Católicos y científicos: Florencio Bustinza, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: Florencio Bustinza, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Alfonso V. Carrascosa

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Católicos y científicos: Florencio Bustinza, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Florencio Bustinza Lachiondo (1902-1982) fue un naturalista dedicado a los estudios científicos de fisiología vegetal en la Universidad Central y el Jardín Botánico de Madrid, amigo de los Premio Nobel Fleming y Waksman, en el que ciencia y fe, como en otros tantos, se llevaron de maravilla. Para empezar decir que estudió religión católica en la escuela ?algo que desmonta el mantra laicista de que la escuela religiosa es mala- el St Joseph’s College situado en Craigs Road en Dumfries, al suroeste de Escocia. Se licenció en 1926 simultáneamente en Ciencias Naturales y Farmacia, y se doctoró en ambas con premio extraordinario. Fue catedrático de instituto en Salamanca, Oviedo y Madrid, y en 1943 ganó la Cátedra de Fisiología Vegetal de la Universidad Central de Madrid. Divulgó el uso de antibióticos, escribió multitud de estudios científicos, se dedicó a buscar sustancias antimicrobianas hasta en los líquenes. Fue académico de la Real Academia de Farmacia. Fue determinante en la implantación en España de una industria productora de antibióticos.

A lo largo de sus escritos se encuentran alusiones a su fe católica que vivía con sentido trascendente fiado en la Divina Providencia, tales como :

"La Providencia, que siempre ha estado a mi lado, me deparó el privilegio de conectarme, sin yo saberlo de antemano, con la primera autoridad en Fermentaciones en el Japón?"

"La providencia me deparó la inmensa fortuna de hallarme presente en el domicilio del Profesor Waksman, en New Brunswick, el día 16 de octubre de 1945?"

"En el campo de la Medicina el impacto producido por los antibióticos ha sido altamente beneficioso. No cabe duda de que la penicilina, la estreptomicina y los demás medicamentos antibióticos son una bendición del Cielo que la hemos recibido a través de investigadores excepcionales, escogidos por la Providencia para hacer el bien y para ahorrar lágrimas y sufrimientos a la Humanidad?"

"Ya lo dijo San Agustín : "Deus magnus in magnis, ncc parvus in minimis" o "Deus magnus in magnis, maximus in minimis". Dios es grande en las cosas grandes sin ser pequeño en las pequeñas, o Dios grande en lo grande y más grande aun en lo pequeño".

En enero de 1947 la revista agustina Toma y lee publicó un mensaje fin de año escrito por Bustinza, de cuyo contenido por cierto la historiografía laicista de la ciencia no se ha hecho eco porque claro, se les cae el chiringuito de que ciencia y fe son incompatibles: ese discurso ideológico sin base científica ni si quiera calificable como pseudociencia. En el artículo contaba cosas sobre su amistad con Fleming, el descubrimiento de la penicilina, etc., y terminaba diciendo:

"Vuelvo a deciros que no desmayéis jamás ante las dificultades que se os presentarán en la vida. Acordaos de las palabras del gran filósofo cristiano Boecio: "Etenim plus hominibus, reor adversam quam prosperam, prodesse fortunam" (creo, pues, que ayuda más al hombre la adversidad que la próspera fortuna). Sean vuestros ideales la paz, la belleza, el arte, la Ciencia, la Patria y las virtudes del Evangelio. Vivid acompañados de esos ideales y de nobles pensamientos. Tened fe y confianza -en el valor del esfuerzo, en el mérito del sacrificio y en el triunfo de la verdad y de la justicia. Sed tolerantes y ecuánimes y, como decia San Pablo, "semper gaudentes", estad siempre gozosos. No malgastéis el tiempo precioso de vuestra juventud. Tened siempre presente la sentencia clásica: PIGRA JUVENTUS, CAUSA EST SENECTUTIS MISERAE. (Juventud perezosa, vejez desgraciada.). Vivid en la paz serena de los laboratorios y bibliotecas, pues son los templos del la Ciencia, de la riqueza y del bienestar; en ellos el hombre se hace mejor avanza en sus conquistas sobre el dolor y aprende a leer las obras de la naturaleza obras de paz y de armonía universal, mientras que las suyas son, muchas veces, por desgracia demasiadas veces, obras de barbarie, de fanatismo y de destrucción. Y que cuando nos acerquemos todos al trance final podamos, al repasar los actos de nuestra vida, decir con toda sinceridad: He hecho por mi Patria toda, lo que he podido; he hecho el mayor bien posible y he procurado contribuir con mi grano de arena al progreso de la civilización y al bien de la Humanidad".