El Papa Francisco visita el hospital de Zimpeto en Mozambique

El Papa Francisco visita el Centro de salud polivalente “San Egidio” de Zimpeto

El Papa Francisco visita el hospital de Zimpeto en Mozambique

Vatican News

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El Papa Francisco ha visitado el hospital de Zimpeto, a 25 kilómetros de Maputo en Mozambique. En este lugar, se ha encontrado con los enfermos y trabajadores de la Comunidad de San Egidio que ayuda a los que padecen SIDA, a través del programa DREAM. Un programa que ha conseguido dar un vuelco al tratamiento de esta enfermedad en África.

El Santo Padre ha saludado a todas las personas que trabajan en el hospital, así como a todos los presentes, especialmente a aquellas mujeres enfermas de SIDA/VIH. En el marco de su viaje a África, Francisco ha dedicado unas palabras a los presentes.

El Buen Samaritano. Buscar soluciones

Francisco, teniendo como telón de fondo la parábola del Buen Samaritano dice: “Todos los que han pasado por aquí, todos los que vienen con desesperación y angustia, son como ese hombre tirado al borde del camino. Y, aquí, ustedes no han pasado de largo, no han seguido su camino como lo hicieron otros —el levita y el sacerdote—. Este centro nos muestra que hubo quienes se detuvieron y sintieron compasión, que no cedieron a la tentación de decir “no hay nada por hacer”, “es imposible combatir esta plaga”, y se animaron a buscar soluciones”.

Escuchar el grito silencioso

El Papa continuó su discurso afirmando que el hospital es “la casa, donde vive el Señor con los que están al lado del camino (…) han escuchado ese grito silencioso, apenas audible, de infinidad de mujeres, de tantos que vivían con vergüenza, marginados, juzgados por todos”. Y a ellas, continúa el Papa, “han añadido a los que padecen cáncer, tuberculosis, y a centenares de desnutridos, especialmente niños y jóvenes”.

La comunidad sanitaria expresión del Corazón de Jesús

El Papa resaltó que el éxito de la misión del hospital reside en la búsqueda comunitaria y humilde de la salud de los enfermos, por eso afirma: “Son un signo de cercanía para cuantos pasan necesidad, para que sientan la presencia activa de un hermano o una hermana. Lo que no necesitan los pobres es un acto de delegación, sino el compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor (…)  que honra al otro como persona y busca su bien”.

Escuchar el grito. Restituir la dignidad

El Pontífice insiste en la relación existente entre la escucha del sufrimiento del otro y la posibilidad de ayudarle a reencontrar su dignidad: “Escuchar este grito les ha hecho entender que no bastaba con un tratamiento médico, ciertamente necesario; por eso han mirado la integralidad de la problemática, para restituir la dignidad de mujeres y niños, ayudándolos a proyectar un futuro mejor”.

Trabajo en redes, por una mayor eficacia

Los límites de la acción sanitaria en el lugar no han sido impedimento para, con humildad, trabajar con otros. El Papa subraya esta realidad: “Reconocer que, en el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil e insuficiente, nos lleva a tender la mano a los demás, de modo que la colaboración mutua pueda lograr su objetivo con más eficacia (…) sin ningún tipo de protagonismo”. El Papa también resaltó el empeño institucional por formar operadores locales, así como la generación de redes de cooperación con profesionales de la salud a través de la telemedicina.

Escuchar a los más pobres. Escuchar nuestra devastada tierra

El Papa integra a la escucha de los más pobres, la obligación de escuchar los gritos de “nuestra oprimida y devastada tierra, que gime y sufre dolores de parto (…) tenemos que darnos cuenta que somos todos parte de un mismo tronco”.

El Papa se despidió de los presentes volviendo a la parábola del Buen Samaritano y les dijo: “cuando nosotros nos vayamos, cuando vuelvan a la tarea cotidiana, cuando nadie les aplauda ni les considere, sigan recibiendo a los que llegan, salgan a buscar los heridos y derrotados en las periferias”.

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