El Papa Francisco visita Nicosia, la capital de un país dividido en dos
La frontera que fractura Chipre y atraviesa la capital, Nicosia, está resultando ser más longeva que el Muro de Berlín, aunque para muchos es la gran desconocida
Roma - Publicado el - Actualizado
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Chipre es el único país europeo partido en dos. La llamada línea verde divide el país en dos desde la invasión turca de 1974. Un muro en forma de alambrada separa la zona de influencia griega de la zona de influencia turca. Esta frontera que fractura Chipre y atraviesa la capital, Nicosia, está resultando ser más longeva que el Muro de Berlín, aunque para muchos es la gran desconocida.
Un país partido en dos
A lo largo de 180 kilómetros una vieja alambrada marca la frontera que trazó un general inglés con un marcador verde sobre un mapa de Chipre hace más de cuarenta años. Por este motivo pasó a llamarse línea verde, que en realidad es una zona de delimitación que divide la República de Chipre de la República Turca de Chipre del Norte. Al sur, los chipriotas de origen griego; al norte, los de origen turco. Esta zona desmilitarizada está controlada por las Naciones Unidas. Nicosia, la capital, hoy está dividida a la mitad. Es la última ciudad de Europa partida en dos desde que cayó muro de Berlín. La línea está definida por alambres de púa, pero en realidad los chipriotas pueden pasar de un lado al otro desde el 2003.
Desde que en 1974 el Ejército turco invadió un tercio del territorio, los turcochipriotas viven en el norte custodiados por unos 35.000 soldados turcos. Este país no es reconocido por ningún otro Estado del mundo, excepto por Turquía. La mitad sur del país es miembro de la Unión Europea. La población del norte no llega a los 300.000 habitantes. La del sur, más de 800.000.
La independencia de Chipre
Chipre consiguió la independencia en 1960 tras ocho décadas de dominio británico y tres siglos de pertenencia al Imperio otomano. Por aquellos años la violencia entre las dos comunidades (los chipriotas que querían la anexión con Grecia y los que eran partidarios de un país dividido en dos) fue en aumento. La ONU decidió enviar un contingente de 8.000 cascos azules. La tensión estalló el verano de 1974. Un golpe de Estado orquestado por una junta militar en Atenas, acabó con el Gobierno del arzobispo Makarios III. Turquía respondió inmediatamente y lanzó una operación militar para defender a los turcochipriotas, y consiguió ocupar más de un tercio de la isla. En los meses de julio y agosto de 1974, el antiguo aeropuerto de Nicosia, capital de Chipre, se convirtió en un campo de combate que hoy en día está abandonado.
La contienda acabó con un país dividido y una línea de alto el fuego controlada por la ONU que discurre por el aeropuerto que quedó dentro de este territorio neutral. Ahí se encuentra en estos momentos el cuartel general de la ONU en Chipre.
Aquel verano de 1974, unos 160.000 grecochipriotas del norte tuvieron que huir y ponerse a salvo en el sur. Y viceversa. Más de 40.000 turcochipriotas del sur fueron obligados a desplazarse al norte. Las dos comunidades han vivido segregadas hasta que en 2003 se comenzó a permitir el paso de uno a otro lado de la isla. La invasión de Turquía y la posterior ocupación y declaración de independencia de los turcochipriotas fueron condenadas por varias resoluciones de Naciones Unidas, que han sido ratificadas cada año.
Desde la invasión se han llevado a cabo varios intentos de establecer negociaciones para reconciliar a ambas partes. El paso del tiempo ahonda la división porque las dos comunidades son cada vez más homogéneas: la griega, cada vez más griega, y la turca, más turca. Ya ni siquiera comparten la lengua, lo que favorece la segregación de ambas comunidades.
Dos países distintos en una misma isla
La Republica Turca del Chipre del Norte sobrevive sorprendentemente atrayendo a estudiantes internacionales. En los últimos años se han abierto 14 campus y ahora mismo hay matriculados casi 80.000 estudiantes extranjeros. Este sector se ha convertido en una de las principales vías de financiación de su economía, que depende de las ayudas de Turquía. Otra fuente de ingresos son los casinos, frecuentados muchas veces por turcos que no pueden hacerlo en su país, ya que esta práctica está prohibida. Últimamente se está fomentando el turismo. El norte ofrece a los turistas muchos atractivos naturales e históricos, como las ruinas romanas y griegas de la ciudad de Salamina.
En el sur, en la República de Chipre, alrededor del 23% de la población es expatriada. Además del personal de servicios procedente de Filipinas y de algunos países de Asia central, cada vez son más los extranjeros quieren instalarse en la tercera isla más grande del Mediterráneo atraídos por el clima, la calidad de vida y el idioma, ya que el inglés se habla con total normalidad.
El descubrimiento de yacimientos de gas al sur de la costa de Chipre puede derivar en otro elemento de confrontación. El Gobierno del norte, con Turquía al frente defiende que la explotación de estos recursos pertenece a todos los chipriotas. La isla también atrae cada año a cientos de parejas para contraer matrimonio. Muchos son israelíes y libaneses. En este rincón los enlaces civiles entre personas de diferente religión son permitidos y se facilitan los trámites burocráticos.