La Virgen de Covadonga y las primeras piedras de la Europa cristiana
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“De este pequeño monte saldrá la salvación de España”. Cuenta la leyenda que esta cita es del rey don Pelayo. En el año 718 (722 para algunos historiadores), las tropas árabes daban por conquistado el territorio español y se dirigían a invadir Francia, pero en los montes de Asturias las tropas de don Pelayo derrotaron a los árabes. Aunque no hay unidad entre los historiadores, la Batalla de Covadonga puede considerarse como el inicio de la Reconquista.
Don Pelayo esperó entonces a los musulmanes en el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa, donde sus tropas derrotaron a los sarracenos, obligando al bereber Otman ben Neza, conocido por los cristianos como Munuza, a escapar de Gijón, donde se hallaba en ese momento.
La Batalla de Covadonga se convirtió así en una de las primeras piedras de la Europa cristiana. Cuenta la leyenda que el rey Pelayo junto a su ejército llevó una imagen de la Virgen, que colocó en la cueva para implorar su protección, aunque no se descarta que la pusiera después de la victoria como símbolo de agradecimiento.
Otra leyenda dice que don Pelayo, persiguiendo a un malhechor que se habría refugiado en la gruta, se encontró con un ermitaño que daba culto a la Virgen María. El ermitaño rogó a don Pelayo que perdonase al malhechor, puesto que se había acogido a la protección de la Virgen, y le dijo que llegaría el día en que él también tendría necesidad de buscar amparo en la Cueva
Sea como fuere, don Pelayo edificó en la cueva donde se libró la batalla contra los árabes un altar para rendir tributo a la Virgen María, que daría origen a la advocación de la Virgen de Covadonga, conocida popularmente como La Santina.
LA VISITA DEL PAPA JUAN PABLO II AL SANTUARIO
El 22 de agosto de 1989, el Papa Juan Pablo II pisó la roca asturiana, anduvo por el largo pasillo de la montaña hasta que llegó a una pequeña cueva. “¡Qué lugar tan hermoso!”, cuentan que dijo. Y en ese escondido lugar de Asturias, se arrodilló y rezó a la Virgen de Covadonga.
El entonces arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, cuenta que el ya declarado santo le cogió del brazo en el coche cuando comenzaron a ver la Basílica de Covadonga a lo lejos. Y no pudo contenerse y le comentó lo bonito que era el Santuario. El año pasado se cumplieron 30 años de esa visita del Papa.
LOS DETALLES DE LA IMAGEN
El nombre de Covadonga procede de la expresión latina "Cova Dominica", que se traduce por Cueva de la Señora. La actual imagen es obra del siglo XV, pero fue reformada en 1874 por el imaginero valenciano Antonio Gasch. La talla es de madera de roble policromada, tiene al Niño Jesús sobre la mano izquierda, y fue colocada en 1704, pues la imagen original no la llevaba. La imagen anterior ardió accidentalmente en 1777 en un incendio que se produjo en el interior de la Cueva, aunque parece ser que tampoco era la imagen original de don Pelayo, cuyo destino se desconoce. La imagen original recibía el nombre de María Santísima de las Batallas y hasta 1743 se encontraba en el interior del templo construido en la cueva en el siglo VIII por el rey Alfonso I el Católico (739-757).
LA ORACIÓN DE LA VIRGEN DE COVADONGA
Santina de Covadonga.
Tú brillas en la altura mas bella que el sol
y nos muestras a Jesús,
bendito fruto de tu vientre como hogar acogedor.
Sabiéndonos pobres en nuestra vida,
te pedimos nos ayudes a tomar por guía el Evangelio animados con el gozo de la resurrección.
Reina de nuestra montaña:
Aviva en nosotros una entrega generosa, que se haga caridad ardiente
como expresión sincera de fraterno amor.
Así los hijos de esta Iglesia
que peregrina en Asturias,
serán para ti corona de bendición
y nuestra tierra se llenará de la alegría del Señor.
Madre de Cristo:
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte para poder participar en el banquete del Hijo de tu Amor.
Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.