Moulins-Beaufort, presidente de los obispos de Francia: «La confesión del cardenal Ricard ha sido un shock»
El arzobispo informa de que hasta ahora ha habido diez obispos salpicados por abusos y que los últimos escándalos muestran que queda mucho que hacer con los procedimientos
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«La confesión del cardenal Ricard fue recibida ayer por nosotros, los obispos, como un shock. Pueden imaginarse la estima en que lo tenemos nosotros, que lo elegimos dos veces como nuestro presidente y que fuimos testigos de su episcopado en Grenoble, Montpellier y Burdeos». Así se ha expresado este lunes 7 de noviembre el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF), Éric de Moulins-Beaufort, sobre el anuncio efectuado por el purpurado galo, quien ha reconocido haber tenido un «comportamiento inapropiado» en el pasado, en su etapa como sacerdote, con una menor, una chica de 14 años.
El arzobispo de Reims ha dicho a la prensa que no sabe «mucho más» de lo que el propio cardenal ha tenido a bien comunicar, y que el hecho en cuestión, aun siendo antiguo, ha sido remitido al fiscal, y comunicado al Dicasterio para la Doctrina de la Fe para su evaluación canónica.
Moulins-Beaufort ha explicado que en el transcurso de la Asamblea Plenaria de estos días en Lourdes (el encuentro se clausura hoy martes, 8 de noviembre), el episcopado ha estudiado con distintos expertos los casos de cada uno de los obispos salpicados hasta ahora por los abusos, bien por comisión o encubrimiento. A los seis investigados por la justicia francesa o la justicia canónica, ha dicho, hay que sumar ahora los del cardenal Ricard y del obispo emérito de Crétiel, Michel Santier. En total son diez los prelados que han tenido que dejar el cargo en Francia por esta lacra: ocho por supuestos abusos y dos por encubrimiento, siendo uno de estos dos últimos el cardenal Barbarin, que resultó posteriormente exonerado de una mala praxis por la justicia ordinaria.
Comparecencia improvisada
La comparecencia del presidente de la CEF ante la prensa no estaba prevista, pero la gravedad de los hechos y la conmoción instalada en la opinión pública aconsejó no esperar a la rueda de prensa final del pleno episcopal. Moulins leyó una declaración en la que explica, en primer lugar, «la cronología» del «affaire Santier», el escándalo desvelado en octubre por los medios de comunicación. Al prelado en cuestión, de 75 años, le fue aceptada la renuncia por el Papa Francisco en 2020 y ha sido objeto de sanciones canónicas.
Sobre este caso concreto, el arzobispo de Reims explicó a unos fieles católicos desanimados, cansados, dubitativos y hartos de tanto escándalo, que únicamente un reducidísimo grupo de jerarcas —el entonces arzobispo de París, monseñor Aupetit, y el nuncio, además del obispo local— tenían conocimiento de la denuncia elevada en su día por una víctima primero, y por otra después. Su sucesor en la sede de Crétiel fue solo informado tras el relevo y para gestionar convenientemente los posibles actos de homenaje que se pudieran organizar a quien había sido pastor allí durante 13 años. Tampoco la Conferencia Episcopal sabía nada. Moulins tuvo conocimiento extraoficialmente e informó al pleno en noviembre de 2021, en el encuentro en el que la CEF realizó una histórica y emotiva petición de perdón a las víctimas de abusos. «En noviembre de 2021, durante la asamblea —señala el arzobispo— informé a los obispos de que se habían tomado medidas disciplinarias contra el obispo Santier, pero sin dar ninguna indicación de los actos que había cometido. La Congregación para la Doctrina de la Fe me había expresado que avisara a los obispos si lo consideraba útil, en la medida de lo posible oralmente. Consideré necesario hacerlo, después de un intercambio con el Nuncio, para ayudar a monseñor Santier a cumplir con las reglas que se impusieron y para evitar que los obispos lo invitaran a predicar retiros o presidir peregrinaciones. Sin duda, es necesaria una mayor conciencia de las responsabilidades de todos, así como una mejor coordinación entre todos los actores, ya sea de derecho o de hecho».
El presidente de la CEF ha desvelado asimismo que estaba previsto que la Santa Sede comunicara la destitución del obispo Santier el 30 de junio de 2020, pero que este se anticipó y la anunció el día 6 aduciendo un motivo de salud, algo que era verdad pues estuvo ingresado en un hospital en plena pandemia unas semanas en estado muy grave. «Su mención a “otras razones” pasó entonces desapercibida», reconoce el arzobispo de Reims.
Publicitar siempre las sanciones
Moulins-Beaufort hace en su declaración algunas consideraciones dignas de atención. «La reacción de los fieles ante este asunto —dice, por ejemplo— debe llevarnos a dejar claro que siendo un obispo una figura pública y pretendiendo serlo, las sanciones que le conciernen deben publicarse siempre, a menos que una razón proporcionada lleve a otra decisión. La misma reflexión se puede aplicar a los sacerdotes».
El titular de la archidiócesis de Reims dice asimismo que al pueblo de Dios le resulta difícil «comprender que un sacerdote que ha abusado de una persona con ocasión de un sacramento pueda seguir celebrando Misa incluso en privado», e insiste en que resplandezca la verdad en este y en todos los casos de abusos.
«Si la Iglesia está formada por pecadores —concluye— debe asegurarse de que estos pecadores no utilicen su condición eclesial para causar daño y afectar particularmente a las personas frágiles o vulnerables o a las que han sido vulneradas. Debe acompañar con misericordia a los posibles culpables, pero también y sobre todo debe comenzar por proteger a los jóvenes y menos jóvenes y apoyar a quienes han sido víctimas en su seno».
La presidenta de la Conferencia de Religiosos de Francia (Corref), sor Veronique Margron, ha expresado su decepción por estos dos nuevos escándalos protagonizados por obispos. «El sentimiento de traición es intenso», ha dicho en una entrevista concedida a la publicación católica La Vie.