El accidente de tren en el que estuvo involucrado Juan Pablo Il que hubiera cambiado la historia de la Iglesia
En 1967 hubo en Polonia un accidente de tren que hubiera podido modificar el curso de la historia de la Iglesia
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Hace unos días el Cardenal Marian Jaworski, amigo fraterno de San Juan Pablo II, falleció a la edad de 94 años. La amistad entre Jaworski y San Juan Pablo II llegó a ser tan importante desde que un accidente de tren pudo cambiar la historia reciente de la Iglesia. El Papa Francisco ha recordado también al cardenal en un mensaje de condolencia entrañable:
“Fue el amigo cordial de San Juan Pablo II. Lo apoyó en las labores del ministerio episcopal y papal”. Así, el Santo Padre ha recordado la muerte del cardenal Jaworski, arzobispo emérito de Leópolis de los Latinos, en Ucrania, a través de una carta de pésame dirigida al arzobispo Marek Jadraszewski, arzobispo metropolitano de Cracovia, Polonia.
El recuerdo del Papa Francisco
“Como filósofo y teólogo colaboró estrechamente con el Papa Benedicto XVI. Personalmente, me une la fecha del Consistorio de 2001, cuando ambos fuimos creados cardenales” concluye la carta del Papa Francisco. El cardenal Jaworski estuvo con Juan Pablo II hasta el final, entregándole el sacramento de la función de los enfermos antes de su muerte el 2 de abril de 2005, ha recordado el Sumo Pontífice.
La amistad entre Jaworski y San Juan Pablo II fue muy especial y daría para escribir libros o una película inédita. Se conocieron en el otoño de 1951, cuando Jaworski llegó a Cracovia para trabajar en su doctorado. Por esas fechas Karol Wojtyla fue nombrado obispo auxiliar en Cracovia e invitó al padre Jaworski a compartir la casa.
La amistad entre San Juan Pablo II y el Cardenal Jaworski
Ambos no sabían que esta amistad llegaría aún más lejos. La vida del cardenal y Karol Wojtyla se estrecharon más si cabe cuando el cardenal Jaworski sufrió un accidente en 1967. Ese año, el arzobispo Wojtyla fue nombrado cardenal por el papa Pablo VI. Wojtyla viajó a Roma para recibir el nombramiento de cardenal, pero tenía ya fijada en su agenda presidir un retiro para los sacerdotes en la diócesis de Warmia. Entonces, le pidió a su amigo querido, Jaworski, que lo reemplazara.
Durante el viaje de Varsovia a Olsztyn el 3 de julio de 1967, ocurrió un accidente ferroviario, en el que el sacerdote Jaworski perdió su brazo izquierdo. Tras regresar a Polonia el 11 de julio, Wojtyla fue de inmediato al hospital de Dzialdowo para visitarlo y según testigos y el propio cardenal Jaworski, confirmaron que cuando vio al herido, empezó a llorar como un niño.
El accidente que podía cambiar la historia de la Iglesia
Juan Pablo II dejó claro muchas veces que el accidente en el que el padre Jaworski perdió el brazo le salvó de la tragedia. Wojtyla no se cansaba de repetir que su ascenso a cardenal se pagó con la sangre del arzobispo.
“Doy gracias al Señor por la vida y el ministerio apostólico de este fiel testigo del Evangelio”, escribió el Papa Francisco, que rememoró su vida eclesial y académica “como decano y primer rector de la Pontificia Academia de Teología de Cracovia”. De hecho, Jaworski y Wojtyla eran filósofos y sus lazos fraternos crecieron por su afinidad intelectual. “San Juan Pablo II destacó a menudo su particular y preciosa contribución al desarrollo científico”, escribió el Papa Francisco.
Un hombre justo, sincero y valiente
Jaworski estaba unido a la historia del Papa polaco y a su iglesia local, pasó mucho tiempo en la Arquidiócesis de Cracovia, donde enseñó teología y filosofía en la universidad de Varsovia y Cracovia y Leópolis, ciudad ubicada en el oeste de Ucrania, a unos 70 kilómetros de la frontera con Polonia.
“En el corazón de quienes lo conocieron, permaneció como un hombre sumamente justo, sincero, valiente que amaba a la Iglesia. Dejó un testimonio digno de celo sacerdotal, de erudición, de fidelidad al Evangelio y de responsabilidad por la comunidad de los creyentes”, escribió Francisco en su misiva de pésame.