¿Sabías que la residencia papal no ha estado siempre en Roma?
En total, fueron siete pontífices los que vivieron fuera de la ciudad italiana

¿Sabías que la Santa Sede no ha estado siempre en Roma?
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Durante 70 años del siglo XIV, la Sede Petrina estaba en Aviñón, no en Roma. ‘El Papado de Aviñón’ fue un periodo de la historia de la Iglesia católica, entre 1309 y 1377, en el que siete obispos de Roma residieron en la ciudad francesa. Los siete Sucesores de San Pedro, que gobernaron la cristiandad desde Aviñón, fueron Clemente V, Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V y Gregorio XI.
Antes de que fuesen a la ciudad de Aviñón estaban establecidos en Roma, pero el Papa Clemente V se vio obligado a salir de la actual Sede Petrina. En aquella época lo que necesitaba la Iglesia era tener una sede fija, aunque es verdad que la ciudad francesa se encontraba en una posición central en la Europa del siglo XIV.
Cuando murió Clemente V, el primer papa que se trasladó a Aviñón, Juan XXII escogió la ciudad como su sede permanente. Aviñón tuvo un gran desarrollo. Las familias comerciales se fueron desplazando hasta la ciudad poco a poco, hasta que la ciudad francesa se convirtió en una potencia económica de primer orden.
Los siete papas de Aviñón
Clemente V
Clemente V fue el primer papa que hizo de Aviñón su residencia, aunque no con la intención de cambiar la Sede de Roma. La mayor decisión que tomó fue la supresión de la orden del Temple, para beneficio del rey de Francia, Felipe IV.

Juan XXII
El Papa Juan XXII llegó al trono de San Pedro por deseo del nuevo rey de Francia, Felipe V. El pontifíce escogió la ciudad como su sede permanente, siendo así un papa austero que reorganizó la corte sin lujos. Se enfrentó al monarca francés Luis IV y le obligó a abandonar Roma, ya que el Emperador se autopresentaba como el nuevo Papa de la ciudad italiana. Juan XXII murió en 1334.

Benedicto XII
Benedicto XII era muy cuidadoso con las almas que examinaba, empleando mucho tiempo en los procesos y destacaba también su humildad. Su objetivo era fijar la Santa Sede en Roma, pero el rey de Francia se lo impidió, por eso tuvo que trasladar a Aviñón los archivos desde Roma y apoyó la construcción del palacio de los papas.

Clemente VI
Anteriormente, Clemente VI fue Arzobispo de Ruan y consejero de Felipe IV, por lo que sus vínculos con la Corte francesa eran mucho más fuertes que los de sus predecesores.

Inocencio VI
Inocencio VI era un ejemplo de sencillez. Al igual que Clemente VI no regresó a Roma. Estaba interesado en establecer la paz entre Francia e Inglaterra. Y, también construyó nuevas murallas alrededor de Aviñón para proteger la ciudad de los que pasaban para ir a la Guerra de Cien Años.

Urbano V
Siendo Nuncio en Nápoles fue designado Pontífice, tras la muerte de Inocencio VI. Entonces inició un proceso de despojo de cualquier tentación de ostentación entre los clérigos y ofreció los cargos importantes de la Iglesia a miembros de probada virtud. Su predicación giró siempre en torno a la sencillez. Otro de sus objetivos fue que el pueblo saliese de la incultura que tenían, luchando por su instrucción. Cuando retornó a Roma sintió que las lágrimas le brotaban al ver la destrucción de los edificios sagrados, frutos de la división existente entre los eclesiásticos. Muere cuando retornaba a Avignón.
Urbano V fue un papa piadoso y enemigo de la ostentación de algunos de sus predecesores. Favoreció el estudio y la cultura y la construcción de iglesias y universidades. Por su talante humanista, se ganó la confianza de los críticos más acérrimos del papado aviñonés. A finales de 1367 regresó momentáneamente a Roma, donde permaneció apenas tres años. Urbano volvió a Aviñón huyendo de las epidemias y los conflictos.

Gregorio XI
El pontífice Gregorio XI abandonó Aviñón para poner rumbo a Roma en 1377, por lo que era una amenaza para los territorios franceses, y en cambio, una fidelidad de la propia Roma. El Papa murió a los dos años de su llegada a la ciudad italiana, y ahí es cuando se produce el Gran Cisma de Occidente por la sucesión en la Santa Sede.

Santa Catalina de Siena
Santa Catalina, canonizada en 1461 por el Papa Pío II, nació en Siena el año 1347, heredando de su padre la caridad, la dulzura y la bondad, mientras que de su madre toma la decisión y la firmeza. Tanto sus publicaciones como su vida, orientaron e influyeron en muchas personas de todos los estilos y clases.
Santa Catalina de Siena exigía a Gregorio XI que regresara a Roma. Uno de los sellos más característicos de su vida fue el impulso que dio para exhortar a los Pontífices a Roma en los duros momentos del Destierro de Aviñón, algo en lo que insistió hasta que lo consiguió.