Católicos y científicos: Daniel García Hughes, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: Daniel García Hughes, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Alfonso V. Carrascosa

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Católicos y científicos: Daniel García Hughes, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Se acerca la fiesta de san Isidro 2017, y por ello parece oportuno traer a colación una mínima semblanza de un científico que, por católico, no pudo volver al Madrid del Frente Popular tras iniciarse la Guerra Civil. Se trata de Daniel García Hughes (1883-1943), que fuera canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Madrid, que en la época era la Colegiata de san Isidro. Le pilló es estallido de la guerra en Santander, donde participaba de los cursos de la Universidad Internacional de Verano como profesor de griego, que lo era del Seminario de Madrid.

Obligado por las autoridades a volver a Madrid junto con otros científicos católicos como Eduardo Hernández Pacheco, abandonaron el convoy gubernamental en Francia para evitar una muerte segura por la Persecución Religiosa de los "progresistas" que a tantos se llevó por delante. Sabemos de él por varias fuentes, la más importante de las cuales es la nota necrológica aparecida en las Memorias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas donde trabajó. Dice lo siguiente:

"La personalidad vigorosa del Vicedirector del Instituto "Francisco Suárez", Dr. Daniel García Hughes, canónigo de la S. I. C. Basílica de Madrid y Profesor de Sagrada Escritura del Seminario Conciliar, tuvo gran relieve humano y científico, y en pleno servicio al Consejo Superior de Investigaciones, llegó a la muerte en 19 de octubre de 1943. Participó el Dr. García Hughes, con perseverante entusiasmo, en todas las tareas del Instituto "Francisco Suárez" y de modo especial en la organización de las Semanas de Estudios Bíblicos. Colaboró asimismo frecuentemente en sus revistas, y pocos días antes de su fallecimiento aparecía un artículo, debido a su pluma, en la Revista Estudios Bíblicos. Fue alumno del Pontificio Colegio Español de Roma, de la Universidad Gregoriana y del Instituto Bíblico de la Ciudad Eterna. Con tan profunda y completa formación pudo penetrar docta y sagazmente en los estudios escriturísticos desde su juventud. Poseía también a la perfección la lengua griega, que enseñó en las aulas de la Universidad de Madrid. Había llevado a cabo este sabio Profesor una magnífica versión del texto griego del Nuevo Testamento, y la dio repetidas veces a las prensas para sembrar el conocimiento y amor de las letras divinas en la gente de España. Había trabajado también en el campo de la prensa y de la acción social católica durante muchos años. Ejemplar sacerdote ha dejado por heredero universal de sus bienes al Hospital de Sacerdotes de San Pedro Apóstol, de Madrid. Deja, el que fue sabio Vicedirector del Instituto "Francisco Suárez", un alto ejemplo de perseverancia y una labor maciza y fecunda en sus estudios y traducciones de la Sagrada Escritura." (Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General. Año 1943, Madrid 1944, págs. 69-70, Necrologías.)

El Instituto Francisco Suárez acaso sea el primer centro de investigación teológica fundado por una organización civil no eclesiástica, el CSIC en este caso, algo que llevó a cabo el entonces presidente y ministro José Ibáñez Martín. Sus semanas bíblicas y teológicas promovieron el desarrollo de la teología española. Daniel Garcia Hughes fue vicedirector de dicho instituto. Ibáñez Martín diría del instituto, cuyo director fue Mons. Leopoldo Eijo Garay:

"Subrayemos la necesidad y oportunidad de este Instituto [Francisco Suárez] para resucitar el empuje imperial de aquella teología que presidió todo nuestro saber en siglos dorados y que, resonando por boca de nuestros sabios en las cátedras universitarias de Europa y aun del Nuevo Mundo, fue el instrumento más poderoso de la expansión de la cultura hispánica. El Nuevo Estado cumple en eso un deber de conciencia nacional. Porque no sólo acata la jerarquía de la ciencia sagrada, otorgándole el puesto de honor que en el árbol de las ciencias le corresponde, e incorporando de modo pleno la tradición al actual renacimiento científico, sino que anhela, como deseaba Menéndez Pelayo, inyectar nueva savia a todas nuestras actividades culturales, para que la ciencia nacional sea así rotundamente católica y sirva ante todo los altos intereses espirituales de Dios y de su Iglesia."