Servir a la verdad y respetar la libertad

"La CDF explica que sí puede impartirse la bendición a las personas individuales que manifiesten la voluntad de vivir en la comunión eclesial"

Servir a la verdad y respetar la libertad

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La Congregación para la Doctrina de la Fe, que dirige el cardenal español Luis Ladaria, con autorización expresa del Papa Francisco, ha respondido a una pregunta sobre si la Iglesia tiene potestad para impartir su bendición a las uniones de personas del mismo sexo. La respuesta ha sido que no, y se ha producido un escándalo tan previsible como hipócrita. La respuesta es que “no”, porque si bien la Iglesia respeta y acoge a cada persona, si bien reconoce que en esas uniones puede haber elementos verdaderos y valiosos como el afecto sincero, la lealtad y la ayuda mutua, la forma de dichas uniones contradice el designio de Dios sobre la sexualidad humana y sobre el matrimonio. Además, dicha bendición generaría una confusión y una apariencia de equivalencia entre las uniones homosexuales y el matrimonio, que no tiene ninguna base.

La Iglesia tiene mucho que hacer y que avanzar para acompañar y acoger a las personas homosexuales que desean caminar sinceramente en el cauce de la vida cristiana. Por eso la respuesta de la CDF explica que sí puede impartirse la bendición a las personas individuales que manifiesten la voluntad de vivir en la comunión eclesial. Por otra parte, la Iglesia tiene que respetar a las personas homosexuales que eligen vivir en abierta contradicción con su propuesta, defendiendo que no sean discriminadas y que sus derechos sean adecuadamente tutelados en el ámbito civil. Pero no tiene que bendecir las uniones homosexuales, elegidas libremente por quienes no quieren seguir su propuesta. Con este rechazo, que no puede dejar de suscitar incomprensiones, la Iglesia sirve a la verdad, evita la confusión y respeta la libertad de todos.

¿Dónde está el escándalo? Quizás es que algunos pretenden obligar a la Iglesia a pensar como ellos le imponen, y en caso de que no lo haga desatan contra ella campañas llenas de mentiras. Pero también conviene mirar hacia dentro, y recordar que la guía del Papa y de los obispos sigue siendo la garantía preciosa de la unidad y de la verdad de la fe que nos ha dejado Cristo para nuestro camino en medio de las dificultades de la historia, aunque haya quienes la desprecien incluso dentro de la propia Iglesia. Algunos que han intentado parasitar los gestos y palabras de Francisco durante demasiado tiempo, empiezan a quitarse la careta.