Lágrimas y Política

Lágrimas y Política

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"Todos tenemos alguien, normalmente de la generación de nuestros padres o abuelos, a quien nos gustaría parecernos en momentos de crisis. Alguien con sangre fría, generosidad, decisión, con más acciones que palabras. Es una buena ocasión para imitar a ese alguien"

Leí ese tweet al comienzo de esta pandemia – de Mario Crespo- y reconozco que me impresionó. Pensaba que esa era la actitud que cada uno en nuestras distintas responsabilidades deberíamos tomar. Generosidad, decisión, altura de miras, búsqueda del bien común, capacidad de acción.

Especialmente me resultaba que tal era lo que había que demandarse de los políticos, los gestores de lo público, y aunque desconfiaba demasiado, aún una parte ingenua de mí, lo esperaba.

Esta situación de crisis ha retratado a cada cual, según su manera de ser, sus intereses, sus medidas, sus acciones. Y desde luego quien peor parte ha llevado en esto, han sido los gestores de lo público. Hemos visto improvisación, indecisión, más preocupación por el discurso y la imagen, las estadísticas, la encuestas, los gestos y el relato, que por los hechos, más por dar buen perfil y buen dato, que por la gestión eficiente de la situación. Leo cada vez más opiniones que comparten esa idea. Dialogo cada vez con más gente que dice lo mismo. Cada vez más columnas de opinión, más memes, más tuits.

Y sin embargo hay, como en todo, pese a todo, casos que salvan. Que nos dicen que las cosas podrían ser de otro modo. Hay honrosas excepciones que nos recuerdan que aún es posible, que hay otros modos de hacer las cosas, de estar, de comunicar, de trabajar, de hacer política.

Dos mujeres han mostrado en esta pasada semana actitudes alejadas de la frivolidad, dos mujeres de dos partidos distintos, y ambas en contextos de ámbito religioso, que nos hablan de la gestión del dolor de esta situación.

Margarita Robles, Ministra de Defensa, cuando presidió la ceremonia de clausura del recinto que ha acogido los féretros de las víctimas de la pandemia en el Palacio de Hielo de Madrid, en un acto en el que participó el cardenal Osoro, mostró respeto, cercanía, compasión, sencillez, dignidad, empatía. Una manera muy diferente de estar ante esta situación a la de sus compañeros de gobierno, a la de todos los que salen informando de esta situación.

Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid, el pasado domingo en la misa solemne en la catedral de la Almudena ofrecida por los enfermos y fallecidos de esta enfermedad, mostrando su compasión, su dolor, su emoción y, por qué no, su fe, con negras lágrimas que corrían por su rostro.

Seguro que habrá más. Hay casos de muchos alcaldes también por toda la geografía que se han olvidado de sí, para centrarse en los demás. Que es lo que deberían hacer nuestros gestores públicos. Y es que a los políticos eso es lo que se les pide. Que no se olviden jamás que no están ahí para hacer sus ideas, sino para servir a la gente. Les pedimos más humanidad, menos partido, menos ideología, más sentido común, más gestión, más España, menos intereses particulares, más bien común.

Y que dejen de hacer el ridículo. Que dejen de hacer que nuestro país sea el que peor ha gestionado esta situación.

Que hagan más caso a Margarita y a Isabel.

Fr. Vicente Niño Orti, OP