El aniversario del día en el que cuatro Papas "se reunieron" en el Vaticano

El centro del cristianismo ofreció al mundo el testimonio de "dos hombres valientes", el rostro de la bondad y de la misericordia de Dios

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Han pasado 6 años del dia de los "cuatro Papas" en la historia de la Iglesia pero ese 27 abril de 2014 sigue muy presente en la historia de Iglesia. La plaza se llenó rápidamente después de que se abrieran las puertas a las cinco de la mañana, los fieles rompieron el silencio respetuoso en contadas ocasiones: cuando Benedicto XVI hizo su aparición, cuando Papa Francisco salió de la Basílica y cuando ambos se saludaron.

Poco después de las 10:30, llegó el que era quizá el momento más esperado por los fieles. Y Francisco pronunció una palabra latina que muchos parecieron comprender: "Decernimus" ("Lo ordenamos").

Un mandato que convirtió en santos para la Iglesia católica a Juan XXIII y Juan Pablo II.

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93 delegaciones internacionales frente al altar del Papa

Frente al altar desde donde el Papa celebró la ceremonia de canonización, 93 delegaciones internacionales asistieron a la primera canonización doble de dos papas en la historia. El orden de las sillas perfectamente alineadas en las que se sentaron los dignatarios contrastó con el tumulto del resto de la plaza, donde se reflejó durante unas horas el mapa humano del catolicismo. Hubo religiosos – sacerdotes, frailes y monjas con hábitos variados – pero la mayoría fueron laicos. No hubo cifras oficiales sobre el origen de los peregrinos, pero una mirada alrededor, bastaba para dar una idea aproximada del crisol de procedencias que llenó esta plaza.

El testimonio y el rostro de la bondad de Dios

Plaza de San Pedro todavía llevaba los colores de la Pascua de Resurrección, olía a flores, pero sobre todo a santidad. El centro del cristianismo ofreció al mundo el testimonio de "dos hombres valientes, llenos de la parresia del Espíritu Santo", el rostro de la bondad y de la misericordia de Dios. Papa Francisco dibujó así a Juan XXIII y Juan Pablo II en la homilía de la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro frente a más de 500 mil personas, que vinieron de todo el mundo.

Era el domingo de la Divina Misericordia, fiesta establecida precisamente por Juan Pablo II en 1992, el primer domingo después de Pascua, el llamado "domingo en albis". Una decisión tomada por las visiones de la Hermana Faustina Kowalska, la religiosa polaca que vivió a principios de 1900 y canonizada por el propio Wojtyla en 2000. Benedicto XVI también participó en la Misa en San Pedro, elegido en 1981 por Juan Pablo II para dirigir la Congregación para la Doctrina de la Fe y su sucesor al trono de Pedro. Un verdadero vínculo de amistad en la fe. Juan Pablo II es santo por la curación de una lesión cerebral grave de una mujer, Floribhet Mora, que fue reconocida el 1 de mayo de 2011, el día de su beatificación. Para Juan XXII es una canonización "Pro gratia", sin un milagro certificado.

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Los Papas que "miraron y amaron"

Francisco definió a los dos Papas como aquellos que "tuvieron el coraje de mirar las heridas de Jesús, tocar sus manos heridas y su costado perforado. No se han avergonzado de la carne de Cristo, no se han escandalizado por él, por su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría vieron a Jesús”. Miraron y amaron. Dos hombres contemplativos, llenos de "esperanza viva" y "gozo indescriptible y glorioso", capaces de devolver al mundo y a la Iglesia los dones recibidos de Dios.

Fueron santos capaz de hacer avanzar y crecer a la Iglesia, explica Francisco, que describe a Juan XXIII como el Papa de la docilidad al Espíritu Santo porque, al convocar al Concilio Vaticano II en 1959, "se dejó guiar y fue pastor de la Iglesia, una guía guiada, guiada por el Espíritu ". "El Papa de la familia" es la definición cosida a Juan Pablo II. El Papa los llama a ambos "pastores del pueblo de Dios" a quienes recomienda que nos enseñen "a no ser escandalizados por las heridas de Cristo, a profundizar en el misterio de la misericordia divina, quien siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama".

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