Ya puedes participar en la Hora Santa del Jueves Santo desde casa con la guía oficial de la CEE

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Ya puedes participar en la Hora Santa del Jueves Santo desde casa con la guía oficial de la CEE

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

24 min lectura

JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SEÑOR

Hora Santa

Esta oración se puede hacer entorno a un icono de Cristo, con al-

guna vela encendida para crear un ambiente de oración. Si alguna

familia considera que es demasiado extensa haga la oración, elíjase

una parte.

Ambientación:

Me dispongo a estar contigo, Señor.

Si se considera oportuno, se puede escuchar el canto de “Cerca

de ti, Señor”.

El guía:

Hoy queremos acompañarte, Señor, como familia,

en estos momentos que preceden a la entrega de tu

vida por nuestra salvación. En estos tiempos de incer-

tidumbre y zozobra queremos acoger y profundizar

en los tres grandes regalos con que nos obsequias: la

Eucaristía, el sacerdocio y el amor fraterno.

Disponnos a la oración en esta nuestra Iglesia domés-

tica. En este momento nos sentimos unidos a toda la

Iglesia y a esta humanidad doliente, que vive con pre-

ocupación este momento singular de nuestra historia.

Danos la gracia de disponer nuestra mente y nuestro

corazón para estar contigo, dejando de lado otras

distracciones.

Escucha de la Palabra de Dios

A continuación, se proclama el siguiente texto pausadamente:

Evangelio Lc 22, 39-46

El lector:

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo

Evangelio según san Lucas.

Todos:

Gloria a ti, Señor.

El lector:

EN aquel tiempo, Jesús salió y se encaminó, como

de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguie-

ron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:

«Orad, para no caer en tentación».

Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arro-

dillado, oraba diciendo:

«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que

no se haga mi voluntad, sino la tuya».

Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba.

En medio de su angustia, oraba con más intensidad.

Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si

fueran gotas espesas de sangre.

Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos,

los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo:

«¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en

tentación».

Palabra del Señor.

Todos:

Gloria a ti, Señor Jesús.

El guía:

Reavivamos en nuestra mente esta escena evangélica.

Se deja un momento de silencio. Luego, el guía continúa:

Jesús, ante el momento definitivo de su vida, se rodea

de los suyos y estos lo dejan solo, se duermen. ¡Cuántas

veces nosotros te dejamos solo, Señor! Nuestras ocupa-

ciones, gustos, aficiones nos ocupan muchos momentos

de nuestro día. Encontramos tiempo para todo, menos

para ti. La causa, Señor, es que en nuestra vida hay

otras prioridades. Pero de repente, un pequeño virus,

trastoca nuestros proyectos y nos llena de temor.

Hoy queremos acompañarte en oración antes de

afrontar tu misión decisiva: entregar la vida por nuestra

salvación.

284 - Jueves Santo en la Cena del Señor

Queremos que tú ilumines nuestra existencia y tantas

situaciones y personas que necesitan, en este tiempo

de modo especial, sentirse queridas por ti, a través

de la acogida y de la cercanía que tus discípulos les

brindemos.

Nos disponemos a este encuentro orando con estas

súplicas.

Puede leer las súplicas un lector y responden todos. Conviene

hacerlo despacio, dejando un breve silencio entre una y otra.

El lector:

Cuando todos te abandonan, cuando Judas te traicio-

na, cuando el Sanedrín prepara tu condena.

Todos:

Nosotros queremos estar contigo.

El lector:

Cuando los discípulos duermen.

Todos:

Nosotros queremos velar contigo.

El lector:

Cuando los soldados te prenden.

Todos:

Nosotros queremos defenderte.

El lector:

Cuando Pedro te niega tres veces.

Todos:

Nosotros queremos confesarte.

Hora Santa - 285

La siguiente oración pueden rezarla todos juntos o uno en voz

alta despacio, dando tiempo a interiorizarla a los demás.

Señor Jesús,

en esta hora de silencio y de paz,

al adentrarnos en la noche de tu entrega,

en que las sombras de la inquietud se acercan,

queremos estar contigo

que nos amas hasta el extremo.

Tú has puesto para nosotros lo que tú eres;

nosotros ponemos ante ti lo que somos,

para adorarte en espíritu y en verdad.

En la intimidad profunda de esta noche santa,

en que tus palabras son tu testamento,

tu voluntad última, tu oración,

haz de nosotros amigos fieles,

discípulos verdaderos,

enamorados de tu amor.

Es noche de Alianza Nueva,

de banquete del Reino;

noche sacerdotal

en que del todo te consagras;

tiempo de orar y velar,

noche de gracia en que nos salvas.

Acepta, Señor, nuestra compañía en esta hora;

siembra en nosotros tu Evangelio

y haznos capaces de vivir contigo

y desde ti todas las cosas,

amando, como tú, hasta el extremo.

Ponemos ante ti el dolor y la soledad

de tantos hijos e hijas tuyos,

golpeados por el coronavirus

en este tiempo y danos la gracia

de sentir que tú estás con nosotros

y entregas tu vida por nosotros tus hijos.

286 - Jueves Santo en la Cena del Señor

PRIMER MOMENTO

Esto es mi Cuerpo entregado

Oramos por el don de la Eucaristía

El guía:

Hoy no hemos podido celebrar la Misa de la Cena del

Señor, nos hemos unido a ella a través de los medios

de comunicación.

En aquel memorial de la Pascua, sintetizaste toda tu

vida en un pedazo de pan y un poco de vino, signo de

tu vida entregada por amor: «Habiendo amado a los

suyos, los amó hasta el extremo».

Cada día en la Eucaristía te ofreces como alimento

para nuestro peregrinar hacia la casa del Padre y para

construir un mundo fraterno, humano y humanizador.

Un alimento que nos alienta a caminar en santidad

conscientes de que Dios lo pide todo, y lo que ofrece

es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos

creados. Él nos quiere santos y no espera que nos

conformemos con una existencia mediocre, aguada o

licuada (GE 1).

¡Cuántas veces la Eucaristía no es el centro de nuestra

vida! ¡Cuántas veces es profanada de palabra y de obra!

¡Cuántos olvidos de tu presencia en el Sagrario donde

siempre nos esperas! ¡Cuántas veces convertimos en

un rito vacío que no nos lleva a dar la vida en servicio

a los hermanos, como haces tú con nosotros!

Hoy, Señor, queremos adorarte y darte gracias por que-

darte con nosotros hecho pan de vida y vino de alegría

para nuestro caminar, en este momento difícil para

nuestro mundo. Queremos reparar, de algún modo,

tantas ofensas y pedirte que no dejes de amarnos. Por

eso, oramos juntos diciendo: Te damos gracias, Señor.

A continuación, lee un lector y responden todos.

Hora Santa - 287

El lector:

Por el Misterio Pascual de tu muerte y resurrección.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El lector:

Por el pan y el vino de la Eucaristía.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El lector:

Por haberte quedado con nosotros.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El lector:

Por haberte abajado y haber asumido nuestras debi-

lidades.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El lector:

Por tu amor hasta la muerte.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El lector:

Por tu presencia permanente.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El lector:

Por la fuerza de tu resurrección.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

288 - Jueves Santo en la Cena del Señor

El lector:

Por el aliento de tu Espíritu.

Todos:

Te damos gracias, Señor.

El guía:

Señor Jesús, tenemos mucho que agradecerte. Vivimos

hoy como comunidad, como Iglesia, gracias a la Euca-

ristía actualizada por tus sacerdotes y prolongada en

la práctica del amor fraterno, tan importante en este

momento que nos ha tocado vivir. Enséñanos a valorar

tu presencia en nuestros sagrarios, oasis para recuperar

la esperanza. Haznos crecer en deseos de conocerte

y permanecer junto a ti, para que nuestra norma de

conducta sea siempre vivir en tu seguimiento, crecien-

do en santidad, dando frutos de bondad, de alegría,

de perdón, de unidad y de fraternidad. Cuidando,

como tú nos enseñaste, los pequeños detalles en la

vida cotidiana y que hoy pueden ser la fuerza de esta

humanidad golpeada por el coronavirus (cf. GE 143).

Permanecemos aquí, Señor, dejando que tu amor

caliente nuestro frío corazón con tu vida hecha Pan

de Eucaristía.

Un cristiano, como el sarmiento, solo puede tener vida

si permanece unido a la vid. Solo tendremos vida si nos

alimentamos de la savia nueva de Cristo, Pan de vida.

Se deja un momento de silencio.

Hora Santa - 289

Escucha de la Palabra de Dios

Evangelio Jn 6, 33-34. 36-39

El lector:

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo

Evangelio según san Juan.

Todos:

Gloria a ti, Señor.

El lector:

EN aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida

al mundo».

Entonces le dijeron:

«Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó: «Como os he dicho, me habéis

visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá

a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque

he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la

voluntad del que me ha enviado. Esta es la voluntad

del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que

me dio, sino que lo resucite en el último día».

Palabra del Señor.

Todos:

Gloria a ti, Señor Jesús.

El guía:

Vivimos en un mundo absorbido por la utilidad y el

pragmatismo. Solo nos preocupa el pan material, los

bienes, el para qué sirve o cuánto gano con esto. Tener

más, para gastar más y disfrutar más.

Jesús, en cambio, nos habla de un pan diferente que

alimenta una vida nueva, una vida para siempre. Un

pan que es su vida entregada por nosotros, para nuestra

salvación.

290 - Jueves Santo en la Cena del Señor

Hoy también te decimos: «Señor, danos de este pan».

Mejor, ayúdanos a descubrir que ese pan es la Euca-

ristía para que así recupere el lugar central que debe

tener en nuestra vida. Que la valoremos y no vivamos

regateando tiempo, despreocupados de entender lo

que hacemos y por qué se hace.

Señor, que la Eucaristía sea el centro y culmen de

nuestra vida, pero no lo único. Que ella nos lleve a

comprender la necesidad de formarnos en la fe, para

dar razón de lo que creemos y celebramos y testi-

moniarlo en el servicio a los hermanos. Que ella sea

luz para que podamos comprender los tiempos de

incertidumbre, de miedo y dolor como este que nos

toca vivir. Que en ella encontremos fuerza para abri-

ros a la esperanza. Señor, a ti, hecho pan de Vida, te

presentamos en este momento nuestros sentimientos

y vivencias y las de nuestros hermanos; el dolor y la

esperanza de este mundo que sufre y necesita de tu

fuerza, de tu Pan de Vida.

Sigue un momento de silencio en el que cada uno presentamos

al Señor, Eucaristía, nuestros sentimientos ante este momento

que vivimos.

SEGUNDO MOMENTO

Haced esto en memoria mía

Oramos por el don del sacerdocio

El guía:

En este segundo momento oramos por los sacerdotes.

«Haced esto en memoria mía», dijo el Señor a los su-

yos, en el transcurso de aquella cena pascual. Desde

aquel instante los ministros de la Iglesia cumplen ese

mandato en servicio de la comunidad presidiendo la

Eucaristía, centro de la vida de la Iglesia y de todo

cristiano.

Hora Santa - 291

El santo Cura de Ars se admiraba ante la grandeza del

sacerdocio y llegó a decir que si no tuviésemos el sacra-

mento del Orden sacerdotal, no tendríamos a nuestro

Señor. ¿Quién le ha puesto ahí, en ese tabernáculo?

El sacerdote. ¿Quién la alimenta para darle fuerza

para hacer su peregrinación de la vida? El sacerdote.

¿Quién la preparará a presentarse ante Dios, lavando

esta alma, por última vez, en la sangre de Jesucristo?

El sacerdote. ¿Y si esta alma va a morir por el pecado,

quién la resucitará?, ¿quién le devolverá la calma y la

paz? Otra vez el sacerdote.

No os podéis acordar de una buena obra de Dios, sin

encontrar al lado de este recuerdo a un sacerdote.

En estos días de alerta y confinamiento en nuestros

hogares, muchos de nuestros sacerdotes, en los templos

vacíos, oran por nosotros y nos presentan al Señor. Se

desviven y arriesgan su vida en los hospitales al lado de

los enfermos, cercanos a quien pierde un ser querido,

alentando a tantos voluntarios que buscan aliviar el

dolor de los que carecen de lo imprescindible para la

vida. Ellos, tantas veces incomprendidos, son sembra-

dores de esperanza con su disponibilidad para atender

las necesidades espirituales de los que se lo piden y

lo necesitan. El sacerdote es sembrador de esperanza

estando al servicio de todos. Él, en estos momentos, al

igual que Jesucristo, no puede retirarse, ni esconderse

ante la cruz, sino que debe manifestar a la sociedad que

la Iglesia también sale con ellos favoreciendo la vida.

Especialmente mediante los sacramentos, a través de

la Unción de enfermos, de la Penitencia, así como de

la Eucaristía, aún celebrada en la soledad. A causa de

sus miserias, entregan en silencio su vida, por la salud

del mundo (cf. Nota de los Obispos de la Subcomisión

Episcopal Familia y defensa de la Vida, Jornada por la

Vida de 25 de marzo de 2020).

292 - Jueves Santo en la Cena del Señor

En este momento, asombrémonos ante el don del

sacerdocio y demos gracias a Dios orando por ellos

diciendo todos juntos a cada súplica:

R Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

El lector:

Te damos gracias, Señor, porque en la tarde del Jueves

Santo instituiste el Sacramento del Orden para seguir

presente en tu Iglesia como Pastor, Maestro y Pontífice

de tu pueblo. R

El lector:

Te damos gracias, Señor, porque en tus sacerdotes

sigues presente en medio de nosotros predicando el

amor de Dios, sus designios de salvación, y enseñan-

do el camino del cielo y de la felicidad cada vez que

predican y nos exhortan. R

El lector:

Te damos gracias, Señor, porque en tus sacerdotes

sigues guiando a tu pueblo a través de la historia cada

vez que nos reúnen como miembros de tu Iglesia, cada

vez que nos libran de los falsos pastores y cada vez que

nos alientan en los males que amenazan nuestra vida. R

El lector:

Perdona, Señor, sus faltas y ayúdanos a comprender

que llevan el tesoro de su vocación en un corazón de

barro, y, que lo que son, es gracias a tu bondad y mise-

ricordia, y suscita en nuestras familias y comunidades

vocaciones abundantes a buenos y santos sacerdotes. R

El guía:

Ahora escuchemos la oración de Jesús por sus sacerdo-

tes y, siguiendo su invitación a orar también nosotros,

oremos al Padre por ellos. De modo especial hoy re-

cordamos a aquellos que entregaron su vida sirviendo a

Hora Santa - 293

sus hermanos en esta crisis del coronavirus y a cuantos

la exponen para llevar los auxilios de la salvación y la

esperanza que nace de tu amor por nosotros.

Se deja un breve silencio y luego uno proclama el texto del Evan-

gelio, la oración de Jesús por sus sacerdotes, de modo pausado.

Escucha de la Palabra de Dios

Evangelio Jn 17, 1a. 11b. 14-15. 20-21

El lector:

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo

Evangelio según san Juan.

Todos:

Gloria a ti, Señor.

El lector:

EN aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo,

dijo:

«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me

has dado, para que sean uno, como nosotros. Yo les he

dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no

son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No

ruego que los retires del mundo, sino que los guardes

del maligno.

No solo por ellos ruego, sino también por los que crean

en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno,

como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también

sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú

me has enviado».

Palabra del Señor.

Todos:

Gloria a ti, Señor Jesús.

El guía:

Jesús ora por los suyos a quienes ha llamado y les

enviará a llevar su Buena Noticia por todo el mundo,

siendo puentes de la salvación y de la gracia de Dios

294 - Jueves Santo en la Cena del Señor

para los hombres. En esta noche, al igual que Jesús,

oremos por nuestros sacerdotes. Ellos, que tantas veces

reciben nuestras críticas despiadadas, necesitan mucho

más de nuestra oración para permanecer fieles en su

debilidad, para no desalentarse ante las tentaciones del

mundo, para promover la comunión y ser sembradores

de esperanza cuando el temor nos invade. Señor, que

estén encarnados en el mundo, pero que no se con-

viertan en mundanos.

Se deja un breve silencio para orar.

El guía:

El mundo necesita testigos de tu presencia, Señor,

porque en la vida de muchos hombres, la fe en ti se ha

apagado, el vacío y el miedo atenazan nuestras vidas.

Nuestros sacerdotes a menudo se sienten impotentes

ante la indiferencia que crece en tantos que se dicen

cristianos y viven como paganos, preocupados única-

mente por sus intereses y de aumentar su bienestar y

su hacienda. En ocasiones ellos son tentados por el

desaliento al no ver el fruto deseado y pueden caer en

el lamento, el individualismo y la autorreferencialidad.

Danos tu gracia para acompañarlos y que ellos se

dejen acompañar, para caminar juntos y en la misma

dirección con esperanza y alegría.

Suscita entre nosotros hombres generosos, capaces de

olvidarse de sí mismos para poner sus vidas al servi-

cio de los demás, sobre todo de aquellos que más lo

necesitan, y que se entreguen con alegría al anuncio

gozoso de tu Evangelio. Envía, Señor, sacerdotes san-

tos a tu Iglesia. Sacerdotes que entreguen su vida por

amor a sus fieles. Sacerdotes que los lleven hacia ti y

sean puentes de comunión, no muros que separan,

aíslan y dividen.

Hora Santa - 295

Después de un breve silencio de interiorización, el guía dice:

Meditamos y oramos un momento:

Damos gracias a Dios por nuestros Pastores, pedimos

para que sean testigos de comunión en medio de la co-

munidad. Los presentamos ante el Señor con sus vidas

y pedimos que no caigan en la mundanidad espiritual.

Nos sentimos también nosotros partícipes del sacerdo-

cio de Cristo y llamados a construir, trabajando por el

Reino de Dios, la unidad en nuestro mundo y llamados

a ser portadores de esperanza desde la cercanía a quien

se siente solo y desalentado.

Se deja un tiempo de silencio y oración.

Oración por los sacerdotes

Luego, el guía hace suya esta oración e invita a los miembros de

la familia a orar por lo sacerdotes.

El lector:

Al santo padre el papa Francisco.

Todos:

Dale, Señor, tu corazón de Buen Pastor.

El lector:

A los sucesores de los Apóstoles.

Todos:

Dales, Señor, solicitud paternal por sus sacerdotes.

El lector:

Al obispo de nuestra diócesis, puesto por el Espíritu

Santo.

Todos:

Compromételo con sus fieles, Señor.

296 - Jueves Santo en la Cena del Señor

El lector:

A los párrocos.

Todos:

Enséñales a servir y a no desear ser servidos, Señor.

El lector:

A los confesores y directores espirituales.

Todos:

Hazlos, Señor, instrumentos dóciles de tu Espíritu.

El lector:

A los que anuncian tu palabra.

Todos:

Que comuniquen espíritu y vida, Señor.

El lector:

A los asistentes del apostolado seglar,

Todos:

Que lo impulsen con su testimonio, Señor.

El lector:

A los que trabajan por la juventud.

Todos:

Que la comprometan contigo, Señor.

El lector:

A los que trabajan entre los pobres.

Todos:

Haz que te vean y te sirvan en ellos, Señor.

El lector:

A los que atienden a los enfermos.

Todos:

Que les enseñen el valor del sufrimiento, Señor.

Hora Santa - 297

El lector:

A los sacerdotes pobres.

Todos:

Socórrelos, Señor.

El lector:

A los sacerdotes enfermos.

Todos:

Sánalos, Señor.

El lector:

A los sacerdotes ancianos.

Todos:

Dales alegre esperanza, Señor.

El lector:

A los tristes y afligidos.

Todos:

Consuélalos, Señor.

El lector:

A los sacerdotes turbados.

Todos:

Dales tu paz, Señor.

El lector:

A los que están en crisis.

Todos:

Muéstrales tu camino, Señor.

El lector:

A los calumniados y perseguidos.

Todos:

Defiende su causa, Señor.

298 - Jueves Santo en la Cena del Señor

El lector:

A los sacerdotes tibios.

Todos:

Inflámales en el fuego de tu amor, Señor.

El lector:

A los desalentados.

Todos:

Reanímalos, Señor.

El lector:

A los que entregaron su vida sirviendo a los enfermos

de esta pandemia.

Todos:

Acógelos en tu descanso, Señor.

El lector:

A los que aspiran al sacerdocio.

Todos:

Dales la perseverancia, Señor.

El lector:

A todos los sacerdotes.

Todos:

Dales fidelidad a ti y a tu Iglesia, Señor.

El lector:

A todos los sacerdotes.

Todos:

Dales obediencia y amor al papa, Señor.

El lector:

A todos los sacerdotes.

Todos:

Que vivan en comunión con su obispo, Señor.

Hora Santa - 299

El lector:

Que todos los sacerdotes.

Todos:

Sean uno como tú y el Padre, Señor.

El lector:

Que todos los sacerdotes.

Todos:

Promuevan la justicia con que tú eres justo.

El lector:

Que todos los sacerdotes.

Todos:

Sean vínculo de comunión con sus hermanos en el

sacerdocio, Señor.

El lector:

Que todos los sacerdotes, llenos de ti.

Todos:

Vivan con alegría en el celibato, Señor.

El lector:

A todos los sacerdotes.

Todos:

Dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en

ti, Señor.

300 - Jueves Santo en la Cena del Señor

TERCER MOMENTO

Esto os mando, que os améis

Oramos por la fraternidad

El guía:

La Eucaristía y el sacerdocio son dos grandes dones del

Señor en esta víspera de la pasión y muerte de Jesús.

Pero él, que pasó por el mundo haciendo el bien y se

hizo pan partido para la vida del mundo, nos quiere

servidores y que nos amemos como hermanos. Celebrar

la Eucaristía implica vivir la comunión fraterna con los

hermanos, de modo especial con los más necesitados,

y entregarse a su servicio. El amor fraterno se alimenta

de la vida entregada del Señor y le hace presente en

el mundo al tiempo que descubre en cada hermano a

su Señor. Supliquemos al Señor, en esta tarde, para

que redescubramos con más fuerza la fraternidad que

nos une.

Escucha de la Palabra de Dios

Evangelio Jn 15, 9-17

El lector:

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo

Evangelio según san Juan.

Todos:

Gloria a ti, Señor.

El lector:

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;

permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamien-

tos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he

guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco

en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría

esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Hora Santa - 301

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros

como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande

que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis

amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo

siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor:

a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído

a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo

quien os he elegido y os he destinado para que vayáis

y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que

lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os

mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor.

Todos:

Gloria a ti, Señor Jesús.

El guía:

Tu mensaje, Señor, resulta revolucionario en nuestro

mundo donde cada uno va a lo suyo. Tú quieres que

nos amemos, pero no de cualquier modo, sino como

tú y el Padre os amáis. Para ello nos das tu Espíritu,

admirable constructor de la unidad. En la Eucaristía

nos hermanas alrededor de tu mesa y del pan de tu

Cuerpo entregado, y nos dejas pastores que nos alien-

ten en el camino de la comunión fraterna.

El mandamiento que nos das en este día es el del amor.

La iniciativa parte de Jesús. Él nos amó primero. Su

amor es una invitación, un punto de partida para el

nuestro; y algo más, es gracia derramada que nos ca-

pacita para amar como él mismo nos amó. Su amor es

el del Padre, su amor es el Espíritu Santo derramado

en nuestros corazones.

Señor, enséñanos a mirar a cada persona con una

mirada fraterna. Como ha dicho el papa Francisco el

pasado 8 de marzo, las familias debemos vivir esta crisis

sanitaria y humana con la fuerza de la fe, la certeza

302 - Jueves Santo en la Cena del Señor

de la esperanza y el fervor de la caridad. Llamados, en

familia, a ser sembradoras de esperanza, construyendo

y viviendo la Iglesia doméstica. La Iglesia está en casa,

en el hogar, en la familia. Es momento de cuidarnos

unos a otros y de practicar la misericordia dentro de

la familia y con los más cercanos, empezando por esa

maravillosa obra de misericordia que nos llama a “su-

frir con paciencia los defectos del prójimo” (cf. Nota

de los Obispos de la Subcomisión Episcopal Familia

y defensa de la Vida, Jornada por la Vida de 25 de

marzo de 2020).

No permitas que nuestro corazón se cierre a tantas

injusticias que nos rodean y a tantos hombres como

sufren. Haz que sepamos reconocer en cada ser huma-

no tu rostro vivo para que te adoremos y te sirvamos

por medio de nuestra entrega y nuestra solidaridad.

Hoy, Señor, queremos orar por aquellos que entregan

su vida para ayudarnos a superar esta situación de

pandemia:

El lector:

Al personal sanitario, que está sembrando la esperanza

con su entrega y buen hacer, practicando una medicina

humanitaria capaz de defender la vida de los más dé-

biles, acogiéndolos, protegiéndolos y acompañándolos

en su enfermedad, aún con el riesgo de sus vidas.

Todos:

Dales fortaleza, Señor.

El lector:

A los transportistas y cuantos con su trabajo en el

sector de servicios hacen que el pan de cada día llegue

a cada hogar.

Todos:

Guíalos y aliéntalos, Señor.

Hora Santa - 303

El lector:

A cuantos trabajan en los servicios de limpieza para

protegernos del contagio de este terrible virus.

Todos:

Hazles llegar nuestra gratitud, Señor.

El lector:

A los hombres del campo y a las fuerzas de seguridad.

Todos:

Dales constancia, Señor.

El lector:

A los cuidadores de los enfermos y ancianos.

Todos:

Llénalos de tu misericordia, Señor.

El lector:

A los voluntarios que siguen manteniendo la acción

caritativa entregando su vida para ayudar a los nece-

sitados.

Todos:

Dales amor y compasión, Señor.

El lector:

A los científicos y a cuantos luchan por la vida.

Todos:

Ilumínalos, Señor.

El lector:

A los que, de modo silencioso, están cerca de quien

les necesita.

Todos:

Premia su generosidad, Señor.

304 - Jueves Santo en la Cena del Señor

El lector:

A los abuelos, a los padres que cuidan de sus hijos, a

los niños y a los jóvenes.

Todos:

Llénalos de tu generosidad y amor, Señor.

El lector:

A cuantos, en estos días, perdieron a un ser querido y

vivieron este momento en la soledad.

Todos:

Dales la esperanza de tu resurrección, Señor.

El lector:

A cuantos han muerto a causa de esta pandemia.

Todos:

Acógelos en tu descanso, Señor.

El lector:

A todos nosotros, que no debemos olvidar que existe

un Dios que cuida de nosotros y nos llama a cuidarnos

como hermanos.

Todos:

Danos un corazón sensible a las necesidades del otro,

Señor.

CONCLUSIÓN

Que sean uno para que el mundo crea

El guía:

Señor, entregaste tu vida por nuestra salvación y nos

dejas el gran don de la Eucaristía, el sacerdocio y el

amor fraterno, para prolongar en el mundo tu estilo

de vida.

Al concluir este momento de oración, dirigimos nues-

tra mirada a tu Madre, que con el alma traspasada de

dolor viviría estos momentos de tu Pasión, para que

Hora Santa - 305

ella interceda ante ti por todos nosotros, de modo

especial por los más vulnerables y golpeados por esta

pandemia, diciendo:

Y todos juntos dicen:

Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios;

no desoigas las súplicas

que te dirigimos

en nuestras necesidades,

antes bien

líbranos de todo peligro,

¡oh, Virgen gloriosa y bendita!

Amén.

El guía:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu

Santo.

Todos:

Amén

Descárgate la guía de la Iglesia española para participar en los oficios de Semana Santa desde casa