La Ciencia y la Iglesia, artículo de José-Román Flecha Andrés en "Diario de Léon" (14-7- 2012)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hoy se critica a la Iglesia católica por su pretendido olvido del mundo de la ciencia. Tal rutinaria acusación parece ignorar algunos datos muy importantes, como el esfuerzo de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales por favorecer el diálogo al más alto nivel sobre las cuestiones más preocupantes para nuestra sociedad.

Recientemente ha sido publicado un volumen coordinado por el profesor José Tomás Raga y por Mary Ann Glendon, de la Universidad de Harvard, Presidente de la Academia, en el que se examina la crisis que ha puesto en tela de juicio la economía global. La obra analiza las causas de la crisis, sus manifestaciones en el ámbito familiar y social, el dramático efecto que alcanza en la vida de los pobres y el freno impuesto al desarrollo de los pueblos.

La profesora Margaret S. Archer, de la Universidad de Warwick, afirma que la crisis refleja el olvido de los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia, como la solidaridad, la subsidiariedad y la fraternidad.

A esos principios éticos indispensables para el equilibrio económico mundial se refería también el papa Benedicto XVI en la alocución que dirigió a los miembros de la Academia el día 30 de abril de 2010.

Otro volumen, coordinado por la misma doctora Glendon y por el profesor Hans F. Zacher, del Instituto Max Planck de Munich, se dedica al estudio de los derechos humanos.

Al recuerdo del documento conciliar "Dignitatis humanae", a cargo del Dr. Russell Hittinger, de la Universidad de Tulsa (OK. USA) y de la Convención Europea sobre los Derechos Humanos, a cargo de Javier Martínez Torrón, de la Universidad Complutense de Madrid, siguen las comunicaciones sobre el respeto o la violación de los mismos en diversas partes del mundo.

El mensaje escrito que el Papa Benedicto XVI dirigió a la asamblea recuerda que en nuestra naturaleza humana está inserto el anhelo por la verdad y el sentido, así como la apertura a la trascendencia.

Coordinado por Werner Arber, del Departamento de Microbiología de la Universidad de Basilea, por Jürgen Mittelstrass, de la Universidad de Constanza, y por Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Academia, un tercer volumen recoge las actas de un simposio sobre el legado científico heredado del siglo XX.

Son realmente interesantes los estudios que analizan cinco campos científicos, como la Astrofísica, la Física, las Ciencias sobre la tierra y el Medio Ambiente, la Biología Celular y molecular y, finalmente, la Neurociencia y la inmunología.

En el discurso que el papa Benedicto XVI dirigió a los participantes al simposio afirmaba que la tarea de la ciencia consiste en una paciente y apasionada búsqueda de la verdad sobre el cosmos, sobre la naturaleza y sobre la constitución del ser humano.

Vistos en conjunto, estos tres volúmenes son una excelente demostración de la posibilidad y la necesidad de promover el diálogo entre la fe y la ciencia. Nadie debería ignorar el esfuerzo que la Iglesia Católica está haciendo en este sentido.

José-Román Flecha Andrés