¿Por qué es particularmente simbólico el regreso del Papa Francisco a la isla de Lesbos?
El Santo Padre regresa a Lesbos 5 años después de su histórica visita en la que trajo en su avión a doce refugiados sirios que inauguraron el programa de pasillos humanitarios
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El Papa Francisco regresa este domingo a Lesbos, durante su viaje a Chipre y Grecia y cinco años después de la histórica y emocionante visita en la que trajo en su avión a doce refugiados sirios que inauguraron el programa de pasillos humanitarios y que hoy han construido una nueva vida en Roma.
El 16 de abril de 2016, el Santo Padre realizó un viaje de un día a la isla griega cuando era el símbolo de la migración. Ahora el número refugiados que viven en su campo es mucho menor, pero sigue siendo un lugar emblemático desde donde se espera un nuevo llamamiento del Pontífice a la solidaridad de Europa.
Fuentes cercanas a la organización del viaje aseguran que, aunque ofrecieron a Francisco ir a otros campos de refugiados, mucho más cercanos y accesibles, él insistió en viajar a Lesbos, a pesar de que sólo pasará una hora en la isla tras cinco de viaje de ida y vuelta.
Su primer viaje a lo había iniciado definiendo a los refugiados y migrantes del campo de Moria como protagonistas de la "mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial". Y al final, sorprendió a todos cuando junto a él subieron al avión tres familias del campamento de Kara Tepe.
UN GESTO HISTÓRICO
Fue uno de los momentos históricos de este pontificado, que se gestó en sólo unos días y entre muchas dificultades y con el que se inauguraron los "corredores humanitarios" de la Comunidad de San Egidio que desde entonces ha traído desde Líbano y Lesbos a más de 5.000 refugiados, sobre todo sirios y afganos.
En este viaje, el papa ya ha expresado su deseo de que medio centenar de refugiados en Chipre viajen a Roma gracias esos a pasillos, aunque su llegada se producirá semanas después de la visita, confirmaron a Efe fuentes de la Embajada chipriota ante la Santa Sede.
Hace cinco años, sin embargo todo se mantuvo en secreto: sólo cuatro días antes de la visita, Daniela Pompei, jefa del servicio al migrante de la Comunidad de Sant'Egidio en Roma, y la voluntaria Cecilia Pani viajaron a Lesbos sin que nadie supiera que el papa quería traer a varias familias del campo.
Pani cuenta que la decisión del papa de querer llevarse a las familias se supo solo esa misma semana.
"El Papa fue un sábado y nosotros llegamos el martes. Cuatro días para elegir a familias y con la dificultad de no poder contarlo a nadie, ni a las instituciones del campo, ni a las gobernativas. Se eligieron personas musulmanas, ortodoxas, cristianas, pero luego algunas familias no pudieron ser admitidas en el viaje por recientes acuerdos con Turquía y tuvimos que dejarlas allí", explica.
La voluntaria destaca que fueron días de enorme tensión porque no tenían permisos ni para visitar el campo por lo que al final fueron sus responsables quienes seleccionaron sobre todo "a familias con niños pequeños que habían sufrido, familias sirias porque eran las que más había en el campo y por que llegaban de un país en plena guerra".
En las horas previas al vuelo, tuvieron que "esconderse" en varias zonas del aeropuerto para que nadie los viese y evitar problemas, mientras el papa quería a toda costa subir y bajar del avión junto a ellos para dar un fuerte mensaje. "Tanto que al principio ya habían subido y se les hizo bajar y se llevaron un susto tremendo porque pensaban que algo había pasado", revela.
UNA NUEVA VIDA
Dentro del avión, el papa fue varias veces a visitarles. "¿Os ha gustado la lasaña?, les preguntó Francisco intentando hacerlos sentir como en casa.
Eran Hasan y Nour, de 31 años, y su hijo de 2, Riad, de Damasco; Ramy y su esposa Suhila de 50 años, que huyeron de Deir Ezzor con sus 3 hijos: Al Quds de 5 años, Abdel Majid de 16 y Rachid de 18; junto a Osama y Wafaa, de 37 y 30 años respectivamente, de Zamalka, una aldea de Damasco, con sus hijos Omar y Masa de 6 y 8 años.
Ahora viven en Roma, tienen trabajo, una nueva vida. "Las familias están felizmente integradas y son autosuficientes. La de Nour era la que tenía más facilidades, al haber estudiado en Europa y saber ya inglés y francés. Ella es bióloga en el hospital pediátrico Bambino Gesù y también su esposo es arquitecto: trabaja para una productora cinematográfica y viven en una casa de alquiler en la periferia de Roma", explica Pani.
Pero también las otras familias, que aunque partían con menos recursos, ya viven autónomamente, "con alquileres más bajos gracias a los contactos de San Egidio, pero ya trabajan en cooperativas de servicios por ejemplo y uno de los jóvenes se ha diplomado y quiere estudiar enfermería".
"Quds es una niña extraordinaria, cuando el papa les invitó después de su llegada a comer, le regaló un dibujo de una mariposa y le dijo: 'Usted es como esta mariposa porque nos ha traído a Roma con sus alas", relató.
Un artículo escrito por Cristina Cabrejas, redactora de la agencia EFE