Francisco, a las Discípulas de Jesús Eucarístico: "Os animo a promover caminos de inclusión"

El Papa Francisco ha recibido este viernes en el Aula Pablo VI a las participantes en la peregrinación de las Hermanas Discípulas de Jesús Eucarístico en el centenario de su nacimiento, que tuvo lugar el 4 de octubre de 1923 por obra del venerable obispo de Tricarico, Raffaello Delle Nocche y de dos jóvenes, Linda Machina y Silvia Di Somma.

“El Espíritu envió a aquella tierra a un obispo enamorado de Dios y del pueblo, con una sólida viva interior y una gran sensibilidad hacia las necesidades de la gente”, ha dicho Francisco al principio de su discurso. Ante las muchas necesidades de su diócesis, el obispo no encontraba ninguna congregación religiosa, masculina y femenina, dispuesta a ir a trabajar allí y, por este motivo, aceptó la invitación de Pío XI: fundó él mismo un nuevo instituto que pudiera ayudarle en su servicio a los más pobres.

Y así nacieron las Hermanas Discípulas de Jesús Eucarístico, “servidoras de un pueblo pobre, solidarias en compartir sus fatigas y proféticas en promover su redención humana y religiosa”.

Francisco ha recordado que “la ternura es uno de los rasgos de Dios y su estilo es la cercanía, la compasión y la ternura. No lo olvidemos. Llenar de ternura las heridas y los vacíos producidos por el pecado en el hombre y en la sociedad, comenzando por arrodillarnos ante Jesús en la Eucaristía, y permanecer allí largo tiempo, como recomendaba hacer el buen obispo”

¿Qué sentido podía tener decir a las hermanas que se pusieran de rodillas para “adorar y reparar”?, ha preguntado el Papa ante las religiosas.

“La oración de aquellas mujeres valientes generó una fuerza contagiosa, que pronto las llevó a emprender y promover obras de redención material, cultural y espiritual muy por encima de todas las expectativas. Despertaron la fe y el compromiso de familias y comunidades parroquiales, fundaron escuelas de diversos tipos y niveles, reavivaron la devoción y el sentido de la propia dignidad en tantas personas, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, demasiado a menudo y durante demasiado tiempo oprimidos por condiciones de vida inhumanas y por el desprecio y la indiferencia del mundo circundante, que no veía en ellos más que desechos de la sociedad”, ha subrayado Francisco durante su discurso.

Con la presencia en los cinco continentes, con los Centros Eucarísticos, las escuelas, las misiones y todos los servicios que realizan, las religiosas siguen continuando su precioso trabajo: “Os seguís preocupando por los más pobres, despreciados y marginados de la Eucaristía y esta última os anima a promover caminos de inclusión y de redención de la dignidad de las personas en las obras que se os confían”.