El Papa Francisco pide llevar amor y bondad a un mundo que está en guerra

El Pontífice ha explicado en la Audiencia General que "a veces los cristianos no difunden la fragancia de Cristo, sino el mal olor de su propio pecado"

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El Papa Francisco pide llevar amor y bondad a un mundo que está en Guerra

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco, ha pedido en la audiencia general celebrada este miércoles 21 de agosto en el aula Pablo VI del Vaticano, llevar "amor, paz y bondad" a nuestra vida cotidiana en un mundo "marcado por guerras y divisiones". Ha hablado de Ucrania, pero también "a Birmania, Sudán del Sur, Kivu del Norte (República Democrática del Congo) y tantos países que están en guerra". "Recemos por la paz" decía el Pontífice "y no olvidemos Palestina e Israel, que haya paz".

"El Espíritu del Señor está sobre mí; por eso me ha ungido"

En su catequesis centrada en la escena del Bautismo de Cristo a través de Juan el Bautista ha reflexionado en torno a la figura de la Trinidad sobre la importancia de esta escena de Jesús en el Jordán. Recalcaba el Pontífice la importancia de este momento para la Revelación y la historia de la salvación ya que posteriormente Jesús pronunció en la sinagoga de Nazaret haciendo referencia al Bautismo lo siguiente: «El Espíritu del Señor está sobre mí; por eso me ha ungido» (Lc 4,18). Francisco insistía en la cuestión de que Jesús fue ungido con el Espíritu Santo para así poder explicar en su audiencia algunas dificultades que vivimos en nuestra fe.

"Somos ante Dios el olor de Cristo"

Para ejemplificar estos problemas que vivimos los cristianos por el pecado original, el Pontífice habló de la "fragancia de Cristo" remontándose a San Pablo que escribía en Corintios: «Porque somos ante Dios el olor de Cristo» (2 Co 2,15). Respecto a esta lectura decía Francisco: "Sabemos que, por desgracia, a veces los cristianos no difunden la fragancia de Cristo, sino el mal olor de su propio pecado. Pero esto no debe distraernos de nuestro compromiso de realizar, en la medida de nuestras posibilidades y cada uno en su ambiente, esta sublime vocación de ser el buen olor de Cristo en el mundo... Si nos esforzamos por cultivar estos frutos, entonces, sin que seamos conscientes de ello, alguien sentirá algo de la fragancia del Espíritu de Cristo a nuestro alrededor. "