Adela, el ébola y la universidad, por José Moreno Losada
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Adela, el ébola y la universidad, por José Moreno Losada
En medio de esta tempestad informativa que asola al país, diviso en diarios nacionales y en noticiarios de universidad la realización de unas jornadas en torno al Ébola y el compromiso de las universidades frente a esta plaga. A medida que intento comprender qué se esconde detrás de todo esto, descubro que una de las protagonistas de dicho evento es Adela Salas, alumna de Arquitectura de la Universidad Politécnica, natural de Badajoz.
Sonrío con un gesto emocionado y recuerdo que, hace años, viajaba con la familia Salas Ruíz a Madrid, con la finalidad de acompañar a Adela en la celebración de su Confirmación como padrino. Ella pasó años en la Juventud Estudiante Católica de Badajoz y, después, marchó a Madrid a la Universidad Politécnica a estudiar Arquitectura, aunque siempre permaneció en contacto con la Pastoral Universitaria de Badajoz. Allí, de hecho, se preparó para este sacramento.
Hoy, cuando veo su nombre impreso en tan importante lugar, me siento su ahijado al ver que ella ha entendido esas cosas que no saben los sabios y entendidos, que el estudio se puede vivir desde la fe y que el saber se puede poner al servicio de los más pobres y de los que más sufren. Ahora, cuando está terminando ya su proyecto de fin de carrera, está ilusionada con todo lo que se refiere a la cooperación y al desarrollo. No lo hace desde fuera, sino desde dentro: implicándose. Por eso, me siento orgulloso de su vivencia madura de la fe; ella está poniendo en práctica lo que tanto hablamos en la espiritualidad de la acción: "tenemos que crear lo que creemos", las señales del resucitado en nuestra vida y en nuestra historia.
Gracias, Adela, por estas opciones de vida que hoy salen a la luz desde esta iniciativa en la que estás poniendo tanto corazón y tanta esperanza. Sé que Sierra Leona tiene nombre, sangre, miedo, ilusión y amistad para ti, y que sus muertes están siendo tus muertes y por eso te mueves, y es que no hay nada más rico que dejarse afectar como el Maestro de Nazaret. Por jóvenes universitarios como tú, creo en la universidad y en la juventud. Tú has mamado aquello de la universidad que queremos. Recuerdo cuando hace más de seis años escribías para la revista de Universidad y Cristianismo -cuando andabas en trámites para matricularte en Madrid- "la universitaria que quiero ser". Hoy se ve cumplido aquel sueño de ser solidaria, de hacer un estudio comprometido, de trabajar tu persona. Tú crees que la universidad puede ser universal y se puede hacer desde los de abajo, por eso estás luchando en tu final para orientarte en la dirección de la cooperación y desarrollo, y estás fomentando en tu facultad y fuera de ella este espíritu de transformación, de proximidad a la realidad de los últimos y de los que sufren, en este caso, por el ébola.
Te felicito y te animo para que sigas en este camino de vida y de fe, en esta mirada sobre la historia que nos va mostrando, de la mano del maestro de Nazaret, que sólo quien está dispuesto a arriesgar y perder, puede ganar la verdadera vida, que para ser el primero el camino es ponerse detrás del último para caminar juntos, que para ser jefe hay que lavar los pies de aquellos a los que vamos a dirigir.
Ruego al Padre Dios que te siga bendiciendo y enviando su espíritu para que tu hacer conforme tu corazón y no desistas en las dificultades que puedas encontrar en este mundo de mercado y de éxito que tanto invita a la competitividad. Tu camino es ejemplar para mí, optando por una solidaridad encarnada y fiel.
Me alegra ver que tú estás siendo protagonista y luchadora de esta causa de solidaridad frente al ébola desde la universidad; tu presencia en las jornadas del CEU lo demuestra y tu participación dando a conocer tu iniciativa de cuestación para compartir con aquella universidad que ahora está cerrada por el virus, pero que se siente llamada a dar respuesta desde allí mismo a la enfermedad. Te lo has tomado como propio y estás poniendo rostro a esta causa y sintiéndolo en la sangre compartida con universitarios de allí. Es la hora de la revolución de la solidaridad, ningún joven debe estar parado con su saber si lo puede poner al servicio de un mundo justo frente a la pobreza. Es todo un reto unir fuerzas de jóvenes para que el mundo se transforme y buen comienzo puede ser la lucha frente a las causas que destruyen a los más débiles y pobres y de la humanidad.
Tenemos el reto de seguir transmitiendo este espíritu que contagia bondad y revolución fraterna. Adela, este virus de solidaridad será el mejor antídoto frente a todo virus de egoísmo y a sus consecuencias. Necesitamos que tu suero se inyecte en todos los universitarios para que el virus de la indiferencia y de la comodidad, así como el del egoísmo individualista, se pueda convertir en fuerzas para una revolución que nos lleve al mundo que soñamos y deseamos.
José Moreno Losada. Sacerdote de Badajoz