En contra de las armas, por Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las iniciativas anunciadas por la administración estadounidense para la limitación y el control de la difusión y el uso de las armas son ciertamente un paso en la dirección correcta. Se calcula que los estadounidenses posean hoy en día aproximadamente 300 millones de armas de fuego.
Nadie puede ilusionarse con que solo baste limitar su número y el uso para impedir en el futuro masacres horrendas como aquella de Newtown, que ha sacudido la consciencia estadounidense y mundial u otras, ya sea de niños o de adultos. Pero sería mucho peor contentarse con las palabras. Y si las masacres son perpetradas por personas desequilibradas o arrastradas por el odio, no hay duda que sean efectuadas con las armas. 47 líderes religiosos de varias confesiones y religiones han dirigido un llamamiento a los diputados estadounidenses para limitar las armas de fuego que "están haciendo pagar a la sociedad un precio inaceptable en cantidad de masacres y muertes insensatas". Estoy con ellos.
Pero mientras la sociedad estadounidense está empeñada en este debate de necesario crecimiento civil y moral, no podemos dejar de extender la mirada para recordar que las armas, en todo el mundo, consideradas en parte como instrumento de legitima defensa, son también seguramente el instrumento principal de amedrentamiento, violencia y muerte. Por eso es necesario repetir sin cesar los llamamientos para el desarme, para contrarrestar la producción, el comercio, el contrabando de armas de todo tipo, alimentado por indignos intereses económicos o de poder. Ojalá se alcanzaran resultados, como las adhesiones a las convenciones internacionales, la prohibición de las minas antipersonales y de otras formas de armas mortales, la reducción del número inmenso y desproporcionado de las cabezas nucleares. Pero las armas son y serán siempre demasiadas.
Como decía el Papa volando hacia el Líbano, todos estamos consternados por las masacres en Siria, pero las armas continúan llegando. La paz nace del corazón, pero será mas fácil alcanzarla si tendremos menos armas en las manos.
Traducción del italiano:
Raúl Cabrera, Radio Vaticano