En proceso de beatificación Dante Di Stéfano, el discapacitado que encontró en Dios el sentido a su calvario

El argentino salesiano falleció en 1989 como consecuencia de los problemas de salud que arrastraba desde su juventud. Nada le impidió transmitir el Evangelio hasta el final

En proceso de beatificación Dante Di Stéfano, el discapacitado que encontró en Dios el sentido a su calvario

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Se inicia el proceso de beatificación de Dante Di Stéfano, el salesiano argentino que padecía discapacidad. Así lo ha anunciado la Archidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz La Comisión por la Causa de Beatificación definía a Di Stéfano como un “joven santafesino admirado por su fe y aceptación alegre de la voluntad de Dios”.

A los 22 años de edad quedó invidente, pero aquello no le impidió ser animador juvenil salesiano en la parroquia Don Bosco de Santa Fe hasta el día de su muerte. “Vivió y murió como un gran santo, víctima de una terrible enfermedad”, indicó la Comisión de la Causa.

Dante Pablo Di Stéfano nació en la ciudad de Santa Fe el 25 de septiembre de 1951, con una parálisis facial. Su niñez y adolescencia estuvo marcada por una buena formación católica por parte de sus padres.

Empezó sus estudios universitarios en 1970 en la Facultad de Ciencias Económicas. Sin embargo, solo pudo estudiar hasta 1972, porque a los 22 años le diagnosticaron ceguera y rápidamente perdió por completo la vista. Durante el transcurso de 1974, Dante llegó a la Casa Salesiana 'San Juan Don Bosco' de Santa Fe, donde recibió acompañamiento espiritual durante diez años gracias al párroco José Di Bárbora.

El sacerdote encomendó a uno de sus jóvenes la misión de acercar a Dante a la Iglesia, ya que atravesaba una fuerte crisis personal y de fe. A partir de ese momento, Dante se entrega a Dios y empieza a tener una activa y destacada participación en los grupos juveniles, a pesar de su discapacidad.

La salud de Dante empeoró, pero siempre mantuvo la fe

El 25 de diciembre de 1988, Dante sufrió una caída en su casa y se quiebra la cadera. Luego, se le formó una bola en el estómago, ya que su vejiga dejó de funcionar y comenzó a retener líquidos. Durante meses, solo podía alimentarse por sonda, hasta que fue operado para colocarla una próstesis que su cuerpo finalmente rechazó.

Ya no podía caminar. Entre la sonda y las infecciones recurrentes, perdió mucho peso. Los dolores corporales eran cada vez más intensos, pero nada le impidió comunicar el Evangelio y llevar a los jóvenes la palabra de Jesús.

En su libro biográfico creyó contra toda esperanza pese a la ceguera, los dolores y la pérdida de fuerzas. Los jóvenes y los adolescentes se apoyaban sobre él. Dante, siempre con una sonrisa, disimulaba la necesidad que tenía de ser sostenido y alentado.

Sus reflexiones en los últimos días de vida

En sus últimas días antes de fallecer el 31 de julio de 1989, Dante escribió: “El amor de Dios ha querido llevarme por un camino maravilloso, pero muy rechazado por nuestra faz humana”.

“Tengo jornadas de intenso dolor físico y jornadas enteras sin que el sueño aparezca. Pero en este dolor, pocas veces he perdido la ‘paz interna’. Alguna vez he tenido la experiencia de sentirme en el camino del Calvario, imaginando el inmenso madero en mis manos; me hace bien, porque es como que le encuentro sentido al dolor”, expresó.

Y continuó afirmando que “muchas veces en madrugadas de insomnio, me imaginé en la capilla junto a ustedes sintiéndome iglesia; eso sí, siempre me ubico al lado suyo a su derecha, y hasta me parece sentir el roce de la tela de su hábito”.

Más que nunca le pido que estemos unidos en la oración, sabiendo que todo es amor de Dios. Abracémonos a quien es la Vida y sigamos construyendo esta ‘civilización del amor’ soñadas por muchos y contraídas por algunos menos. Con un abrazo afectuosísimo desde el corazón de María Auxiliadora, le digo hasta pronto”, concluyó.