijo colgado al cuello, bendecir la mesa, bendecir un objeto o persona, o santiguarse manifiestan la fe. Recientamente el seleccionador español, Luis de la Fuente, lo acalaraba. Santiguarse ''no es superstición, es fe''.

El padre Fortea, exorcista, afirma que no se trata del número de medallas que se lleve. ''Lleva la medalla o medallas que te den devoción''. Es un objeto bendecido que aleja algunos malos espíritus, aunque no es infalible. ''A veces pueden resistir''.

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