La paz, eje del discurso del Papa ante el Cuerpo Diplomático: "Preocupante el debilitamiento de la democracia"
En su tradicional audiencia en el inicio de un nuevo año, el Santo Padre ha remarcado la importancia de buscar la paz "en un mundo que ve cómo crecen las divisiones y las guerras"
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El gran tema de la paz ha sido el eje del discurso del Papa Francisco al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede y durante la tradicional audiencia en el inicio de un nuevo año, el Santo Padre ha remarcado la importancia de buscar la paz “en un mundo que ve cómo crecen las divisiones y las guerras”.
Francisco ha aprovechado la audiencia con el Cuerpo Diplomático para recordar que, “en el contexto del diálogo respetuoso y constructivo”, la Santa Sede y la República Popular China acordaron prorrogar “por otro bienio la validez del Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los Obispos” y ha remarcado su esperanza para que “esta relación de colaboración pueda desarrollarse en favor de la vida de la Iglesia católica y del bien del Pueblo chino”. Asimismo, al principio de su discurso, el Obispo de Roma ha recordado como la tarea de la diplomacia es precisamente “la de allanar las divergencias para favorecer un clima de colaboración y confianza recíprocas para la satisfacción de las necesidades comunes”.
60 aniversario de la Encíclica Pacem in Terris de San Juan XXII
El sesenta aniversario de la Encíclica Pacem in Terris de San Juan XXII ha sido el eje de la primera parte del discurso de Francisco. En octubre de 1962, el mundo vivía la amenaza de una guerra nuclear: “La humanidad estaba a un paso de su propia extinción, si no hubiesen sido capaces de hacer prevalecer el diálogo, conscientes de los efectos destructivos de las armas atómicas”.
Este peligro nuclear sigue siendo hoy una amenaza, “arrojando al mundo en el miedo y la angustia”: “Debo reiterar en esta sede que la posesión de armas atómicas es inmoral porque —como observaba Juan XXIII— «si bien parece difícilmente creíble que haya hombres con suficiente osadía para tomar sobre sí la responsabilidad de las muertes y de la asoladora destrucción que acarrearía una guerra, resulta innegable, en cambio, que un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico». Bajo la amenaza de las armas nucleares perdemos todos”.
"Hoy está en curso la Tercera Guerra Mundial"
Como ya ha recordado varias veces durante estos meses de guerra en Ucrania, Francisco ha alertado como “hoy está en curso la Tercera Guerra Mundial de un mundo globalizado, en el que los conflictos parecen afectar directamente solo a algunas áreas del planeta, pero que implican sustancialmente a todos”.
“No olvidemos, además, que la guerra golpea particularmente a las personas más frágiles — los niños, los ancianos, las personas discapacitadas — y lastima indeleblemente a las familias. Renuevo hoy mi llamado para que cese inmediatamente este conflicto insensato, cuyos efectos afectan a regiones enteras, incluso fuera de Europa, a causa de las repercusiones que esto tiene en el campo energético y en el ámbito de la producción de alimentos, sobre todo en África y en Oriente Medio”, ha dicho el Papa durante la audiencia de este lunes.
Tras recordar lo que está sucediendo en Ucrania, el Papa ha vuelto su mirada también a otros países que están viviendo años de mucho dolor: “Debemos mirar a Siria como a una tierra atormentada […] afligido por una pobreza cada vez mayor, evitando que las sanciones internacionales impuestas tengan repercusiones sobre la vida cotidiana de una población que ya ha sufrido mucho”.
El viaje a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur
La Santa Sede sigue también con preocupación el aumento de la violencia entre palestinos e israelíes,”con las consecuencias dramáticas de un gran número de víctimas y de una desconfianza total y recíproca” y Francisco ha lamentado que Jerusalén se haya convertido “en escenario de enfrentamientos”.
Además, Francisco ha recordado como a finales de este mes viajará “como peregrino de paz” a la República Democrática del Congo, “con el deseo de que cese la violencia en el este del país y prevalezca el camino del diálogo y la voluntad de trabajar por la seguridad y el bien común”. La peregrinación proseguirá a Sudán del Sur, “donde seré acompañado por el Arzobispo de Canterbury y el Moderador general de la Iglesia Presbiteriana de Escocia. Juntos deseamos unirnos al clamor de paz de la población y contribuir al proceso de reconciliación nacional”.
La preocupación del Papa por la situación en Myanmar
Entre los países que el Papa ha recordado también se encuentra el Yemen, “donde tantos civiles siguen muriendo a causa de las minas”, y Etiopía, “donde deseo que se continúe el proceso de pacificación y se refuerce el compromiso de la Comunidad Internacional para afrontar la crisis humanitaria que afecta el país”.
“Sigo también con particular atención la situación de Myanmar, que ya desde hace dos años experimenta violencia, dolor y muerte”, ha afirmado el Papa que no se ha olvidado tampoco de la península coreana, “para la que deseo que no falten la buena voluntad y el compromiso por la concordia, a fin de construir la tan deseada paz y la prosperidad para todo el pueblo coreano”. Al final de la primera parte de su discurso, el Papa ha pedido proceder por el camino de un desarme integral, “porque ninguna paz es posible allí donde proliferan instrumentos de muerte”.
Verdad, justicia, solidaridad y libertad
Prosiguiendo su discurso, el Papa ha preguntado a los miembros del Cuerpo Diplomático cómo restaurar los hilos de paz y por dónde comenzar. Volviendo a recordar la encíclica de san Juan XXIII, Pacem in Terris, Francisco ha recordado que “la paz es posible a la luz de cuatro bienes fundamentales: la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. Estos son los pilares que regulan las relaciones tanto entre los individuos como entre las comunidades políticas”.
El Papa ha lamentado que todavía hoy, en muchos países, “las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase. Son objeto de violencia y de abusos, y se les niega la posibilidad de estudiar, de trabajar, de expresar sus propias capacidades, el acceso a los cuidados médicos e incluso a la comida. Sin embargo, allí donde los derechos humanos son plenamente reconocidos para todos, las mujeres pueden ofrecer una contribución propia e insustituible a la vida social y ser las primeras aliadas de la paz”.
“La paz - para el Papa – exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no solo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”. Nadie puede arrogarse el derecho sobre la vida de otro ser humano, especialmente si este está desprotegido y, por tanto, privado de cualquier posibilidad de defensa”. Una vez más, Francisco ha pedido que se erradique “la cultura del descarte, que lamentablemente incluye también a los enfermos, las personas discapacitadas y los ancianos”.
"La pena de muerte no puede ser utilizada para una presunta justicia de estado"
“El derecho a la vida también está amenazado allí donde se sigue practicando la pena de muerte, como está ocurriendo estos días en Irán, después de las recientes manifestaciones que piden un mayor respeto por la dignidad de las mujeres. La pena de muerte no puede ser utilizada para una presunta justicia de estado, puesto que esta no constituye un disuasivo, ni ofrece justicia a las víctimas, sino que alimenta solamente la sed de venganza. Hago, por tanto, un llamado para que la pena de muerte, que es siempre inadmisible, pues atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, sea abolida de las legislaciones de todos los países del mundo. No podemos olvidar que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar”, ha remarcado el Papa. Francisco, en su largo discurso, también ha recordado el “peligroso descenso de la natalidad, un verdadero invierno demográfico, que pone en peligro el futuro mismo de la sociedad”.
Otra parte del discurso del Papa ha sido en torno al tema de “la paz en la justicia”: “Construir la paz exige que se busque la justicia. La crisis de 1962 terminó gracias a la contribución de hombres de buena voluntad que supieron encontrar soluciones adecuadas para evitar que la tensión política degenerase en una auténtica guerra”. “El actual conflicto en Ucrania hizo más evidente la crisis que desde hace tiempo afecta al sistema multilateral, que necesita un replanteamiento profundo para poder responder adecuadamente a los desafíos de nuestro tiempo”, ha recordado Francisco, que ha mostrado su preocupación sobre las crecientes polarizaciones que se vienen a crear en los diversos foros internacionales.
“Existe el riesgo de una deriva, que asume cada vez más el rostro de un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia respecto al que no adhiere a supuestas posiciones de “progreso”, que en realidad parecen conducir más bien a un retroceso general de la humanidad, al violar la libertad de pensamiento y de conciencia”, ha dicho el Santo Padre.
"Los caminos de la paz son caminos de solidaridad"
“La paz en la solidaridad” ha sido otro punto del discurso del Papa y Francisco ha recordado como “los caminos de la paz son caminos de solidaridad, porque nadie puede salvarse solo. Vivimos en un mundo tan interconectado que el actuar de cada uno termina por repercutir en todos”. En esta parte del discurso, el Papa ha subrayado tres ámbitos, en los que emerge con particular fuerza la interconexión que une hoy a la humanidad y por los que es especialmente urgente una mayor solidaridad. El primero es el de las migraciones: “Es una cuestión en la que no es admisible “proceder de forma desorganizada”. Para comprenderlo, es suficiente mirar el Mediterráneo, convertido en una gran tumba. Esas vidas truncadas son el emblema del naufragio de nuestra civilización, como tuve ocasión de recordar durante mi viaje a Malta la primavera pasada”.
El segundo ámbito abarca la economía y el trabajo: “Las crisis que se sucedieron en los últimos años han puesto en evidencia los límites de un sistema económico que tiende más a crear beneficios para unos pocos que oportunidades de bienestar para muchos; una economía que tiende mayormente al dinero que a la producción de bienes útiles. Esto ha generado empresas más frágiles y mercados de trabajo altamente injustos. Es necesario dar dignidad a la empresa y al trabajo, combatiendo toda forma de explotación”.
"Es preocupante el debilitamiento de la democracia"
El tercer ámbito es el cuidado de nuestra casa común: “De forma continua se presentan ante nosotros los efectos del cambio climático y las graves consecuencias que esto tiene en la vida de poblaciones enteras, sea por las devastaciones que a veces producen, como sucedió en Pakistán en las áreas afectadas por las inundaciones, donde los focos de enfermedades transmitidas por el agua estancada siguen aumentando; sea en amplias zonas del océano Pacífico, donde el calentamiento global provoca daños innumerables en la pesca, fundamento de la vida cotidiana de pueblos enteros; sea en Somalia y en todo el Cuerno de África, donde la sequía está causando una grave carestía; sea en los Estados Unidos, donde en los últimos días las repentinas e intensas heladas han provocado numerosos muertos”.
Por último, el Papa ha recordado el tema de “la paz en la libertad”: “Es preocupante el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad que esta consiente, aun con todos los límites de un sistema humano. Esto muchas veces lo pagan las mujeres y las minorías étnicas, así como los equilibrios de sociedades enteras donde el malestar conduce a tensiones sociales e incluso a conflictos armados”.
Francisco se ha referido en esta última parte de su discurso en las “numerosas crisis políticas en diversos países del continente americano, con su carga de tensiones y formas de violencia que agudizan los conflictos sociales. Pienso especialmente en lo que sucedió recientemente en Perú y en la preocupante situación en Haití, donde finalmente se están dando algunos pasos para afrontar la crisis política que existe desde hace tiempo. Siempre es necesario superar las lógicas sesgadas y esforzarse por la edificación del bien común”.
Al final de su discurso, el Papa Francisco ha pedido un deseo: “Sería hermoso que alguna vez pudiéramos encontrarnos solamente para agradecer al Señor omnipotente por los beneficios que siempre nos concede, sin vernos obligados a enumerar las situaciones dramáticas que afligen a la humanidad”.