Francisco en Marsella: "No nos acostumbremos a considerar los muertos en los naufragios como cifras"

El Papa ha rezado junto a otros líderes religiosos para recordar que "los desaparecidos en el mar son rostros e historias, son vidas rotas y sueños destrozados"

ctv-ch1-captura-de-pantalla-2023-09-22-a-las-194419

Sara de la Torre

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

"Es un deber de humanidad, de civilización, socorrer a las personas que corren el riesgo de ahogarse en el mar. No debemos acostumbrarnos a considerar los naufragios como noticias ni a los muertos como cifras: ellos son rostros e historias, vidas rotas y sueños destrozados". Con este emotivo discurso, el Papa Francisco ha clamado ante las muertes en el Mediterráneo, frente al memorial dedicado a los marineros y migrantes desaparecidos en el mar, junto a otros líderes religiosos.

Ante esta “encrucijada de civilización”, por un lado, de fraternidad, y por el otro de indiferencia, “no podemos resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio, aprisionados y torturados de manera atroz; ni seguir presenciando los dramas de los naufragios, provocados por contrabandos repugnantes y por el fanatismo de la indiferencia”.

No sirven las palabras, sino los hechos

Agradeciendo, ante todo, a cuantos se reunieron en memoria de “aquellos que no sobrevivieron, que no fueron salvados”, el Papa piensa en los numerosos hermanos y hermanas “ahogados en el miedo, junto con las esperanzas que llevaban en el corazón”. Frente a semejante drama – afirma - no sirven las palabras, sino los hechos. “Pero antes, hace falta humanidad: silencio, llanto, compasión y oración”. El Papa ha pedido dejarse “conmover” por la tragedia de “demasiadas personas”, que “huyendo de los conflictos, la pobreza y las catástrofes naturales,” encuentran entre las olas del Mediterráneo el rechazo definitivo a su búsqueda de un futuro mejor. Este mar, dice Francisco, “se ha convertido en un enorme cementerio”, donde muchos se ven privados “incluso del derecho de tener una sepultura”, mientras que “la única a ser sepultada – dice- es la dignidad humana”. Además, ha asegurado que “el cielo nos bendecirá si en la tierra y en el mar sabremos cuidar de los más débiles, si sabremos superar la parálisis del miedo y el desinterés que condena a muerte con guantes de seda. Marsella, caracterizada por un variado pluralismo religioso, está “frente a una encrucijada: encuentro o confrontación”, constata el Papa, que agradece a todos los que se ponen en el camino del encuentro con su compromiso solidario y concreto en favor de la promoción humana y la integración.

Para concluir, el Papa ha expresado un deseo, tomando las palabras que David Sassoli, fallecido presidente del parlamento europeo pronunció en Bari, con ocasión de un encuentro precedente sobre el Mediterráneo celebrado en 2020: "Ya basta de tener miedo a los problemas que nos plantea el Mediterráneo! [...] Para la Unión Europea y para todos nosotros, nuestra supervivencia depende de ello.”

Para terminar, ha rogado que afrontemos unidos los problemas, "no hagamos naufragar la esperanza, ¡formemos juntos un mosaico de paz! Y me alegra ver aquí a tantos de vosotros que vais al mar a salvar, a rescatar migrantes, y que muchas veces os impiden ir porque al barco le falta algo, le falta eso otro... Son los gestos de odio contra el hermano, disfrazados de 'equilibrio'".