Francisco escucha el grito de la Amazonía
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Un primer dato que no es baladí. Querida Amazonía es la primera exhortación apostólica del Papa Francisco dirigida a "todas las personas de buena voluntad". Las tres anteriores (Evangelii Gaudium, Amoris Laetitia y Christus Vivit) estaban dirigidas solo a los católicos. Se remarca así la universalidad de los problemas de la Amazonía y el "todo está conectado" de Laudato Si?. Además, la exhortación trata en sus números de la plurirreligiosidad amazónica
El centro de la exhortación es responder a la situación de la Amazonía, que es urgente: "Tanta vida y tanta hermosura están "tomando el rumbo del fin", aunque muchos quieran seguir creyendo que no pasa nada" (nº 47).
Francisco "sueña" con una Amazonía, y esta palabra es la que articula la exhortación: un sueño social, cultural, ecológico y eclesial. Así se desarrollan los cuatro capítulos de esta exhortación con 111 números. Recoge el guante lanzado por el Documento Final, que hablaba de "conversión" en el sentido pastoral, cultural, ecológico y sinodal. El orden es muy similar, y la extensión también. El documento que le entregaron los obispos tiene 120 números, solo 9 más que la exhortación.
El Papa termina Querida Amazonía con una oración a la Virgen María que, afirma, "se manifiesta en la Amazonía de diferentes maneras". Destaca que "los indígenas se encuentran con Jesucristo por muchas vías; pero el camino mariano ha contribuido más a este encuentro".
Querida Amazonía no ofrece los titulares que muchos periodistas esperaban y que centraron las preguntas de las ruedas de prensa del Sínodo celebrado en octubre. No se habla de la posibilidad de ordenar hombres casados, pero Francisco sí se pronuncia por la necesidad de garantizar la celebración de la Eucaristía. El Papa pide a los obispos de América Latina especialmente que envíen misioneros a la Amazonía.
Como en Amoris Laetitia, en alguna de las notas de la exhortación se encuentra contenido valioso. "Llama la atención que en algunos países de la cuenca amazónica hay más misioneros para Europa o para Estados Unidos que para auxiliar a los propios vicariatos de la Amazonía" (nota 132). El pontífice resalta, citando a san Juan Pablo II, que lo exclusivo del Orden Sacerdotal es presidir la Eucaristía. Explica que, en el sacerdocio, va antes el servicio que la jerarquía.
A la vez, Francisco reclama la "presencia estable de líderes laicos maduros y dotados de autoridad", de manera que se alcance "el desarrollo de una cultura eclesial marcadamente laical" (nº 94).
También se dedican varios números al papel de la mujer en la Iglesia Amazónica. El Papa pide que tengan "incidencia real y efectiva en la organización" de las comunidades cristianas. Para ello, destaca que los servicios que prestan deben tener "estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo" (nº 103).
Otro tema muy importante es el de formar equipos itinerantes. Francisco apunta que "en la Amazonía hay una gran movilidad interna" (nº 98). Para ello, "hay que pensar en equipos misioneros itinerantes y "apoyar la inserción y la itinerancia de los consagrados y las consagradas junto a los más empobrecidos y excluidos", afirma en el mismo número.
Francisco habla de cómo el Evangelio puede inculturarse en la Amazonía. Reconoce el trabajo realizado durante muchas décadas por los misioneros, sobre todo de congregaciones religiosas.
La razón de ser de la Iglesia es evangelizar. Francisco advierte que, "sin este anuncio apasionado, cada estructura eclesial se convertirá en una ONG más" (nº64). A la vez, afirma que el proceso evangelizador en la realizad amazónica también debe suponer un cambio para la propia Iglesia. "De esa forma podrá desarrollarse cada vez más un necesario proceso de inculturación, que no desprecia nada de lo bueno que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y lo lleva a la plenitud a la luz del Evangelio" (nº66).
Alerta sobre confundir fe y cultura. "El riesgo de los evangelizadores que llegan a un lugar es creer que no sólo deben comunicar el Evangelio sino también la cultura en la cual ellos han crecido" (nº 69).
En este sentido, el Papa vuelve a mencionar, en una de las notas a pie de página, una de las propuetas del Sínodo, la de elaborar un rito amazónico. Sin llegar a decir que hay que crearlo, afirma que la liturgia necesita una mayor inculturación y que eso viene marcado por el Concilio Vaticano II. Francisco se lamenta de que se ha avanzado poco en ello: "Ya el Concilio Vaticano II había pedido este esfuerzo de inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas,
pero han pasado más de cincuenta años y hemos avanzado poco en esta línea" (nº82).
Francisco se para a considerar la realidad de los pueblos en aislamiento. " Su situación es muy frágil y muchos sienten que son los últimos depositarios de un tesoro encaminado a desaparecer, como si sólo se les permitiera sobrevivir sin molestar, mientras la colonización posmoderna avanza" (nº 29). Destaca que todos los pueblos tienen "una riqueza única" (nº31), y aprecia la variedad de culturas y maneras de vida amazónicas, evitando considerarlos como algo uniforme.
El pontífice pide "incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas" (nº40) para protegerlos frente a la "invasión colonizadora" de la economía y los medios de comunicación.
Querida Amazonía asegura que la situación medioambiental de la región amazónica es un grito que merece ser escuchado. "El equilibrio planetario depende también de la salud de la Amazonía" (nº48). Añade que la visión de la naturaleza como recurso "pone en peligro el ambiente como casa" (nº48). Poco después, alerta contra "los enormes intereses económicos internacionales" (nº50).
A este respecto, Francisco hace una llamada a los gobiernos de los con territorio amazónico para que cumplan con su "grave responsabilidad". A la vez, reconoce que debe existir una presencia de organismos internacionales "utilizando legítimos mecanismos de presión" (nº50).