Divino tesoro, por Teresa Lapuerta

Divino tesoro, por Teresa Lapuerta

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Ha

quien dice que su "enfermedad" se cura con el tiempo. Como si fuese inútil el tratamiento porque sus "síntomas" son pasajeros. Unos síntomas cuyas consecuencias sufren los allegados del "enfermo". Sí, tengo tres adolescentes y algunos días busco ayuda desesperadamente.

La juventud se coló en nuestro Grupo de Desarrollo Humano Integral (dicasterio social, lo llamo yo). Los participantes, de Justicia y Paz, Cáritas, Pastoral de la Salud… coincidimos en lo difícil que es llegar, convencer o motivar a los jóvenes. La pandemia nos ha encapsulado en plataformas telemáticas y ellos se manejan como "pez en el agua", pero las ventanitas de la pantalla tienen demasiados vacíos. ¿Están a mil cosas? ¿Les han abducido las redes? ¿Se han vuelto egoístas?

Jorge, delegado de Juventud, me proporcionó al día siguiente algunas respuestas en el último capítulo de "En marcha con Jesús", una serie de nuestro canal de YouTube conducida por Jesús, otro joven sacerdote. Comenta Jorge: "Los jóvenes son gente estupenda que está en búsqueda y necesita referentes. Hoy es más difícil llegar a ellos, pero hay que acercarles al Señor para que toque su corazón y les transforme. Necesitan mucho acompañamiento, tiempo, escucha, comprensión; muchos cafés y mucha oración".

La pandemia no nos pone fácil el cuerpo a cuerpo con quienes ya han perdido la referencia de la fe de sus padres. Y a nosotros también nos cuesta a veces irradiar la alegría de nuestra vocación? Pero esas son las claves por las que apostar; o por lo menos, dos de ellas.