Frente a la pobreza, manos a la obra

El director de la Subcomisión de Acción Caritativa y Social de la CEE asegura que "frente a los pobres no se hace retórica, sino que se practica la fe involucrándose"

Jornada Mundial de los pobres

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La VIª Jornada Mundial de los Pobres pretende “ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”. Estos tiempos de crisis, marcados por la guerra de Ucrania y la subida de precios, no son tiempos para el lamento y el desaliento, sino para confiar, esperar y comprometerse.

“¿Cómo dar una respuesta adecuada que lleve alivio y paz a tantas personas, dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad?”.

Con la mirada puesta en Jesús, el cual «siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza» (2Co 8,9). “Hay una pobreza que humilla y mata, y hay otra pobreza, la suya, que nos libera y nos hace felices”.

“La pobreza que mata es la miseria, hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos”. Sin embargo, la pobreza que libera es la que nos aligera el paso y nos muestra que la sencillez y la sobriedad generan vida para quienes menos tienen. “El encuentro con los pobres permite (…) llegar a lo que realmente importa en la vida y que nadie nos puede robar: el amor verdadero y gratuito”.

Nuestra respuesta ha de ser personal y comunitaria, pues “mientras más crece el sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida, mayormente se desarrolla la solidaridad”.

Estamos llamados a ser comunidad de vida y de bienes, en la que “el amor recíproco nos hace llevar las cargas los unos de los otros para que nadie quede abandonado o excluido”, compartiendo lo que tenemos con los que no tienen nada, pero acogiendo, al mismo tiempo, lo que nos puedan aportar.

Comunidad de acción porque “frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente”. Ahora bien, sin olvidar que “no es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano”.

Como comunidad y miembros de la sociedad civil cultivemos y perseveremos en valores de libertad, responsabilidad, fraternidad y solidaridad. Y como discípulos de Jesús tejamos el fundamento de nuestro ser y de nuestro actuar en la caridad, la fe y la esperanza.