El Papa Francisco pide oraciones por el hombre expulsado durante la Audiencia: "Grita porque necesita algo"
Un agente de la gendarmería del Vaticano ha desalojado con la ayuda de la guardia suiza a un hombre de entre 40 y 50 años que gritaba en inglés durante la Audiencia General
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Un agente de la gendarmería del Vaticano ha desalojado con la ayuda de la guardia suiza a un hombre de entre 40 y 50 años que gritaba en inglés durante la Audiencia General que ha presidido el Papa Francisco este miércoles en el aula Pablo VI.
Mientras el Papa hablaba, un hombre de repente ha gritado increpandole en italiano: "Basta mascherine nella chiesa, questa non è la chiesa di Jesucristo…La chiesa è una santa, cattolica e apostolica…Tu non sei il re”.
Francisco se ha dado cuenta de los gritos que profería el hombre mientras pronunciaba la catequesis, pero lo ha excusado. Al terminar su alocución se ha dirigido a los fieles y ha pedido oraciones por él: "Hemos escuchado hace unos momentos a una persona que gritaba y gritaba; tenía algún problema, no sé si físico, psíquico o espiritual. Un hermano nuestro tiene un problema".
Y ha añadido: "Me gustaría terminar rezando por él. Por nuestro hermano que sufre, pobrecito, por eso grita. Si grita es porque sufre porque necesita algo. No tenemos que hacernos los sordos a los gritos de ese hermano".
La catequesis sobre la comunión de los santos
En su catequesis de este miércoles 2 de febrero, día en el que la Iglesia celebra la Vida Consagrada, el Papa Francisco reflexionó sobre el tema de la comunión de los santos, y recordó que gracias a ella, la relación de amistad que uno puede construir con las personas en la tierra, también puede ser establecida con aquellos que están en el Cielo.
Asimismo, el Papa subrayó que la alegría y el dolor "que tocan mi vida concierne a todos", así como la alegría y el dolor "que tocan la vida del hermano y de la hermana junto a nosotros me concierne a mí".
"De esta manera - añadió el Obispo de Roma - también el pecado de una única persona concierne siempre a todos, y el amor de cada persona concierne a todos. En virtud de la comunión de los santos, cada miembro de la Iglesia está unido a mí de forma profunda, y esta unión es tan fuerte que no puede romperse ni siquiera por la muerte. De hecho, la comunión de los santos no concierne solo a los hermanos y las hermanas que están junto a mí en este momento histórico, sino que concierne también a los que han concluido la peregrinación terrena y han cruzado el umbral de la muerte".