El grito del Papa por la paz: "Siria, Gaza, Ucrania... son un desierto de muertos"

Francisco, tras el Ángelus, pide la intercesión de an Esteban, el primer mártir cristiano, encomendando a su intercesión a "los pueblos desgarrados por la guerra

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Redacción Religión

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Tras la oración mariana del Ángelus, Francisco ha recordado a san Esteban, el primer mártir cristiano, encomendando a su intercesión a "los pueblos desgarrados por la guerra" a la vez que expresa su cercanía a las comunidades cristianas que sufren discriminación e invita a todos los fieles a dejarse impresionar por "el estupor que se convierte en adoración" ante el nacimiento de Jesús.

Hoy, dos mil años después, "vemos tristemente que la persecución continúa: sigue habiendo -y sonmuchos- quienes sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, como también hay quienes son penalizados adiversos niveles por comportarse de forma coherente con el Evangelio, y quienes luchan cada día por mantenerse fieles, sin aspavientos, a sus buenos deberes, mientras el mundo se ríe de ellos y predica otra cosa".

Los pueblos quieren la paz, "recemos por la paz, luchemos por la paz", ha insistido el Papa. “A la intercesión del primer mártir confío también la invocación de la paz de los pueblos asolados por la guerra. Los medios de comunicación nos muestran lo que produce la guerra: hemos visto Siria, vemos Gaza. Pensamos en la atormentada Ucrania. Un desierto de muerte. ¿Es esto lo que se quiere? Los pueblos quieren la paz. Recemos por la paz. Luchemos por la paz”.

Un asombro que se convierte en adoración

El Papa, tras agradecer a todos los que le han dirigido mensajes de felicitación y oraciones en los últimos días, saludó después a los presentes en la Plaza de San Pedro, invitando a los fieles a detenerse ante el belén inspirado en el que San Francisco realizó en Greccio hace 800 años, y a entregarse al asombro ante el nacimiento de Jesús. "Observando las estatuas, verás en sus rostros y actitudes un rasgo común: el asombro. Verás un asombro que se convierte en adoración. Dejémonos impresionar por el asombro ante el nacimiento del Señor. Deseo que conservéis esto en vosotros: el sobrecogimiento que se convierte en adoración".

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