El Papa recuerda en el Ángelus que “el amor de Dios es un amor siempre en exceso, más allá de los cálculos”

El Santo Padre ha invitado a reflexionar sobre el trato con los demás y "a poner la otra mejilla e incluso amar a los enemigos"

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Redacción Religión

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El Papa Francisco ha realizado este domingo el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano antes centenares de fieles. El Santo Padre ha invitado a reflexionar sobre el trato con los demás y “a poner la otra mejilla e incluso amar a los enemigos”. Francisco ha explicado que “algo extraordinario es lo que va más allá de los límites de lo habitual, que supera las praxis habituales y los cálculos normales dictados por la prudencia. En general, nosotros sin embargo tratamos de tener todo bastante en orden y bajo control, de forma que corresponda a nuestras expectativas: temiendo no recibir la reciprocidad o de exponernos demasiado y después quedar decepcionados”. El pontífice ha expuesto que “preferimos amar solamente a quien nos ama, hacer el bien solo a quien es bueno con nosotros, ser generosos solo con quien puede devolvernos el favor; y a quien nos trata mal respondemos con la misma moneda”.

"El amor de Dios siempre es extraordinario"

Ante esto ha indicado que “el Señor nos advierte: ¡esto no es suficiente! Si nos quedamos en lo ordinario, en el balance entre dar y recibir, las cosas no cambian. Si Dios tuviera que seguir esta lógica, ¡no tendríamos esperanza de salvación! Pero, por suerte para nosotros, el amor de Dios siempre es “extraordinario”, es decir va más allá de los criterios habituales con los que nosotros humanos vivimos nuestras relaciones”.

Las palabras de Jesús suponen un desafío. “Mientras nosotros intentamos quedarnos en lo ordinario por razonamientos utilitarios, Él nos pide abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras que nosotros tratamos siempre de igualar el contador, Cristo nos estimula a vivir el desequilibrio del amor. No nos maravillemos de esto. Si Dios no se hubiera desequilibrado, nosotros nunca hubiéramos sido salvados: Jesús no hubiera venido a buscarnos mientras estábamos perdidos y alejados, no nos hubiera amado hasta el final, no hubiera abrazado la cruz por nosotros, que no merecíamos todo esto y no podíamos darle nada a cambio”.

“Dios nos ama mientras somos pecadores”

Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o capaces de devolverle algo. El amor de Dios es un amor siempre en exceso, siempre más allá de los cálculos, siempre desproporcionado. Hoy nos pide también a nosotros vivir de esta manera, porque solo así lo testimoniaremos de verdad”.