El Papa Francisco insiste a los fieles: "O estamos unidos o de esta crisis no saldremos"
El Sumo Pontífice se muestra preocupado por los efectos que la pandemia de la covid-19 está trayendo al planeta
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El Papa Francisco ha manifestado durante la Audiencia General de los miércoles que la crisis del coronavirus es lo suficientemente grave como para mantenernos todos unidos y ganar la batalla al virus y a las consecuencias sanitarias, económicas y sociales que está trayendo consigo. Por ello, en el Patio de San Dámaso, el Santo Padre ha alertado que "para salir de esta crisis estamos llamados a asumir nuestra propia responsabilidad. ¡O salimos juntos o no salimos! La injusticia provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar y dar paso a una participación equitativa. ¡Soñemos en grande!”.
Un mensaje de unidad que el Papa Francisco viene reclamando en estos meses difíciles, en los que la covid-19 ha invadido nuestras vidas. De hecho, esta petición fue la que realizó el Pontífice a la cúpula de la Conferencia Episcopal Española el pasado sábado, durante la reunión mantenida con su presidente, el cardenal Juan José Omella, el vicepresidente y cardenal Carlos Osoro y el Secretario General del Organismo Episcopal, Mons. Luis Argüello.
"Hay que trabajar desde la unidad y no encerrarnos en nosotros mismos. Tenemos que olvidarnos de que solos, no llegaremos a ninguna parte. La pandemia nos ha recordado que, o estamos unidos, o nos hundiremos todos", manifestaba en 'Herrera en COPE' el Arzobispo de Barcelona tras el encuentro con el Papa Francisco.
Más que una crisis sanitaria
Francisco se refirió a las crisis que vive la sociedad actual solo puede ser superada si cada uno asume su parte de responsabilidad: “Tenemos que responder no solo como individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe en Dios”. Sin embargo, hizo notar que “a menudo muchas personas no pueden participar en la reconstrucción del bien común porque son marginadas, excluidas o ignoradas; ciertos grupos sociales no logran contribuir porque están ahogados económica o políticamente”. Para participar en el cuidado y la regeneración de nuestros pueblos, afirma el Papa, “es justo que cada uno tenga los recursos adecuados para hacerlo (cfr Compendio de la doctrina social de la Iglesia [CDSC], 186)”.
El principio de subsidiariedad
El Papa cita al Papa pío XI, quien “explicó lo importante que era para una verdadera reconstrucción el principio de subsidiariedad (cfr Enc. Quadragesimo anno, 79-80). Tal principio tiene un doble dinamismo: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba” y que posibilita la participación y la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo de los más poderosos o de los más débiles, sino, de todos. Por eso: “Cada uno debe tener la posibilidad de asumir la propia responsabilidad en los procesos de sanación de la sociedad de la que forma parte”.
Francisco subrayó la importancia de reconocer que dar participación incluye reconocer la sabiduría de aquellos que son los descartados, situados en los márgenes de las sociedades: “Lamentablemente, esta injusticia se verifica a menudo allí donde se concentran grandes intereses económicos o geopolíticos, como por ejemplo ciertas actividades extractivas en algunas zonas del planeta (cfr QA, 9.14). Las voces de los pueblos indígenas, sus culturas y visiones del mundo no se toman en consideración. Hoy, esta falta de respeto del principio de subsidiariedad se ha difundido como un virus”. El Papa insistió: “Se escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a los movimientos sociales. Así no permitimos a las personas que sean protagonistas del propio rescate (…) Hay que dejar actuar la sabiduría del pueblo para poder salir de la crisis”.
El Obispo de Roma, refiriéndose a la importancia de la participación de todos en la solución de la crisis, declaró: “Nadie puede quedarse fuera. La injusticia provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar, y dar paso a una participación equitativa y respetuosa”.
Mensaje del Papa a la ONU, a cinco años de su visita a Nueva York
En este contexto, Francisco puso el siguiente ejemplo: "¿Qué estás haciendo? - Voy a trabajar para los pobres... Ah, qué bien. ¿Y qué es lo que haces? - Enseño a los pobres, les digo lo que tienen que hacer... No, eso no es bueno, el primer paso es dejar que los pobres te digan cómo viven, qué necesitan..." ¡Deja que todos hablen! Y así es como funciona el principio de subsidiariedad. No podemos dejar a esta gente fuera de la participación; su sabiduría, la sabiduría de los grupos más humildes no puede ser dejada de lado”.
Respetar la autonomía y la capacidad de iniciativa
El Papa, citando el texto de San Pablo (cfr 1Cor 12,22) en el que se afirma que “Todas las partes del cuerpo son necesarias” y las que parecen más débiles y menos importantes, en realidad son las más necesarias; a la luz de esa imagen afirma: “podemos decir que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad. Realizarlo da esperanza en un futuro más sano y justo; y este futuro lo construimos juntos, aspirando a las cosas más grandes, ampliando nuestros horizontes e ideales”.
Solidaridad y subsidiariedad
El Papa insistió que “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la sociedad civil. Tal participación ayuda a prevenir y corregir ciertos aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados, como sucede también en el cuidado de la gente afectada por la pandemia. Estas contribuciones “desde abajo” deben ser incentivadas”.
Francisco valoró la actitud de reconocer mediante aplausos el trabajo y entrega del personal sanitario, sin embargo, insistió: “Extendamos este aplauso a cada miembro del cuerpo social, por su valiosa contribución, por pequeña que sea. Aplaudamos a los ancianos, a los niños, las personas con discapacidad, los trabajadores, todos aquellos que se ponen al servicio. ¡Pero no nos detengamos solo en el aplauso!”
La esperanza es audaz
Francisco insistió a quienes le escuchan: “La esperanza es audaz, así que animémonos a soñar en grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de la esperanza. No intentemos reconstruir el pasado, especialmente el que era injusto y ya estaba enfermo”.
El Papa finalizó su mensaje invitando a todos: “Construyamos un futuro donde la dimensión local y la global se enriquecen mutuamente, donde la belleza y la riqueza de los grupos menores pueda florecer, y donde quien tiene más se comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”.
Saludos a los cristianos de Cuba
El Papa se despidió de los asistentes, recordando que en estos días se cumplen cinco años de su viaje a Cuba: “Saludo a mis hermanos Obispos y a todos los hijos e hijas de esa amada tierra. Les aseguro mi cercanía y mi oración. Pido al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que los libre y alivie en estos momentos de dificultad que atraviesan a causa de la pandemia”.