Castel Gandolfo, el observatorio de la Santa Sede que estudia el origen del universo
El Vaticano ha sido una de las instituciones referente en el estudio de las estrellas
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Castel Gandolfo es popular por ser la residencia veraniega del Papa. Sin embargo, esta sede vaticana no solo es conocida por su trayectoria sacra. A tan solo 18 kilómetros de Roma, este pequeño enclave de poco más de 8.000 habitantes ha sido a lo largo de la historia uno de los epicentros mundiales de la astronomía.
Este centro estudia cuestiones como la cosmología, los hexoplanetas, astros fuera de nuestro Sistema Solar, así como la vida de las estrellas. Calles estrechas y empedradas y de resultante pendiente permiten coronar, no sin un pequeño esfuerzo, la plaza central del pueblo, presidida por el Palacio Pontificio.
Allí se encuentra la tradicional residencia veraniega pontificia, cerrada al público hasta que el Papa Francisco decidió mostrar su esplendor a todos los visitantes. De forma rectangular, un gran patio central corona la sede con un balcón desde donde el Santo Padre rezaba el Ángelus. Sin embargo, no muchos conocen lo que se esconde en el otro ala del edificio.
En un lugar de culto, se encuentra el Observatorio Vaticano, uno de los centros astronómicos más importantes de Europa. Formado por 16 personas, ocho de ellos en este pequeño enclave y el resto en Arizona. Este grupo de religiosos ha abordado la investigación astronómica como parte fundamental de sus estudios, con la presencia de tres de los telescopios europeos más importantes del siglo XX.
Uno de ellos es el Padre Brown. Natural de Estados Unidos, refleja su entusiasmo entre la conexión de la Ciencia con la Religión. “Dios hizo un universo razonable. Por eso existen las leyes de la Ciencia, que demuestran que tiene sentido”.
La singularidad del lugar viene dada por su enclave. A orillas del lago volcánico Albano, su situación geográfica permite no solo obtener una de las mejores panorámicas de la ciudad de Roma, sino un punto excelente para el estudio de los astros. De hecho, a los pies de uno de sus telescopios, fue desde donde el Papa Pablo VI presenció cómo el hombre hacía historia con el primer abordaje lunar. El pontífice fue uno de los privilegiados en poder comunicarse en ese momento con la expedición del Apolo XI.
En la actualidad, este institución se centra en el estudio teórico y divulgativo de la astronomía, residiendo su base puramente científica en Arizona. En este lugar además es donde se encuentra un meteorito de la Luna con el que el Presidente Nixon obsequió al Papa Pablo VI.
La seguridad que ha rodeado a esta Sede Vaticana ha estado siempre abierta los fieles. En plena II Guerra Mundial, este lugar al ser una zona neutral, abrió sus puertas para proteger a aquellos habitantes de la zona de las barbaries que se cometían. Un reflejo de la variedad de fines que los edificios eclesiásticos han acogido a lo largo de la historia.