El Papa Francisco reclama una Iglesia sin "conflictos, venenos y polémicas" en el 60 aniversario del Concilio

En la Misa celebrada en San Pedro para conmemorar elConcilio Vaticano II, el Pontífice demanda una Iglesia que no se encierre "en los recintos de nuestras comodidades"

El Papa Francisco reclama una Iglesia sin "conflictos, venenos y polémicas" en el 60 aniversario del Concilio

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco ha reivindicado el Concilio Vaticano II como una oportunidad para que la Iglesia reflexionara sobre su propia misión, y ha animado al pueblo de Dios a reavivar su espíritu para “no encerrarnos en los recintos de nuestras comodidades y convicciones” pero siempre desde la unidad que algunos sectores quisieron dinamitar tras la celebración del concilio.

En estos términos se ha expresado el Santo Padre durante la celebración de la Santa Misa en la basílica de San Pedro con motivo del sesenta aniversario del Concilio Ecuménico, que constituyó uno de los acontecimientos más significativos en la historia de la Iglesia del siglo XX.

El Papa Francisco advierte que ni el progresismo ni el tradicionalismo “son pruebas de amor, sino de infidelidad”

En su homilía, el obispo de Roma ha recordado que el Concilio Vaticano II sirvió para que la Iglesia se interrogara sobre sí misma, “reflexionar sobre su propia naturaleza y su propia misión. Y se redescubrió como misterio de gracia generado por el amor, se redescubrió como Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, templo vivo del Espíritu Santo”, ha aseverado.

En este sentido, el Pontífice argentino ha llamado al pueblo de Dios a preguntarse si la Iglesia parte de Dios y no se cae en la tentación “de partir más bien del yo que de Dios, de anteponer nuestras agendas al Evangelio, de dejarnos transportar por el viento de la mundanidad para seguir las modas del tiempo o de rechazar el tiempo que nos da la Providencia de volver atrás”.

Al hilo de ello, Francisco ha alertado que ni el progresismo ni el tradicionalismo que añora tiempos pasados “son pruebas de amor, sino de infidelidad”, calificándolo de “egoísmos pelagianos, que anteponen los propios gustos y los propios planes al amor que agrada a Dios, ese amor sencillo, humilde y fiel que Jesús pidió a Pedro”, ha subrayado.

Paras evitar esta tentación, el Papa llama a los fieles y representantes de la Iglesia a redescubrir el Concilio para devolver la primacía a Dios: “Él ama a una Iglesia que sea rica de Jesús y pobre de medios, a una Iglesia que sea libre y liberadora”.

Asimismo, el Pontífice ha insistido en la necesidad de que la Iglesia se reencuentre con la pasión que supuso la celebración del Concilio Vaticano II para que viva en un estado de alegría: “Si no se alegra se contradice a sí misma, porque olvida el amor que la ha creado. Y, sin embargo, ¿cuántos entre nosotros no logran vivir la fe con alegría, sin murmurar y sin criticar? Una Iglesia enamorada de Jesús no tiene tiempo para conflictos, venenos y polémicas. Que Dios nos libre de ser críticos e impacientes, amargados e iracundos”, ha expresado durante la homilía.

“No encerrarnos en los recintos de nuestras comodidades y convicciones"

Por otro lado, el Papa Francisco ha manifestado que la segunda mirada que enseñó el Concilio que ahora cumple sesenta años, es una mirada de la Iglesia al exterior con humildad y en un lenguaje comprensible para todos: “Sin sentirnos jamás por encima de los demás, como servidores del Reino de Dios, llevar la buena noticia del Evangelio a la vida y en las lenguas de los hombres compartiendo sus alegrías y sus esperanzas”.

Y es que como ha alertado el Santo Padre, el Concilio rechazó la tentación de “encerrarnos en los recintos de nuestras comodidades y convicciones, para imitar el estilo de Dios, ir en busca de la oveja perdida y hacer volver al rebaño a la descarriada, vendar a la que está herida y curar a la enferma”.

"La Iglesia es comunión frente al diablo que busca sembrar la cizaña de la división"

Por último, Francisco ha hecho hincapié en que el Concilio Vaticano II recordaba que la Iglesia es comunión frente al diablo que busca “sembrar la cizaña de la división”. Para hacerle frente, el Papa ha pedido al pueblo de Dios no ceder “a la tentación de la polarización”, y evocaba los tiempos, después de la celebración del Concilio, en los que “los cristianos se empeñaron por elegir una parte en la Iglesia, sin darse cuenta que estaban desgarrando el corazón de su Madre. Cuántas veces se prefirió ser “hinchas del propio grupo” más que servidores de todos, progresistas y conservadores antes que hermanos y hermanas, “de derecha” o “de izquierda” más que de Jesús; erigirse como “custodios de la verdad” o “solistas de la novedad”, en vez de reconocerse hijos humildes y agradecidos de la santa Madre Iglesia. El Señor no nos quiere así, nosotros somos sus ovejas, su rebaño, y sólo lo somos juntos, unidos”, ha alertado.