El Papa Francisco pide a los Focolares "ser testigos de la cercanía promoviendo la sinodalidad"
El Santo Padre ha recibido en audiencia a los participantes en la Asamblea General del Movimiento de los Focolares en el Aula Pablo VI del Vaticano
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El Papa Francisco dirigió un discurso a la Asamblea General del Movimiento de los Focolares, a quienes recibió en audiencia, en la mañana de este sábado, 6 de febrero, en el Aula Pablo VI del Vaticano: “A imitación de Chiara Lubich, permanezcan siempre a la escucha del grito de abandono de Cristo en la Cruz, que manifiesta la más alta medida del amor. La gracia que procede de ella es capaz de suscitar en nosotros, débiles y pecadores, respuestas generosas y a veces heroicas; es capaz de transformar el sufrimiento e incluso la tragedia en fuente de luz y esperanza para la humanidad”
Tres puntos para seguir su carisma
En su discurso, el Santo Padre agradeció a Maria Voce, la Presidenta saliente, por el trabajo realizado y saludó a la nueva Presidenta del Movimiento, Margaret Karram, junto al Copresidente y los Consejeros recién elegidos por la Asamblea General que concluirá este domingo 7 de febrero. “Extiendo mi saludo a todos los miembros de la Obra de María, a la que representan y para animarlos en su camino, me gustaría ofrecerles algunas reflexiones, que dividiré en tres puntos – señaló el Pontífice – la era post-Fundadora; la importancia de las crisis; vivir la espiritualidad con coherencia y realismo”.
El periodo posterior a la fundación
El Papa Francisco recordó los miembros del Movimiento de los Focolares que, a doce años después de la partida de Chiara Lubich al Cielo, están llamados a superar el natural desconcierto y también la disminución numérica, para seguir siendo expresión viva del carisma fundacional. “Como sabemos, esto requiere una fidelidad dinámica, capaz de interpretar los signos y las necesidades de los tiempos y de responder a las nuevas exigencias de la humanidad. Se trata de mantenerse fiel a la fuente original – precisó el Papa – esforzándose por repensarla y expresarla en diálogo con las nuevas situaciones sociales y culturales. Esta labor de actualización es tanto más fructífera cuando se realiza armonizando creatividad, sabiduría, sensibilidad hacia todos y fidelidad a la Iglesia”.
“Su espiritualidad, caracterizada por el diálogo y la apertura a diferentes contextos culturales, sociales y religiosos, puede ciertamente favorecer este proceso. La apertura a los demás, sean quienes sean, debe cultivarse siempre: el Evangelio está destinado a todos, es levadura de humanidad nueva en todo lugar y tiempo”
El Santo Padre también les recordó que, esta actitud de apertura y diálogo les ayudará a evitar cualquier autorreferencialidad, que nunca procede del buen espíritu. “La autorreferencialidad impide ver los errores y las deficiencias, frena el progreso, dificulta la verificación abierta de los procedimientos institucionales y los estilos de gobierno. Es mejor, en cambio, ser valientes y afrontar los problemas con honestidad y verdad, siguiendo siempre las indicaciones de la Iglesia, que es la verdadera Madre, y respondiendo a las exigencias de la justicia y la caridad”.
“La autocelebración no hace un buen servicio al carisma. Se trata más bien de acoger cada día con asombro el don gratuito que han recibido encontrando su ideal de vida y, con la ayuda de Dios, tratar de corresponder a él con fe, humildad y valor, como la Virgen María después de la Anunciación”.
La importancia de las crisis
Un segundo tema de reflexión del Santo Padre estuvo centrado en la importancia de las crisis, tema del cual ha hablado ampliamente en su reciente discurso a la Curia Romana. “Toda crisis es una llamada a una nueva madurez – afirmó el Pontífice – es un tiempo del Espíritu, que despierta la necesidad de actualizarse, sin dejarse desanimar por la complejidad humana y sus contradicciones”.
Hoy en día se insiste mucho en la importancia de la resiliencia ante las dificultades, es decir, la capacidad de afrontarlas positivamente, sacando oportunidades de ellas. Por ello, es tarea de quienes ocupan cargos de gobierno, a todos los niveles, esforzarse por afrontar las crisis comunitarias y organizativas de la mejor y más constructiva manera; en cambio, las crisis espirituales de los individuos, que implican la intimidad del individuo y la esfera de la conciencia, deben ser afrontadas con prudencia por quienes no ocupan cargos de gobierno, a todos los niveles, dentro del Movimiento.
“Esta es una buena regla que se aplica no sólo a los momentos de crisis de las personas, sino en general a su acompañamiento en el camino espiritual. Es esa sabia distinción entre foro externo e interno que la experiencia y la tradición de la Iglesia nos enseña que es indispensable. De hecho, la mezcla de la esfera del gobierno y la esfera de la conciencia da lugar a abusos de poder”
Vivir la espiritualidad con coherencia y realismo
En el tercer punto de reflexión, el Santo Padre afrontó el tema de vivir la espiritualidad con coherencia y realismo. El objetivo último de su carisma coincide con la intención que Jesús presentó al Padre en su última y gran oración: que "todos sean uno" (Jn 17,21), esta intención, dijo el Papa, requiere un compromiso en una doble perspectiva: fuera del Movimiento y dentro de él.
En lo que respecta a la actuación en el exterior, el Papa Francisco los animó a ser testigos de la cercanía con el amor fraterno que supera toda barrera y alcanza toda condición humana. Este es el camino de la cercanía fraterna, que transmite la presencia del Señor resucitado a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, empezando por los pobres, los últimos, los descartados; trabajando junto a las personas de buena voluntad para la promoción de la justicia y la paz.
En cuanto al compromiso dentro del Movimiento, el Pontífice los exhortó a promover cada vez más la sinodalidad, para que todos los miembros, como depositarios del mismo carisma, sean corresponsables y participen en la vida de la Obra de María y en sus objetivos específicos.
“Quien tiene la responsabilidad de gobernar está llamado a fomentar y poner en práctica una consulta transparente no sólo dentro de los órganos de gobierno, sino a todos los niveles, en virtud de esa lógica de comunión según la cual cada uno puede poner al servicio de los demás sus propios dones, sus propias opiniones en verdad y con libertad”