El Papa Francisco, tajante en su primer discurso en Hungría: "Es esencial volver a encontrar el alma europea"
Desde Budapest, "ciudad de historia, puentes y santos", el Santo Padre ha abordado varios temas en su primer discurso: "¿Dónde están los esfuerzos creadores de paz?"
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
El Papa Francisco ha aterrizado alrededor de las 10h en Budapest, capital de Hungría, y su primer discurso ha sido con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático del país en el antiguo Monasterio de las Carmelitas.
El Santo Padre ha empezado así su 41º Viaje Apostólico y en su primer discurso ha abordado numerosos temas: la guerra en Ucrania, el rol de Europa, las migraciones y la historia de este país.
Francisco, al principio de su discurso, ha definido Budapest como “un lugar central en la historia. Habiendo sigo testigo de cambios significativos a lo largo de los siglos, está llamada a ser protagonista del presente y del futuro”. En su primer discurso, el Obispo de Roma ha compartido algunas ideas inspirándose en esta ciudad "de historia, de puentes y de santos”.
Sobre el primer aspecto de esta ciudad, la “historia”, Francisco ha recordado como, “nacida en tiempo de paz”, Budapest ha conocido “conflictos dolorosos”: “Durante la II Guerra Mundial, la deportación de cientos de miles de habitantes, con el resto de la población de origen judío, encerrada en el gueto y sometida a numerosas atrocidades”.
Recordando los 150 años del nacimiento de esta ciudad, Francisco ha subrayado como este aniversario “evoca el camino unitario emprendido por Europa, en la que Hungría encuentra el propio cauce vital”. El Santo Padre ha lamentado en este punto del discurso que “la pasión por la política comunitaria y por la multilateralidad parece un bonito recuerdo del pasado; para que asistiéramos al triste ocaso del sueño coral de paz, mientras los solistas de la guerra se imponen”.
“Parece incluso que la política a nivel internacional tuviera como efecto enardecer los ánimos más que resolver problemas, olvidando la madurez que alcanzó después de los horrores de la guerra y retrocediendo a una especie de infantilismo bélico”, ha remarcado Francisco que ha añadido que “la paz nunca vendrá de la persecución de los propios intereses estratégicos, sino más bien de políticas capaces de mirar al conjunto, al desarrollo de todos; atentas a las personas, a los pobres y al mañana; no solo al poder, a las ganancias y a las oportunidades del presente”.
Para el Santo Padre, en este momento histórico “Europa es fundamental”: “Gracias a su historia, representa la memoria de la humanidad y, por tanto, está llamada a desempeñar el rol que le corresponde: el de unir a los alejados, acoger a los pueblos en su seno y no dejar que nadie permanezca para siempre como enemigo”.
“Es esencial volver a encontrar el alma europea: el entusiasmo y el sueño de los padres fundadores, estadistas que supieron mirar más allá del propio tiempo, de las fronteras nacionales y las necesidades inmediatas, generando diplomacias capaces de recomponer la unidad, en vez de agrandar las divisiones”, ha subrayado el Papa.
Acabando este primer punto, Francisco ha lanzado una pregunta a todos: “En esta etapa histórica los peligros son muchos; pero, me pregunto, pensando también en la martirizada Ucrania, ¿dónde están los esfuerzos creadores de paz?”
El segundo aspecto de la ciudad son los “puentes que unen sus partes, armonizando su configuración con la del gran río. Esta armonía con el ambiente me lleva a felicitar el cuidado ecológico que este país realiza con gran esfuerzo”. Asimismo, Francisco ha alertado de los “populismos autorreferenciales”: “Este es el camino nefasto de las “colonizaciones ideológicas”, que eliminan las diferencias — como en el caso de la denominada cultura de la ideología de género—, o anteponen a la realidad de la vida conceptos reductivos de libertad — por ejemplo, presumiendo como conquista un insensato “derecho al aborto”, que es siempre una trágica derrota —”.
El Papa ha subrayado: “Qué hermoso, en cambio, construir una Europa centrada en la persona y en los pueblos, donde haya políticas efectivas para la natalidad y la familia – buscadas con atención en este país -; donde naciones diversas sean una familia en la que se vela por el crecimiento y la singularidad de cada uno”.
El último aspecto sobre el cual el Papa Francisco ha querido reflexionar en Budapest como “ciudad de santos” y ha recordado la figura de san Esteban, primer rey de Hungría: “Conjuga inseparablemente la verdad y la mansedumbre. Es una gran enseñanza de fe. Los valores cristianos no pueden ser testimoniados por medio de la rigidez y las cerrazones, porque la verdad de Cristo conlleva mansedumbre y amabilidad, en el espíritu de las Bienaventuranzas”.
Al final de su primer discurso en el país, Francisco ha abordado el tema de las migraciones: “La acogida es un tema que suscita numerosos debates en nuestros días y sin duda es complejo […] Pensando en Cristo, presente en tantos hermanos y hermanas desesperados que huyen de los conflictos, la pobreza y los cambios climáticos, necesitamos afrontar el problema sin excusas ni dilaciones. Es un tema que debemos afrontar juntos, comunitariamente, porque en el contexto en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán sobre todos. Por eso es urgente, como Europa, trabajar por vías seguras y legales, con mecanismos compartidos frente a un desafío de época que no se podrá detener rechazándolo, sino que debe acogerse para preparar un futuro que, si no lo hacemos juntos, no llegará”.