El Papa denuncia la explotación infantil: "Todos somos responsables"
El Día Mundial contra el Trabajo Infantil de 2020 se centrará en el impacto de la crisis actual en el trabajo infantil
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Con motivo de la Día Mundial contra el Trabajo Infantil, el Papa Francisco llama a las instituciones a hacer “todo lo posible por proteger a los menores, llenando las lagunas económicas y sociales que subyacen a la distorsionada dinámica en la que, lamentablemente, se ven envueltos”.
Al final de la audiencia general, celebrada hoy, 10 de junio de 2020, en la biblioteca del Palacio Apostólico, el Santo Padre ha recordado que “todos somos responsables” de esta lamentable situación y que “los niños son el futuro de la familia humana: depende de todos nosotros fomentar su crecimiento, su salud y su serenidad”.
Igualmente, ha descrito cómo en la actual situación de emergencia sanitaria por el coronavirus, “en varios países muchos niños y jóvenes se ven obligados a realizar trabajos inadecuados para su edad, a fin de ayudar a sus familias en condiciones de extrema pobreza”. En muchos casos, subraya, “se trata de formas de esclavitud y encarcelamiento que provocan sufrimiento físico y psicológico”.
152 millones de niños trabajan
Según indica la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Día Mundial contra el Trabajo Infantil de 2020 se centrará en el impacto de la crisis actual en el trabajo infantil, pues la pandemia de salud del COVID-19 y el consiguiente impacto económico y de mercado laboral están teniendo un gran impacto en la vida y los medios de vida de las personas.
Lamentablemente, los niños suelen ser los primeros en sufrir y esta recesión puede empujar a millones de niños vulnerables al trabajo infantil. Se estima que ya hay 152 millones de niños en situación de trabajo infantil, de los cuales 72 millones realizan trabajos peligrosos.
La catequesis del Papa Francisco de este miércoles, en consonancia con el ciclo de catequesis en torno a la oración, ha versado sobre la historia del patriarca Jacob, a quien transformó, de manera que “quien antes era ‘impermeable’ a la gracia y a la misericordia a causa de su presunción, Dios lo salvó de su extravío y lo miró con ternura”.