El Papa Francisco, tras recibir a la Iglesia francesa: "Hay que afrontar el mal de los abusos desde la raíz"
El Santo Padre recibió en el Vaticano a la Conferencia Episcopal Francesa dos meses después de conocerse el informe sobre los abusos sexuales en el seno de la Iglesia desde 1950
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El Papa Francisco ha recibido en las últimas horas a la Conferencia Episcopal Francesa, dos meses después de que se publicase el informe de la Comisión Independiente sobre Abusos en la Iglesia, que revelaba que en los últimos setenta años, el número de abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia ascendía a 330.000 casos.
Tras el encuentro con el Santo Padre, el presidente del episcopado francés, Mons. Éric de Moulins-Beaufort, ha afirmado que los obispos habían experimentado una “conversión” durante la Asamblea que celebraron todos los prelados galos en el santuario de Lourdes el pasado mes de noviembre, que los había llevado a situar la escucha y la atención a las víctimas en el centro de su enfoque. Esto incluye asumir la responsabilidad institucional, por encima de las faltas individuales.
El Papa Francisco, durante la reunión, hizo hincapié en la dignidad con la que habían afrontado los obispos de Francia el informe de la comisión, e hizo referencia a la cumbre dedicada a la protección de los menores en la Iglesia que se celebró en febrero de 2019 en el Vaticano: “Reiteró la necesidad de hacer lo que sea necesario para afrontar el mal desde la raíz, a nivel global”, explicaba el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa en la rueda de prensa posterior a la reunión.
Próximamente, el presidente de la Comisión Independiente sobre Abusos en la Iglesia, Jean-Marc Sauvé, será recibido por el Pontífice.
En cuanto a la reciente dimisión del arzobispo de París, Mons. Michel Aupetit, los prelados galos manifestaron que "el Papa nos confió su tristeza por haber tenido que tomar esta decisión", considerando que "el clima que se ha creado ya no le permite gobernar" la diócesis.
Francisco mostró "su estima por la reacción pastoral del arzobispo Aupetit" e ironizó sobre las "bellas almas que gritan, sin aceptar que los obispos puedan ser pecadores". Tal actitud, concluyó Mons. de Moulins-Beaufort, contrasta con la del "pueblo de Dios que reza, que sufre".