Los sonidos de la visita de Benedicto XVI a Cuba para dar esperanza al pueblo y pedir a los Castro aperturismo

Se cumplen diez años desde que el Papa alemán llegara al país caribeño, que daba tímidos pasos hacia el aperturismo. Ratzinger criticó las restricciones económicas de EEUU a Cuba

Los sonidos de la visita de Benedicto XVI a Cuba para dar esperanza al pueblo y pedir a los Castro aperturismo

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Benedicto XVI siguió los pasos de Juan Pablo II y visitó la isla de Cuba hace justo una década, el 26 de marzo de 2012. Fue su único viaje apostólico al país caribeño que, por aquel entonces, superaba el medio siglo de dictadura comunista.

Como ya hiciera más de diez años antes su predecesor en la cátedra de San Pedro, el hoy Papa Emérito llegó a Cuba con un mensaje de reconciliación entre los cubanos, y en favor de ampliar las libertades fundamentales de sus ciudadanos.

"Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren", dijo el Joseph Ratzinger tras el discurso de bienvenida del entonces presidente del país, Raúl Castro, quien le dio por seguro el "afecto" y respeto" de Cuba.

El Pontífice se mostró confiado en el futuro de Cuba y aludió al "momento especial" que atravesaba la isla, en referencia al proceso de reformas económicas propiciado por el entonces presidente.

"Estoy convencido de que Cuba, en este momento especial de su historia, está mirando al mañana, y para ello se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes”, expresó.

Ante una multitud, Benedicto XVI llamó a los cubanos en su primera misa en la isla a dar vigor a la fe y luchar "para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre" con las armas de "la paz, el perdón y la comprensión".

En su segunda homilía, multitudinaria y en la emblemática Plaza de la Revolución José Martí de La Habana, defendió los derechos humanos y el derecho de la Iglesia a jugar un papel importante en la opinión pública: "La Iglesia vive para hacer partícipes a los demás de lo único que ella tiene, y que no es sino Cristo, esperanza de la gloria. Para poder ejercer esta tarea, ha de contar con la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente", afirmó.

Reafirmó su mensaje de reconciliación al pedir que "Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos", apremió a desterrar las "posiciones inamovibles" y animó al "diálogo paciente y sincero" para solucionar discrepancias y dificultades.

En su última jornada en Cuba, Benedicto XVI se reunió con Raúl Castro, a quien solicitó declarar festivo el Viernes Santo, y la respuesta fue instaurarlo desde entonces.

Ratzinger también mantuvo un encuentro con Fidel Castro, que desde 2006 se había retirado del poder debido a una grave enfermedad y quien había accedido a la petición del Papa Juan Pablo II durante su histórica visita en 1998, de restablecer la festividad de la Navidad. Antes de regresar a Roma, Benedicto XVI abogó por "cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada".

Asimismo, criticó las "medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país que pesan negativamente sobre la población", en una velada crítica al embargo económico de Estados Unidos a la isla.