Ocho monjas son forzadas a abandonar un convento ante el acoso de la policía en China

Las religiosas soportaban una vigilancia permanente y les quitaron la cruz principal del convento

Ocho monjas son forzadas a abandonar un convento ante el acoso de la policía en China

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Ocho monjas católicas en la provincia china de Shanxi dejaron su convento después de los acosos e intimidaciones perpetrados por agentes de la policía local, como el retiro de la cruz principal, las cruces del interior del edificio y una docena de imágenes religiosas.

Según informa la revista Bitter Winter, dedicada a la libertad religiosa y los derechos humanos en China, las religiosas soportaban la constante vigilancia hasta que les quitaron la cruz principal del convento. “La cruz es un símbolo de salvación. Sacarla se sintió como si nos sacaran un pedazo de carne”, dijo una de las religiosas. “Si nos hubiésemos opuesto, el gobierno habría demolido el convento”, señaló.

“Los policías nos declararon ‘personas peligrosas’ y repetidamente nos acosaban. Nos pidieron escribir lo que habíamos hecho en la vida desde el kínder y nos exigieron revelar todo lo que hemos hecho en los últimos meses. Incluso querían que recordáramos los números de las placas (licencias) de los autos en los que habíamos estado en nuestros viajes”, relató.

Cuatro cámaras de seguridad fueron instaladas en el convento y se planeaba colocar otras más en el comedor, la cocina y la lavandería, pero las religiosas pudieron evitar esto.

Una de las monjas contó que “tres personas, un policía y dos oficiales locales, fueron asignados para observarnos. Con frecuencia ingresaban al convento para preguntar sobre nuestras actividades, a veces por las noches. El gobierno incluso contrató a algunos rufianes para acosarnos. Llegaban a entrar hasta en la cocina para molestar y actuar lascivamente, pidiéndonos que comiéramos con ellos”.

Los católicos en China sufren constante persecución. Las presiones y ataques se incrementaron desde antes de la reciente renovación del acuerdo del Vaticano con el régimen chino para la designación de obispos, el pasado mes de octubre.

El 13 de septiembre, una iglesia católica en la ciudad de Shnezhou en la provincia de Hebei, fue cerrada por rechazar unirse a la Asociación Católica Patriótica China (ACPC), la rama del gobierno dedicada al control de la Iglesia Católica en el país.

“El Partido Comunista está ejerciendo una represión religiosa que es incluso más severa que en el tiempo de la revolución cultural” de Mao Tse Tung en las décadas de 1960 y 1970, dijo un miembro de la comunidad local.

Otra iglesia en la localidad de Yotong, en el distrito de Luancheng, también en la provincia de Hebei, fue cerrada en septiembre también por rechazar unirse a la ACPC. Si nos unimos a la ACPC seremos totalmente controlados por el Partido Comunista, seremos arrancados de Dios. ¡No nos rendiremos!”, dijo un fiel local.

Un templo en Shijiazhuang fue cerrado en mayo y también se quiso obligar al sacerdote a cargo a unirse a la ACPC. El presbítero se opuso, escapó y ahora hace algunas celebraciones en secreto.

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