Mensajes de unidad y solidaridad con la Iglesia de Nicaragua

Las Conferencias Episcopales de Brasil, Perú y Ecuador piden justicia y respeto ante la violencia del gobierno sandinista en Nicaragua

Rolando Álvarez siendo detenido por la policía de Nicaragua

Redacción Religión

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“Si un miembro del cuerpo sufre, todo el cuerpo sufre igualmente”. Las palabras de la primera carta de San Pablo a los Corintios (1 Cor 12,26) abren el comunicado de la Presidencia de la CNBB, difundido este miércoles, en el que transmiten su proximidad a Nicaragua, en el marco de la actual crisis que vive la nación.

Por su parte, también los obispos de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) enviaron una carta al pueblo nicaragüense, en el marco de su 123º Asamblea Plenaria, celebrada en Lima del 15 al 18 de agosto: “En esta hora de testimonio martirial que vive el hermano pueblo de Nicaragua en fidelidad a los valores del Evangelio y en defensa de la dignidad de la persona humana, los Obispos del Perú expresan su solidaridad y cercanía al Episcopado y a todos los fieles católicos de ese hermano país acompañando de modo particular, con su oración, a quienes han sido privados de su libertad”.

Brasil

“Nosotros, obispos de Brasil, acompañamos con tristeza y preocupación los acontecimientos que han marcado la vida de la Iglesia. Nos sentimos profundamente unidos a los hermanos obispos y a todo el pueblo nicaragüense”, afirma el texto. Al mismo tiempo, claman al Buen Dios para alcanzar la paz y la justicia.

La nota de solidaridad enviada a Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, presidente de la Conferencia Episcopal Nicaragüense, está suscripta por Walmor Oliveira de Azevedo, arzobispo de Belo Horizonte y presidente del Episcopado; Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y primer vicepresidente de la CNBB; Mário António da Silva, arzobispo de Cuiabá y segundo vicepresidente, y por Joel Portella Amado, obispo auxiliar de la archidiócesis de San Sebastián de Río de Janeiro.

Perú

Los pastores de Perú han visto “con tristeza, por los medios de comunicación, la agresión y destrucción de imágenes y símbolos religiosos católicos, golpeando con ello no solamente la sensibilidad religiosa de un pueblo creyente, sino también ofendiendo las raíces cristianas que constituyen la idiosincrasia de esta nación”.

Como concretan, “la violencia nunca ha construido, solamente ha sembrado las semillas de la pobreza y el odio”. Por el contrario, la violencia “rompe la armonía, el respeto y la paz que necesitan nuestros pueblos para alcanzar el desarrollo integral y la amistad social”, puntualizan.

Carta de los obispos de Perú ante la situación en Nicaragua

“En medio del dolor y del perdón, manifiesta la CEP, que llena el corazón de los católicos nicaragüenses, se eleva un clamor de justicia y respeto que le permita poder expresar sus propias convicciones con la libertad de quienes viven en una verdadera democracia”.

El mensaje finaliza con la certeza de la compañía en las oraciones y la petición a la Inmaculada Concepción de María, Patrona de Nicaragua, que sostenga la fe y la esperanza del querido pueblo de Nicaragua”.

Conferencia Episcopal de Perú

Ecuador

Por su parte, los obispos de Ecuador denunciaron la dura represión que sufre la comunidad eclesial por parte del gobierno sandinista, y auguraron para el país un sistema democrático más justo. Una fraterna carta de solidaridad enviaron los obispos de Ecuador a sus pares en Nicaragua, nación en que los católicos “sufren la más dura persecución y represión por su fidelidad al Evangelio de la vida, de la libertad, de la justicia y de la paz”. Así, también expresaron su especial cercanía con Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa retenido en la curia desde hace días,

La carta, dirigida a Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega y Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, alienta la esperanza “de mejores días para todos los empobrecidos y marginados de la sociedad nicaragüense en un sistema democrático más libre, justo y fraterno”. Además, junto con comprometer sus oraciones por la Iglesia asediada, los ecuatorianos manifestaron estar “convencidos de que el Señor de la historia continuará acompañando y sosteniendo su labor profética y pastoral en medio de un pueblo que clama por el respeto y la defensa de sus derechos humanos fundamentales”.