¿Por qué se publica una Bula Papal antes de cada Jubileo? Francisco lo hará el próximo 9 de mayo

El próximo 9 de mayo, festividad de la Ascensión, el Papa Francisco publicará la Bula Papal para convocar el Jubileo 2025

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Eva Fernández Huéscar

Roma - Publicado el - Actualizado

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El próximo 9 de mayo, festividad de la Ascensión, el Papa Francisco publicará la Bula Papal para convocar el Jubileo 2025. Lo hará antes de iniciar el rezo de las Segundas Vísperas en la Basílica de San Pedro. En ese documento, que lleva por título “Spes non confundit” (La esperanza no confunde) estarán escritas las fechas de inicio y fin del Año Santo junto a los temas primordiales de la convocatoria, cuyo tema central es "Peregrinos de Esperanza". También se publicarán los principales actos jubilares previstos en Roma entre enero y mayo de 2025.

El Año Santo Jubilar ordinario es un período especial de gracia y perdón dentro de la Iglesia Católica, que se celebra cada 25 años. El próximo Jubileo comenzará el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro y culminará el 24 de diciembre de 2025 con su clausura. Con este motivo viajarán a Roma millones de peregrinos para ganar la Indulgencia Plenaria siguiendo las normas establecidas. Se esperan cerca de 35 millones de visitantes a la Ciudad Eterna.

¿En qué consiste la ceremonia de lectura de la Bula?

El jueves 9 de mayo, el Papa Francisco acudirá a la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, cerrada desde el 20 de noviembre 2016, cuando se clausuró el Año Santo Extraordinario de la Misericordia. Antes de la celebración de las Vísperas y en el atrio de la Basílica, ante la Puerta Santa, leerá estas palabras:

“Hermanos: Que Dios omnipotente y misericordioso reavive en nosotros la esperanza cierta de la gloria, a la que estamos destinados por la gracia. Hoy, en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, ante la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y ante la presencia de la Iglesia Peregrina de Roma, entrego a los Arciprestes de las basílicas papales y a algunos representantes de la Iglesia esparcida por el mundo y a los Protonotarios apostólicos la Bula “Spes non confundit” con la que se iniciará el Jubileo del año 2025, para que se de lectura”

A continuación, uno de los Protonotarios Apostólicos, ante la Puerta Santa, dará lectura a algunas de las partes más significativas de esta Bula. Poco después tendrá lugar la procesión solemne en la que se entrará en la Basílica para el rezo de Vísperas.

Durante esta simbólica ceremonia, tal como se escuchará al pontífice, Francisco entregará el texto de la Bula a los Arciprestes de la Basílicas papales de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y la Basílica de San Pedro, también lo hará a algunos representantes de la Iglesia en el mundo y a los Protonotarios Apostólicos.

Posiblemente, en representación de los obispos del mundo, estará presente el Prefecto de la congregación de los obispos, el Prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos y el de las Iglesias orientales. Al finalizar el rezo de las Vísperas el Papa pronunciará una homilía en la que explicará los puntos fundamentales del Año Santo de la Esperanza.

¿Qué contendrá la Bula del Jubileo?

La bula del Jubileo es un documento fundamental para conocer el espíritu con el que cada pontífice convoca los jubileos junto con las intenciones y los frutos esperados, en este caso por el Papa Francisco.

Bonifacio VIII fue el primer pontífice que lanzó al mundo la convocatoria del primer Jubileo “oficial”. El año 1.300, que muchos veían como la fecha del fin del mundo, se miraba con miedo, pero también con esperanza. La primera bula registrada en la historia es precisamente la de aquel Jubileo: ”Antiquorum habet fida relatioi”, fechada el 22 de febrero de 1.300. El el Palacio Lateranense se conserva aún el fresco en el que Giotto inmortalizó la lectura de aquel documento pontificio

Desde el 25 de diciembre de 1299 al 1 de enero de 1300 cientos de miles de personas peregrinaron a Roma para rezar ante la tumba de San Pedro

La tradición dicta que cada Jubileo se proclame a través de la publicación de una Bula Papal (o Bula Pontificia) de convocatoria. Por “Bula” se entiende un documento oficial, generalmente escrito en latín, con el sello del Papa, cuya forma da nombre al documento. Al principio el sello solía ser de plomo y llevaba en el anverso la imagen de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, Fundadores de la Iglesia de Roma, y en el reverso el nombre del Pontífice. Más tarde, un sello de tinta sustituyó el sello metálico, pero éste se siguió utilizando para los documentos de mayor importancia. Cada Bula se identifica por sus palabras iniciales. Por ejemplo, San Juan Pablo II convocó el Gran Jubileo del año 2000 con la Bula Incarnationis mysterium (“El Misterio de la Encarnación”), mientras que el Papa Francisco convocó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia (2015?2016) con la Bula Misericordiae vultus (“El rostro de la misericordia”).

En el texto de la Bula del Jubileo 2025 estarán desarrolladas las principales líneas de reflexión y motivaciones que ayudarán a los peregrinos a lo largo del Año Santo.

Para ganar la indulgencia jubilar

Uno de los elementos constitutivos de cada Jubileo es la posibilidad de lucrar indulgencia. Tal como leemos en el catecismo, en el sacramento de la penitencia Dios concede al pecador arrepentido, por medio del sacramento, la remisión de la “pena eterna” debida por los pecados graves confesados. Sin embargo, todo pecado, incluso venial, “entraña apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio”. “Con la indulgencia se condona al pecador arrepentido la pena temporal por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa”.

El decreto de la Penitenciaría Apostólica, que acompaña la Bula del Papa, recuerda las normas generales que rigen la concesión de indulgencias, las cuales pueden obtenerse solamente una vez al día y aplicarse como sufragio por las almas de los difuntos. Respecto a los requisitos específicos para obtener la indulgencia jubilar, especifica, a la espera de su publicación, previsiblemente serán los siguientes:

– En Roma, haciendo una peregrinación a una de las Basílicas patriarcales, y participando allí en la Santa Misa, en otra celebración litúrgica o en un ejercicio de piedad; también visitando, en grupo o individualmente, una de las cuatro Basílicas patriarcales y permaneciendo allí un cierto tiempo en adoración eucarística o en meditación espiritual, concluyendo con el «Padre nuestro», con la profesión de fe en cualquiera de sus formas legítimas y con la invocación a la Santísima Virgen María. Posiblemente en el Jubileo del 2025 se añadirán a las cuatro Basílicas patriarcales los siguientes lugares y con las mismas condiciones: la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, la Basílica de San Lorenzo junto al cementerio Verano, el Santuario de la Virgen del Divino Amor y las Catacumbas cristianas.

En Tierra Santa, observando las mismas condiciones y visitando la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, la Basílica de la Natividad en Belén o la Basílica de la Anunciación en Nazaret.

– En las demás circunscripciones eclesiásticas, haciendo una peregrinación o visitando la iglesia catedral u otras iglesias o lugares designados por el Ordinario, siguiendo las mismas condiciones señaladas para Roma.

– En cada lugar, yendo a visitar por un tiempo conveniente a los hermanos necesitados o con dificultades (enfermos, encarcelados, ancianos solos, minusválidos, etc.), como haciendo una peregrinación hacia Cristo presente en ellos y cumpliendo los requisitos espirituales acostumbrados, sacramentales y de oración. Los fieles querrán ciertamente repetir estas visitas durante el Año Santo, pudiendo obtener en cada una ellas la indulgencia plenaria, una vez al día como máximo.

– «La indulgencia plenaria jubilar podrá obtenerse también mediante iniciativas que favorezcan de modo concreto y generoso el espíritu penitencial, que es como el alma del Jubileo. A saber: absteniéndose al menos durante un día de cosas superfluas (por ejemplo, el tabaco, las bebida alcohólicas, ayunando o practicando la abstinencia según las normas generales de la Iglesia y las de los Episcopados) y dando una suma proporcionada de dinero a los pobres; sosteniendo con una significativa aportación obras de carácter religioso o social (especialmente en favor de la infancia abandonada, de la juventud con dificultades, de los ancianos necesitados, de los extranjeros en los diversos países donde buscan mejores condiciones de vida); dedicando una parte conveniente del propio tiempo libre a actividades de interés para la comunidad u otras formas parecidas de sacrificio personal».

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