Francisco lamenta que la paz en el mundo es cada vez más "amenazada, debilitada y en parte perdida"
En su tradicional audiencia al Cuerpo Diplomático, el Santo Padre ha reiterado la propuesta de constituir un Fondo mundial para eliminar "de una vez por todas el hambre"
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Otro año más, la paz ha sido el eje del discurso del Papa Francisco al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede y durante la tradicional audiencia en el inicio de un nuevo año. Un año “en el que quisiéramos paz y que, sin embargo, comienza bajo el signo de conflictos y divisiones”.
Paz: esta es la palabra que resuena con más fuerza en el discurso del Papa Francisco. Es un “don de Dios” y “es nuestra responsabilidad”. Una palabra “tan frágil y a la vez tan comprometedora y densa de significado”. A ella le ha dedicado su reflexión en un momento histórico en el cual está cada vez más “amenazada, debilitada y en parte perdida”: “Es tarea de la Santa Sede, en el seno de la comunidad internacional ser una voz profética y una llamada a la conciencia”.
La guerra en Israel y Palestina
Francisco ha lamentado que, 80 años después del célebre Radiomensaje de Pío XII a los pueblos de todo el mundo, aquella “renovación profunda” parece “haberse acabado y el mundo está siendo atravesado por un creciente número de conflictos que lentamente transforman lo que he definido muchas veces como “tercera guerra mundial a pedazos” en un verdadero y propio conflicto global”.
El Papa, como no podía ser de otra forma, ha reafirmado su preocupación “por lo que está sucediendo en Israel y Palestina” y ha repetido su condena por la acción del pasado 7 de octubre y “por cualquier forma de terrorismo y extremismo”: “No es este el modo en el que se pueden resolver las controversias entre los pueblos, es más las hacen más difíciles, causando sufrimiento a todos. De hecho, lo que provocó fue una fuerte respuesta militar israelí en Gaza que ha traído la muerte de decenas de miles de palestinos, en su mayoría civiles, entre ellos muchos niños, adolescentes y jóvenes, y ha provocado una situación humanitaria gravísima con sufrimientos inimaginables”.
“Confío en que la Comunidad internacional promueva con determinación la solución de dos Estados, uno israelí y uno palestino, así como también un estatuto especial internacionalmente garantizado para la Ciudad de Jerusalén, de modo que israelíes y palestinos puedan por fin vivir en paz y con seguridad”, ha remarcado el Santo Padre.
Una "deseada paz" que no llega en Ucrania
La preocupación y el sufrimiento del Papa se dirige también al pueblo sirio que vive “en la inestabilidad económica y política” y por los millones de refugiados sirios que se encuentran en Jordania o Líbano. Continuando con el continente asiático, el Papa ha llamado la atención sobre Myanmar: “Pido que se haga todo lo posible para dar esperanza a aquella tierra y un futuro digno a las jóvenes generaciones, sin olvidar la emergencia humanitaria que todavía golpea a los rohinyás”.
Tras recordar sus viajes apostólicos, el Papa se ha referido también a la guerra en Ucrania: “La deseada paz no ha logrado todavía encontrar sitio en las mentes y en los corazones, a pesar de las numerosísimas víctimas y la enorme destrucción. No se puede dejar que se prolongue un conflicto que se va gangrenando cada vez más, en perjuicio de millones de personas, sino que es necesario que se ponga fin a la tragedia en curso a través de las negociaciones, respetando el derecho internacional”.
Francisco ha expresado su preocupación también por “la tensa situación en el Cáucaso meridional entre Armenia y Azerbaiyán, exhortando a las partes a llegar a la firma de un tratado de paz”. Volviendo ahora la mirada a África, el Papa ha lamentado el sufrimiento de millones de personas “debido a las múltiples crisis humanitarias que afectan a varios países subsaharianos, a causa del terrorismo internacional, de los complejos problemas socio-políticos, y de los efectos devastadores del cambio climático, a los que se añaden las consecuencias de los golpes de estado militares”.
"Preocupante la situación de Nicaragua"
Camerún, Mozambique, República Democrática del Congo y Sudán del Sur: “Precisamente tuve la alegría de visitar estos dos últimos países al comienzo del pasado año, para llevar una señal de cercanía a sus poblaciones que sufren, aunque en contextos y situaciones distintas”.
Aunque en las Américas no hay guerras abiertas, el Papa ha admitido que existen fuertes tensiones entre algunos países, por ejemplo entre Venezuela y Guayana, mientras que en otros, como Perú, “observamos fenómenos de polarizaciones que socavan la armonía social y debilitan las instituciones democráticas”. “Sigue siendo preocupante también la situación de Nicaragua; es una crisis que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias para toda la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia católica. La Santa Sede no cesa de invitar a un diálogo diplomático respetuoso del bien de los católicos y de toda la población”, ha remarcado Francisco en su tradicional discurso.
Constituir un Fondo mundial para eliminar el hambre
“No debemos olvidarnos de que las violaciones graves del derecho internacional humanitario son crímenes de guerra, y que no es suficiente con evidenciarlos, sino es necesario prevenirlos. Se requiere, por tanto, un mayor compromiso de la Comunidad internacional por la salvaguardia y la implementación del derecho humanitario, que parece ser el único camino para la tutela de la dignidad humana en situaciones de enfrentamiento bélico”, ha subrayado el Papa.
Reflexionado sobre las guerras y la enorme disponibilidad de armas, Francisco ha vuelto a remarcar que “es necesario aplicar una política de desarme, porque es ilusorio pensar que los armamentos tienen un valor disuasorio. Más bien ocurre lo contrario; la disponibilidad de armas incentiva su uso e incrementa su producción. Las armas crean desconfianza y desvían recursos”.
“Reitero la propuesta de constituir un Fondo mundial para eliminar de una vez por todas el hambre y promover un desarrollo sostenible para todo el planeta”. Para conseguir la paz, el Papa ha pedido extirpar de raíz las causas de las guerras y la primera de todas es “el hambre”: “Es una plaga que golpea todavía hoy zonas enteras de la tierra, mientras que en otras se verifica un considerable desperdicio de alimentos”.
El Mediterráneo, "un gran cementerio en la última década"
El tema de las migraciones ha sido otro de los temas clave del mensaje del Papa a los miembros del cuerpo diplomático y ha lamentado que el Mediterráneo “se ha convertido en un gran cementerio en la última década, con tragedias que se siguen produciendo, también a causa de traficantes de seres humanos sin escrúpulos. Entre las numerosas víctimas, no lo olvidemos, hay muchos menores no acompañados”.
“Esto no quita que la migración tenga que ser reglamentada para acoger, promover, acompañar e integrar a los migrantes, en el respeto a la cultura, la sensibilidad y la seguridad de las poblaciones que se encargan de la acogida y la integración. Por otra parte, también es necesario recordar el derecho a poder permanecer en la propia patria y la consiguiente necesidad de crear las condiciones para que ese derecho se pueda realmente poner en práctica”, ha subrayado Francisco.
El próximo Jubileo del 2025
El camino hacia la paz pasa también por el diálogo interreligioso, que exige ante todo la protección de la libertad religiosa y el respeto de las minorías: “Nos duele, por ejemplo, constatar que cada vez más países adoptan modelos de control centralizado de la libertad religiosa, con el uso masivo de la tecnología. En otros lugares, las comunidades religiosas minoritarias se encuentran a menudo en una situación cada vez más dramática”.
En este año, la Iglesia se prepara para el Jubileo que comenzará la próxima Navidad: “Quizá hoy más que nunca necesitemos el año jubilar. Frente a tantos sufrimientos, que provocan desesperación no sólo en las personas directamente afectadas, sino en todas nuestras sociedades, frente a nuestros jóvenes, que en lugar de soñar con un futuro mejor a menudo se sienten impotentes y frustrados; y frente a los nubarrones que, en lugar de retroceder, parecen cernirse sobre el mundo, el Jubileo es el anuncio de que Dios nunca abandona a su pueblo y siempre mantiene abiertas las puertas de su Reino”.