El Papa Francisco: “Frente a los pobres no se hace retórica. Hay que ponerse manos a la obra”
La Santa Sede hace público el mensaje para la VI Jornada Mundial de los Pobres que se celebra el 13 de noviembre bajo el lema Jesucristo se hizo pobre por vosotros
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“Jesucristo se hizo pobre por vosotros”. Con estas palabras el apóstol Pablo se dirige a los primeros cristianos de Corinto, “para dar fundamento a su compromiso solidario con los hermanos necesitados”. Y de esta forma ha totuado el Papa Francisco su mensaje para la VI Jornada Mundial de los Pobres que se celebra el 13 de noviembre.
“Algunos meses atrás, el mundo estaba saliendo de la tempestad de la pandemia, mostrando signos de recuperación económica que traerían alivio a millones de personas empobrecidas por la pérdida del empleo”, expone el Papa en su mensaje. “Se vislumbraba un poco de serenidad que, sin olvidar el dolor por la pérdida de los seres queridos, prometía finalmente poder regresar a las relaciones interpersonales directas, a reencontrarnos sin limitaciones o restricciones”.
Un cuadro "más complejo"
Es entonces que ha aparecido en el horizonte “una nueva catástrofe”, destinada a imponer al mundo un escenario diferente. “La guerra en Ucrania vino a agregarse a las guerras regionales que en estos años están trayendo muerte y destrucción”. Pero aquí “el cuadro se presenta más complejo”, dice el Papa, “por la directa intervención de una «superpotencia», que pretende imponer su voluntad contra el principio de autodeterminación de los pueblos”.
¿Cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad?, se pregunta Francisco, que invita en esta Jornada “a tener la mirada fija en Jesús, el cual «siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza»”.
“Pienso en este momento en la disponibilidad que, en los últimos años, ha movido a enteras poblaciones a abrir las puertas para acoger millones de refugiados de las guerras en Oriente Medio, en África central y ahora en Ucrania. Las familias han abierto de par en par sus casas para hacer espacio a otras familias, y las comunidades han recibido con generosidad tantas mujeres y niños para ofrecerles la debida dignidad”.
Más allá del conflicto
Sin embargo, mientras más dura el conflicto, más se agravan sus consecuencias: “A los pueblos que acogen les resulta cada vez más difícil dar continuidad a la ayuda; las familias y las comunidades empiezan a sentir el peso de una situación que va más allá de la emergencia. Este es el momento de no ceder y de renovar la motivación inicial”.
Pero como miembros de la sociedad civil, el Papa pide mantener “vivo el llamado a los valores de libertad, responsabilidad, fraternidad y solidaridad. Y como cristianos encontremos siempre en la caridad, en la fe y en la esperanza el fundamento de nuestro ser y nuestro actuar”.
Involucrarse "directamente"
“Frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente, sin delegar en nadie. A veces, en cambio, puede prevalecer una forma de relajación, lo que conduce a comportamientos incoherentes, como la indiferencia hacia los pobres”, lamenta el Papa.
Algo que sucede también que algunos cristianos, “por un excesivo apego al dinero, se empantanan en el mal uso de los bienes y del patrimonio. Son situaciones que manifiestan una fe débil y una esperanza endeble y miope. Sabemos que el problema no es el dinero en sí, porque este forma parte de la vida cotidiana y de las relaciones sociales de las personas”.
No asistencialismo
Y es que, explica Francisco, “no se trata de tener un comportamiento asistencialista hacia los pobres, como suele suceder; es necesario, en cambio, hacer un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario. No es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano que tiende la mano para que yo me despierte del letargo en el que he caído. Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”.
Es urgente encontrar nuevos caminos que puedan ir más allá del marco de aquellas políticas sociales "«concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos» ".
Jesús marca el camino
El mensaje de Jesús nos muestra el camino y nos hace descubrir que hay una pobreza que humilla y mata, y hay otra pobreza, la suya, que nos libera y nos hace felices. "La pobreza que mata es la miseria, hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos. Es una pobreza desesperada, sin futuro, porque la impone la cultura del descarte que no ofrece perspectivas ni salidas". Es la miseria que, "mientras constriñe a la condición de extrema pobreza, también afecta la dimensión espiritual que, aunque a menudo sea descuidada, no por esto no existe o no cuenta", expresa en el texto.
El encuentro con los pobres "permite poner fin a tantas angustias y miedos inconsistentes, para llegar a lo que realmente importa en la vida y que nadie nos puede robar: el amor verdadero y gratuito. Los pobres, en realidad, antes que ser objeto de nuestra limosna, son sujetos que nos ayudan a liberarnos de las ataduras de la inquietud y la superficialidad".