El Papa propone “tres nuevas etapas” en las catequesis de preparación al matrimonio

Además, es deseo de Francisco, que se publique pronto un documento con "métodos pastorales concretos dedicados a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio"

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La preparación al matrimonio, remota, próxima e inmediata; la celebración de la boda y el acompañamiento de los primeros años de vida conyugal. Estas son las tres etapas en las que el Papa Francisco pide poner “especial interés” para ayudar en la formación de los futuros matrimonios.

De esta forma, La Santa sede ha publicado un prefacio a los "Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial", que son parte de las Orientaciones pastorales para las Iglesias particulares. El texto ha sido preparado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida al final del Año dedicado a la familia

Este es, destaca “uno de los frutos del Año especial dedicado a la familia” que el Pontífice confía ahora, como explica, a los pastores, a los cónyuges y a todos los que trabajan en la pastoral familiar, como instrumento que responde a la necesidad de un "nuevo catecumenado" de preparación al matrimonio.

Animar a toda la Iglesia en el compromiso

Cinco años después de su publicación, el Año “Familia Amoris laetitia pretende volver a situar a la familia en el centro, “para hacernos reflexionar sobre los temas de la Exhortación apostólica y animar a toda la Iglesia en el alegre compromiso de la evangelización para las familias y con las familias”, expresa el Pontífice. Uno de los frutos de este Año especial es “la necesidad de un nuevo catecumenado” en preparación al matrimonio que “es urgente aplicar concretamente todo lo ya propuesto en la Familiaris consortio”.

Lo que se puso de manifiesto fue la grave preocupación de que, con una preparación demasiado superficial, “las parejas corran el riesgo real de celebrar un matrimonio nulo o con unos cimientos tan débiles que se “desmorone” en poco tiempo y no pueda resistir ni siquiera las primeras crisis inevitables”. Estos fracasos “traen consigo un gran sufrimiento y dejan profundas heridas en las personas”.

La Iglesia es madre "y quiere por igual a todos sus hijos"

Sin embargo, “La Iglesia es una madre, y una madre no tiene preferencias entre sus hijos. No los trata de forma desigual, les da a todos el mismo cuidado, la misma atención, el mismo tiempo. Esto me viene a la mente muchas veces cuando pienso que la Iglesia dedica mucho tiempo, varios años, a la preparación de los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa, pero dedica poco tiempo, sólo unas semanas, a los que se preparan para el matrimonio”. Por ello, “es un deber de justicia para la Iglesia madre dedicar tiempo y energías a preparar a quienes el Señor llama a una misión tan grande como la familia”.

De esta manera, para concretar esta urgente necesidad, el Papa aconsejó realizar “un verdadero catecumenado de los futuros esposos”, que incluya todas las etapas del camino sacramental: Los tiempos de la preparación al matrimonio, de su celebración y de los años inmediatamente sucesivos.

Las tres etapas

El documento se estructura según las tres etapas: la preparación al matrimonio (remota, próxima e inmediata); la celebración de la boda; el acompañamiento de los primeros años de vida conyugal. “Como verán, se trata de recorrer un tramo importante del camino junto a las parejas en su trayectoria vital, incluso después de la boda, especialmente cuando pueden pasar por crisis y momentos de desánimo. De este modo, intentaremos ser fieles a la Iglesia, que es madre, maestra y compañera de viaje, siempre a nuestro lado”; expresa el Papa.

Acompañamiento "a los matrimonios que fracasan"

Para concluir, el Papa advierte que es su “ferviente deseo” que a este primer documento le siga cuanto antes otro, “en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente”.

La Iglesia, en efecto, quiere estar cerca de estas parejas y caminar también con ellas “para que no se sientan abandonadas y puedan encontrar en las comunidades lugares accesibles y fraternos de acogida, de ayuda al discernimiento y de participación”.